“Corre, cariño, ¡Corre lejos! ¡Sálvate y siempre recuérdame!”
Una respiración turbia y acelerada se escuchó en todo el bosque. Un pensamiento rápido se aproximó y sus dos manos se posaron sobre su vientre bastante hinchado.
«El bebé está bien», pensó.
La chica de cabellos dorados se levantó, se acercó al río frente a sus ojos mientras sus brazos y cuello crujían. Definitivamente no había sido buena idea dormir aquella noche ahí.En un tenue y dulce movimiento de manos, la cristalina agua subió formando un pequeño remolino, permitiendo así que la Ninfa de cabellos dorados tomara de ella.
Aledis, ese era su nombre. Aquella pequeña Ninfa a la cuál brutalmente le habían sido arrancado sus sueños y su amor. Se encontraba sola en el bosque. Irónico, ¿no? Una Ninfa de agua, en su hábitat natural ha de sentirse como en casa, pero Aledis se sentía sola y dolida. Su vientre cada día crecía un poco más y dentro de sí se formaba una pequeña persona. Ella tenía miedo, aquella persona formándose en sus adentros era producto de todo al amor entre su querido Iker y ella. Amor brutalmente arrancado de sus manos y asesinado a quema ropa.En pocos meses llegaría el nuevo sol de su vida. A pesar de tener miedo, Aledis afrontó con valentía la noticia. Quería proporcionarle amor y protección a su pequeña criatura. Su sol viviría todo lo que ella no pudo.
Ese día se repetía sin cesar en su mente, como si hubiera pasado ayer. Los golpes y disparos se escuchaban claramente y perturbaban su mente y su presente. Lo necesitaba y no lo negaría por nada, lo necesitaba.
Su amor por él florecía como las hojas y flores en un verano soleado. Era puro, un amor tan puro como el agua. Dos jóvenes totalmente diferentes y perturbados por fuerzas mayores. Con un único fin, sádico y egoísta. Un único deseo que separó a un sentimiento joven y duradero. Un sentimiento ahora hecho persona, un amor hecho fruto. Dejando atrás flores marchitas.Llegaría una nueva era. Todo sería mejor, Aledis lo sentía venir. El viento susurraba cosas buenas, pero detrás de esta nueva era llegarían también desgracia y masacre. Se avecinaba el sangriento fin de los tiempos.
•••
«No.»
Fue todo lo que le pasó por la cabeza cuando observó a la pelirroja descender frente al escuadrón militar, ocultando sus enormes alas de plumas negras cuando sus pies tocaron la tierra.Trató de alcanzarla, pero un rápido y brusco aleteo le impidió hacerlo, no lograba escuchar lo que fuera que estuviera dialogando con el hombre al frente de la masacre. Nyx observó con horror el cabello rojo pálido, que se había tornado de esa manera durante los últimos días; ya no era del intenso y hermoso color caoba, ese que la caracterizaba, era casi como si hubiera envejecido tres décadas.
Pero los ángeles no envejecían.
—Vuelve...Vuelve...—susurró.
El ángel escuchó su súplica, extendió las enormes alas negras, rasgo que la determinaba como un ángel guerrero, un par de aleteos y volaba de regreso a ella, Nyx no pudo evitar extender los brazos en su dirección para recibirla y poder al fin abrazarla luego de haber estado un infierno de días separadas.Un único y atroz disparo laceró el aire.
—¡No!
Su voz se quebró, Nyx corrió hacia el campo oscuro, cayó al infértil suelo con el ángel en brazos, los ojos castaños la buscaron y Nyx no pudo sino volver a enamorarse de esos hermosos orbes llenos de determinación aún cuando su abdomen...—No, no, no... Xin Er, Corazón, no puedes...—gimoteó, extendiendo su mano sobre los órganos destrozados, canalizando su magia para tratar de curarla.
—Tú sabes, Nyx, que la magia terrenal no funciona en los ángeles...—recordó, con una voz divertida, como si Nyx fuera una niña que se había olvidado de cómo preparar una infusión.La morena gimoteó fuertemente, sintiendo su pecho oprimirse al punto de explotar.
—Mírame —el ángel la tomó de la mano ensangrentada—. Mírame —repitió, Nyx apretó mucho los ojos para disipar las lágrimas y poder enfocar el rostro angelical, tratando de contener loa gimoteos, observó los ojos castaños llenos de determinación y fortaleza—. Haz lo que tengas que hacer.
Su voz fue firme y modulada, como si estuviera en su apogeo y no en su agónica muerte.
Esas fueron sus últimas palabras, el último aliento, antes de que su pecho se quedara quieto y sus ojos perdieran su brillo.Fue lo último que Nyx escuchó antes de hundir al mundo en la oscuridad.
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To Dazzling Darkness
FantasiaEl sol y la oscuridad se fusionaron en una misma esencia que le daba vida así, al desastre que evitaría el fin de dos mundos. "El sol confió en la oscuridad. Y la oscuridad la amó"