El almuerzo

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-Ciel estaba sentado como la divasa que es en su trono de terciopelo, con las piernas cruzadas y posición relajada, ya había terminado de dar el último sorbo a esa taza de té de por la mañana, no tenía demasiadas ocupaciones ese día y podía permitirse relajarse un poco, tras poner la taza sobre la mesilla, y sin cambiar demasiado su expresión, suspiró suavemente y finalmente abrió sus labios para hablar, ni muy alto ni muy bajo le llamó-

Sebastián.

Sebastián al escuchar su claro tono de llamada de su queridísimo amo deja a mitad echo su exquisito manjar para la cena, Domburi de carne y avisa a sus otros empleados a que no toquen nada mientras que esta austente

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Sebastián al escuchar su claro tono de llamada de su queridísimo amo deja a mitad echo su exquisito manjar para la cena, Domburi de carne y avisa a sus otros empleados a que no toquen nada mientras que esta austente.

Andando tranquilamente se encuentra un gato blanco con gran pelaje y decide tocarlo con mucho cariño. Mientras que la llamada de Ciel se olvida completamente-

-Ciel se recuesta sobre una mano y con la otra da golpecitos al sillón con los dedos esperando, al no recibir ni respuesta ni presencia empieza a irritarse, apretando los dientes, se sienta derecho de nuevo y cruza los brazos, esta vez subió el tono de su voz antes de hablar, visiblemente irritado-

SE-BÁS-TIAN

-Ciel murmura para si, mientras da golpecitos en el suelo con el pie-

MaIdita sea donde se ha metido ahora, pienso encargarme personalmente de que me haga caso a la primera la próxima vez...

Sebastián escucha de nuevo su llamada y decide apresurarse al trono donde se encontraba su querido amo, una vez allí se inclina para hacerle una reverencia mientras dice-

¿Que desea mi querido ciel?, ¿has vuelto a comer dulces a escondidas? Porque tu cara llena de azúcar no dice lo mismo.

-Con la llegada del otro, Ciel suspira, ya estaba realmente impaciente, se dispuso a echarle la bronca pero al oír las palabras del otro tratandole como un niño giró la cabeza ruborizandose levemente, ya que en parte tenia razón, al fin y al cabo Ciel seguía siendo un niño-

Tampoco he comido tantos..

Ciel y SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora