LIBRO 1 - CAPÍTULO 38

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El Padre le dijo al Hijo: "Acudí con amor a la Virgen y recibí de Ella tu verdadero cuerpo. Tú, por tanto, estás en mí y Yo en ti. Igual que el fuego y el calor nunca están separados, así de imposible es separar tus naturalezas divina y humana". El Hijo respondió: "¡Gloria y honor para ti, Padre! ¡Hágase tu voluntad en mí y la mía en ti!" El Padre, por su parte, agregó: "Mira, Hijo mío, te confío esta nueva esposa como un cordero que ha de ser guiado y alimentado. Como un pastor, entonces, has de procurarle queso para comer, leche para beber y lana para vestir. En cuanto a ti, esposa, tienes que obedecerle. Tienes tres deberes: has de ser paciente, obediente y alegre".

Entonces, el Hijo le dijo el Padre: "Tu voluntad viene con poder, tu poder con humildad, tu humildad con sabiduría, tu sabiduría con misericordia ¡Que tu voluntad, que es y siempre será sin principio ni fin, se haga en mí! A ella le abriré las puertas de mi amor, en tu poder y en la guía del Espíritu Santo, al ser nosotros no tres dioses sino un solo Dios". Entonces, el Hijo le dijo a su esposa: "Has oído cómo el Padre te ha confiado a mí como un cordero. Por ello, has de ser simple y paciente como un cordero y producir alimento y vestido.

Hay tres grupos de personas en el mundo. El primero está completamente desnudo, el segundo sediento y el tercero hambriento. Los primeros equivalen a la fe de mi Iglesia, que está desnuda porque todos se avergüenzan de hablar sobre la fe y mis mandamientos. Y si alguien habla, se le desprecia y se le llama mentiroso. Mis palabras, procedentes de mi boca, han de vestir esta fe como la lana. Igual que la lana crece en el cuerpo de la oveja mediante el calor, así mis palabras han de entrar en tu corazón a través del calor de mis naturalezas divina y humana. Ellas vestirán mi santa fe en, el testimonio de verdad y sabiduría, y demostrarán que lo que ahora se considera insignificante es verdadero. Como resultado, las personas que hasta ahora han sido tibias sobre el vestir su fe en obras de amor se convertirán cuando oigan mis palabras de amor y serán reencendidas para hablar con fe y actuar con coraje.

El segundo grupo equivale a aquellos amigos míos que poseen un sediento deseo de ver mi honor repuesto y se apenan cuando soy deshonrado. La dulzura que sienten con mis palabras los embriagará con un mayor amor por mí y, junto a ellos, otros, que ahora están muertos, se reencenderán en mi amor, cuando oigan sobre la misericordia que he demostrado con los pecadores. El tercer grupo de personas son aquellos que, en su corazón, piensan así: 'Si al menos supiéramos –dicen—la voluntad de Dios y de qué manera hemos de vivir y si al menos se nos enseñara la forma correcta de vivir, con mucho gusto haríamos lo que pudiéramos'. Estas personas están hambrientas de conocer mi camino, pero nadie los satisface, pues nadie les muestra exactamente lo que han de hacer. Aún si alguien se lo muestra, nadie vive de acuerdo a ello. Por tanto, las palabras parecen estar como muertas para ellos, pues nadie vive de acuerdo a ellas. Por eso, Yo directamente les mostraré lo que han de hacer y los colmaré de mi dulzura.

Las cosas temporales, que parecen las más ansiadas por todos ahora, no pueden satisfacer a la naturaleza humana sino más bien avivar el deseo de buscar más y más cosas. Mis palabras y mi amor, sin embargo, satisfacen a los hombres y los colman de abundante consolación. Por eso tú, esposa mía, que eres una de mis ovejas, cuídate de mantener la paciencia y la obediencia. Eres mía por derecho y, por ello, has de seguir mi voluntad. Una persona que desea seguir la voluntad de otro hace tres cosas: primero, tiene el mismo pensamiento que el otro; segundo, actúa de forma similar; tercero, se mantiene alejada de los enemigos del otro. ¿Quiénes son mis enemigos sino el orgullo y cada uno de los pecados? Por ello, mantente alejada de ellos si deseas seguir mi voluntad".

Sobre cómo la fe, la esperanza y la caridad se hallaron perfectamente en Cristo en el momento de su muerte y deficientemente en nosotros.

Las Profecías y Revelaciones de Santa Brígida de SueciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora