Salir del Closet; OffGun.

04

Sentirse frustrado; Así se sentía Gun. Cuando dieron las seis de la mañana el menor despertó de golpe y se encontró a él mismo desnudo a un lado de Jumpol, estaba jodido. Comenzaba a recordar todo y se daba golpes mentales.

— Mierda —dijo por lo bajo.

Con rapidéz colocó toda su ropa y salió del departamento, agradecía haber tenido el dinero suficiente para regresar a casa. Su trasero dolía infiernos, estaba en un colapso mental por lo que había hecho.

Una vez que llegó a su casa después de pasar todo el trayecto culpándose, dejó de darle importancia al tema cuando recordó lo de su hermana, le había mentido con que iba a la escuela, se cuestionaba hacia donde iba todo el dinero que le mandaba, las cosas no podían seguir de esa manera, debía arreglar toda la mierda de su vida.

— Adelante, está abierto —gritó cuando escuchó el timbre sonar.

— Atthaphan.

— Krist —ladeó una sonrisa. No tenía las ganas de sonreír.

— ¿Por qué luces así de demacrado?

Era verdad, si podía observar al Gun optimista y al que ahora yacía en el sillón con una lata de cerveza, la diferencia era enorme. Era como si algo se hubiera apagado.

— Estoy cansado.

— Ya veo —comentó Krist no muy convencido.

— ¿Qué debería hacer ahora? —Gun miró hacia el techo como si aquel concreto fuese a darle una respuesta.

— ¿Respecto a qué?

— A mi vida.

El menor dejó caer unas cuantas lágrimas de sus ojos, estás caían dolorosamente por sus mejillas y comenzaba a absorber su nariz. Sabía que no iba a detenerse cuando su antebrazo cubrió sus ojos para llorar practicamente un río. Estaba demasiado decepcionado de su vida.

— Ven aquí —Krist lo abrazó, de repente se sintió que Gun iba a quebrarse en cualquier momento.

— Simplemente no logro llegar al final del camino, es muy difícil.

— Camina lento —sonrió. — No te apresures, que a donde tienes que llegar no es un final, a donde tienes que llegar es a ti mismo.

Gun agradecía contar con la ayuda de Krist.

Cuando Atthaphan tuvo que ir a su lugar de trabajo no se sentía mejor, estaba cohíbido de ver a esa persona y no tenía ánimos de seguir trabajando.

— Guncito —le llamaron.

— Tee, ¿Qué hay? —sonrió.

— No veniste ayer, ¿Qué ha pasado?

— Me sentía mal.

Gun fue hacia su oficina y entró con cautela, para seguidamente tomar asiento. Afortunadamente su trasero ya no dolía tanto como hace dos días. La jornada no había pasado tan dolorosamente como se lo había imaginado, ni siquiera había visto a Jumpol merodear como hace unas semanas y eso sí que lo agradecía con demasía, pero sabía que en algún punto le iba a ver, era algo inevitable pues Jumpol era su jefe.

— Gun ve a la oficina del señor Jumpol a dejarle esto, es un reporte de las ventas del día de hoy.

— ¿Debo ir yo?

— Tú te encargas del departamento.

Era verdad. Al final del día lo que parecía inevitable ya lo era. Con pesadez se levantó de su sitio y recogió el papeleo de la mano de aquella chica, solo le quedó virar los ojos para seguidamente caminar por aquel lugubre pasillo.