LIBRO 1 - CAPÍTULO 2

36 0 0
                                    


Yo soy el Creador de los Cielos, la tierra y el mar, y de todo lo que hay en ellos. Yo soy uno con el Padre y el Espíritu Santo, no como los ídolos de piedra o de oro, como en una ocasión se ha dicho, tampoco soy varios dioses, como la gente acostumbraba a pensar, sino un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y una sustancia, Creador de todo pero no creado por nadie, inmutable y omnipotente, sin principio ni fin. Yo soy el que nació de la Virgen, sin perder mi divinidad pero uniéndola a mi humanidad, de modo que en una persona fuese verdadero Hijo de Dios e Hijo de la Virgen. Yo soy el que fue colgado en la cruz, muerto y sepultado y aún así mi divinidad permaneció intacta.

Pese a que morí en la humana naturaleza y el cuerpo que Yo, el único Hijo, había adoptado aún vivía en la naturaleza divina, en la que Yo era un Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo. Yo soy el mismo hombre que resucitó de la muerte y ascendió al Cielo, y quien ahora habla contigo a través de mi Espíritu. Te he elegido y tomado como esposa mía para mostrarte mis secretos, porque así quiero hacerlo. Poseo cierto derecho sobre ti porque tú sometiste tu voluntad a la mía cuando murió tu marido. Tras su muerte, tú pensaste y rogaste sobre cómo hacerte pobre por mí, y deseaste dejarlo todo por mi bien. Por eso, tengo justo derecho sobre ti y, por esa gran caridad tuya, yo tengo que proveerte. Por ello, te tomo por esposa para mi propio beneplácito, el que conviene que tenga Dios con una alma casta.

Es un deber de la esposa estar preparada para cuando el Esposo decida celebrar la boda, de forma que pueda estar correctamente vestida y limpia. Estarás limpia si tus pensamientos están siempre centrados en tus pecados, sobre cómo te purifiqué del pecado de Adán por el bautismo y sobre cuán a menudo te he apoyado y sostenido cuando has caído en el pecado. La esposa también ha de ponerse las prendas del novio sobre el pecho, es decir, debes recordar los favores y beneficios que te he hecho, como cuán noblemente Yo te creé dándote un cuerpo y un alma; cuán noblemente te enriquecí dándote salud y bienes temporales; cuán amorosamente te rescaté cuando morí por ti y restituí para ti tu herencia, por si desearas tenerla. La novia debe también hacer la voluntad de su Esposo. ¿Cuál es mi voluntad sino que quieras amarme por encima de todas las cosas y que no desees nada más que a mí?

Yo he creado todas las cosas por el bien de la humanidad y todo lo he puesto a su disposición. Y aún así, los seres humanos aman todo menos a mí y no aborrecen nada más que a mí. Les restituí la herencia que habían perdido por el pecado, pero ellos se han enajenado tanto y se han alejado tanto de la razón que, en lugar de la gloria eterna en la que están todos los bienes duraderos, prefieren la honra pasajera que es como espuma de mar, que aumenta un momento, como una montaña, y rápidamente se deshace en nada. Esposa mía, si no deseas nada más que a mí, si desprecias todo por mi bien –tanto hijos como padres, lo mismo que las riquezas y los honores—Yo te daré el más precioso y dulce regalo.

No te daré ni oro ni plata como pago sino a mí mismo como Esposo tuyo, Yo, que soy el Rey de la gloria. Si te avergonzases de ser pobre y despreciada, considera cómo tu Dios lo ha sido antes que tú, cuando sus sirvientes y amigos le abandonaron en la tierra, porque Yo no busqué amigos en la tierra sino en el Cielo. Si estás preocupada y temerosa de verte cargada de trabajo y enferma, considera qué grave es arder en el fuego. ¿Qué hubieras merecido si hubieras ofendido a un maestro terreno, como has hecho conmigo?

Porque, aunque Yo te amo de todo corazón, nunca actúo contra la justicia, ni aún en un solo detalle. Igual que tú has pecado en todos tus miembros corporales, también debes reparar en cada miembro. Sin embargo, debido a tu buena voluntad y a tu propósito de enmienda, Yo conmuto tu sentencia por una de misericordia y remito el duro suplicio a cambio de una módica enmienda. Por esta razón, ¡abraza de buena gana tus pequeñas cargas para que puedas quedar limpia y conseguir cuanto antes tu gran premio! Es bueno que la esposa se canse y comparta las fatigas del Esposo, de forma que descanse así más confiadamente con Él".

Palabras de nuestro Señor Jesucristo a su esposa sobre su formación en el amor y honor a Él, su Esposo; sobre el odio de los malvados hacia Dios, y sobre el amor del mundo.

Las Profecías y Revelaciones de Santa Brígida de SueciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora