Aziraphale tenía un secreto, un secreto que si fuera descubierto podría alterar totalmente el orden de las cosas.
Para cualquier otra persona, aquel secreto no parecería tan terrible, pero para él sí y tenía sus razones. Era un ser hecho de amor, pero aquello rebasaba los límites conocidos.
Ese secreto era que... estaba enamorado del demonio Crowley.
Nunca supo ni cuándo ni dónde, solo sabía que cada vez que el demonio estaba cerca de él sentía que las piernas le fallaban, su corazón se aceleraba y quedaba sin aliento.
Era algo que se había empeñado en ocultar durante mucho tiempo, bajo una fachada de desinterés y rechazo hacia el demonio, pero la verdad era que lo amaba y probablemente jamás lo admitiría, pero amaba al demonio más de lo que amaba a cualquier cosa.
Lo que el ángel no sabía era que el demonio no era ajeno hacia los sentimientos del ángel, Crowley había pasado milenios amando a Aziraphale con un fervor nada propio de un demonio, lo único que él podía considerar un defecto en esa relación era el hecho de que había evitado declararle su amor durante mucho tiempo... hasta ahora.
Crowley estaba dispuesto a expresarle sus sentimientos aquella noche a Aziraphale, a decirle que podían ser ellos dos contra el mundo, estaba preparado para enfrentar a cualquiera que quisiera interponerse entre ellos.
Pero... ¿estaba preparado para enfrentar al mismo Aziraphale?
[...]
El demonio entró sigilosamente a la librería, propiedad del ángel que le robaba el aliento cada vez que lo veía. En vez que resquebrajar su voluntad, la presencia de Aziraphale no hacía más que reforzar la seguridad del demonio.
La llegada del demonio pasó desapercibida por Aziraphale, quien se encontraba totalmente concentrado acomodando algunos libros en los estantes.
Crowley aprovechó la inadvertencia del ángel para admirarlo unos minutos más. Una de las cosas que el demonio más amaba de Aziraphale era el esmero y cuidado que le daba a sus libros, tratándolos como si fueran sus más grandes tesoros
—Y probablemente lo sean —se dijo a sí mismo.
Bueno, era ahora o nunca.
—Ángel —dijo casi en susurro, de modo cariñoso.
Aziraphale se sobresaltó al escuchar eso, pero rápidamente se tranquilizó al ver que solo se trataba de Crowley, aquel, que, a pesar de ser un demonio, que jamás trataría de dañarlo de cualquier forma.
—¡Crowley! Casi me matas de un susto —dijo, tratando de calmar los nervios que salían a flote cada vez que veía al demonio.
Crowley no dijo nada, se acercó lentamente hacia el ángel hasta que estuvo a centímetros de él, tomó sus manos, sintiendo como una pequeña corriente eléctrica recorría todo su cuerpo, como si ese toque de manos estuviera destinado a ser.
Aziraphale lo miró con una curiosidad casi palpable, aquella actitud resultaba impropia de Crowley, sospechaba que algo malo ocurría y eso hacía acrecentar su nerviosismo. Apretó con más fuerza la mano de Crowley, tratando de transmitirle confianza, esa acción provocó que sus piernas temblaran debido a la cercanía y toque del demonio.
—Crowley, dime que pasa —trató de animarlo.
Toda seguridad que acompañaba a Crowley pareció haberse desvanecido en aquel preciso momento, pero Crowley sabía que no había vuelta atrás, así que con la poca confianza que había logrado reunir, declaró con poco tacto:
—Te amo.
Aquella dos simple palabras lograron trastocar por completo a Aziraphale. Su corazón y su cerebro tenían una lucha interna. El primero le decía que correspondiera los sentimientos del demonio y que se lanzará a los brazos de este mientras le decía cuánto había esperado ese momento, pero el segundo objetaba, decía que tenía que poner sus sentimientos de lado y hacer lo que era correcto, una relación entre un ángel y un demonio era simplemente ominosa.
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Rewrite The Stars
RomanceAziraphale tenía un secreto. Ese secreto era que... estaba enamorado del demonio Crowley. Pero sabía que eso nunca podría ser, estaba escrito en las estrellas y nadie pues reescribirlas... ¿no es así? Dibujo de portada: https://petitcroc.tumblr.com