General Invierno

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Mire al cielo, era el mismo desde hacía mucho, pero el general ya se había establecido sin ningún esfuerzo.

-Hoy llegas antes - dije cerrando los ojos y sintiendo como la nieve rozaba mis mejillas.

Intenté recordar algo de lo que me había pasado, pero el sonido del silencio hacia que mi mente solo pensase en porque no se escuchaban gritos de dolor, ni disparos a lo lejos, ni las últimas maldiciones que soltaban algunos antes de huir.

-Silencio... Años sin oírlo.

Me gire y vi el cuerpo que yacía en el suelo. Me acerque a él, revise sus bolsillos y no encontré nada más que una foto, en ella estaban él y su mujer. Mire a mi alrededor y vi mis cosas, la parte de arriba de mi uniforme y mis armas.

-Realmente no te debiste fiar de un extraño- murmure y sonreí.

Agarre mis cosas y me salí de aquel lugar, saque un mechero del bolsillo de mi chaqueta y queme la foto.

-Tu mayor error - tire la foto al suelo y la aplaste con el pie - tener corazón donde ni siquiera se necesita la razón.

Me fui lo antes posible de aquel lugar. Camine durante una hora sin rumbo fijo y ya no sentía las piernas, los brazos se me entumecieron, la cabeza me dolía  y la sangre de las heridas empezaba a brotar de nuevo. Me tire en la nieve que ya se había endurecido, haciendo que al chocar contra ella sintiera como si me atravesaban unas pequeñas cuchillas de hielo.

-Me pregunto si sobreviviré - dije con un hilo de voz. Ya casi no me quedaba calor en el cuerpo, hasta que escuche una voz.

-Ivan... - era casi un susurro.

- General... - dije con las pocas fuerzas que me quedaban.

-Levántate y lucha hasta caer en la batalla... Lucha hasta que la sangre de tus enemigos empape el suelo que pisas... Lucha...

-Si, mi general... - Me levante tambaleándo, al principio mis piernas cedieron y caí de rodillas ocho veces, pero al final conseguí levantarme y seguir caminando.

No tarde mucho más de tres horas en encontrar otro campamento de mis hombres. Llegue casi muerto, pero uno de los hombres que había en vigilancia me reconoció de inmediato.

-¡Capitán! - gritaron todos al ver que realmente era yo.

-Curad mis heridas, tengo que volver... - Mis ojos se nublaron y caí desmayado ante la multitud de soldados que me miraban con miedo y respeto.

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