cubo rubik.

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Después de lo sucedido, tú y yo regresamos a la fiesta fingiendo que nada había pasado.

¿No es bella la adolescencia? Estábamos literalmente dando razones para deshacernos de nuestras vidas hace unos minutos y ahora festejamos.
Que bonito contraste.

Paolo había dicho que se quedaría otro rato, mientras reflexionaba un poco de lo que sucedió, y de su vida.

Yo no podía creer que después de todo lo hablado, al final nada haya cambiado. Me sentía igual.

En la fiesta estábamos cada uno por su lado hasta que todos comenzaron a apagarse, yendo a los colchones que estaban distribuidos al rededor de la piscina.

Nos volvimos a encontrar y nos sentamos en un par de sillas para recostarse a tomar sol. Nos mirábamos, pero no decíamos nada, aunque yo estaba delirando. Me reía a carcajadas como tal joker sin razón aparente.

Casualmente había un cubo Rubik en la mesa que estaba entre las dos sillas, así que lo tomé y comencé a intentar resolverlo, recordando los días que pasaba haciéndolo y deshaciéndolo una y otra vez.

Me imagino que por causa del alcohol y la depresión no encontraba la manera de terminarlo. Sólo me faltaban dos pasos, pasos que había completamente olvidado.

Al notar que estaba en un bucle deshaciendo e intentando rehacerlo, te miré nuevamente y te lo lancé; "hazlo", te dije.

Fueron unos diez minutos bastante confusos y graciosos, tú ni siquiera podías armar una cara. Yo te observaba de manera sorprendente y bacilona, no me esperaba a que no lo pudieras armar, pues parecías bastante nerd.

Cuando me dije que era suficiente diversión, me acerqué para enseñarte a armar una cara de manera correcta. Tu hacías muecas estando completamente perdido, y cuando te regresaba el cubo tú simplemente comenzabas a hacer garabatos.

Al final decidimos rendirnos y nos dejamos ir en la oscuridad de nuestros párpados y en el ruido de nuestro interior. Cada uno por su lado.

Llegaste a oscurecerme. [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora