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Abro mis ojos y hago un ruidito de flojera, el sol me pega de lleno en el rostro y me recrimino el porqué anoche no cerré las cortinas. Cuando quiero levantarme, caigo en cuenta que un brazo me rodeaba por la cintura y me presiona ligeramente contra el colchón.

— Boruto suelta, debo ir a mis clases —habló en un tono de reproche, pero la sonrisa pintada en mis labios no me abandona—. Ese eres tú, que tuviste la suerte este semestre de tener solo clases los jueves y viernes.

Él sigue con la cara pegada a la almohada. Yo parpadeo al no ver respuesta, pensando al final que seguía adormilado. Con cuidado quito su brazo de mi cintura, y cuando finalmente me libero y pienso levantarme, emito un chillido al verme de pronto debajo de él.

Me mira en modo juguetón.

— Vas eximida, que faltes una clase no hará la diferencia — siento como una mano traviesa sube por debajo de la camisa. Su camisa—. Podemos repetir lo de anoche — siento mis mejillas calentarse, mis ojos le miran como si no tuviera remedio pero la sonrisa sigue sin dejar mis labios.

— Tu no te cansas por lo que veo — le acaricio su cuello.

Él ríe, y su mano llega a uno de sus pechos y aprieta, un pequeño suspiro salio de mis labios.

— Tu tienes la culpa, señorita.

Y no me de chance de responder porque me besa y yo me entrego de nuevo por completo a él.




Quito mi mirada de los sombreros de aquel estante al escuchar a Chocho llamarme. Me acerco y me pide ayuda para elegir entre esos dos vestido de noche. La cena de ensayo sería mañana. Analizo un poco, hasta que finalmente tengo el elegido perfecto, a mi criterio por supuesto.

— El blanco.

— Entonces lo llevaré.

— ¿No te lo probarás aun así?

— Nunca desconfiaría de tu gusto al vestir Sumire.

Yo solo sonrío.

Mientras Chocho se dirige a caja para pagar, salgó de la tienda y me apoyo de la barra del pasillo de aquel centro comercial. Miro hacía abajo y observo a los niños divertirse en el área de juegos mientras sus padres están de compras.

Sonrío con ternura, y pienso en las veces que Boruto y yo hablamos de tener hijos. Cuando tuviéramos un trabajo estable y nuestra propia casa; tener dos hermosos y saludables niños. Entorno la mirada con pesar al ver que de nuevo pienso en el pasado y me torturo con ello.

Pero me convenzo siempre que es comprensible, cuando amas algo o alguien, es difícil de querer olvidar.

— ¿Vamos? — Chocho llega a mi lado, y asiento.

En su auto recorremos las calles, me invita un helado y luego nos dirigimos a su apartamento. Menciono querer mostrarme su vestido de novia, y presentarme al par de amigas que igual la acompañarían como dama de honor en su boda.

Al llegar aparca su auto en el estacionamiento, y al bajarnos dos chicas se acercan de inmediato, intuyo rápidamente que son las amigas de Chocho.

Una morena y la otra rubia.

Se saludan alegremente.

— Sumire, ellas son Yoyo y Sarada.

Se presentan amablemente, y yo hago lo mismo. Ingresamos al hogar de Chocho y enseguida me encuentro a la primera su precioso vestido de novia en un maniquí en todo el centro de la sala. Me acerco y acaricio ligeramente sus bordes escarchados.

Regresar [Boruto x Sumire]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora