Yoongi y Hoseok son compañeros de Universidad y compañeros de lucha, al frente de un movimiento que exige una Corea del Sur democrática. Ambientada en 1987, durante las manifestaciones contra el régimen autoritario.
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II. 1987.
Una revolución sin baile, es una revolución que no vale la pena.
Caminan lado a lado, sus puños se levantan a la par que sus voces exigen justicia. La tierra retumba bajo sus pies y advierten a todo el mundo que van al frente, que la lucha está allí y no se detendrá. Hay miradas curiosas en los edificios, transeúntes que se detienen a observar una más de las tantas manifestaciones que han ocurrido en ese año, los negocios bajan sus cortinas y la muchedumbre sigue avanzando.
El hombre que me ame,
Hoseok mira hacia a Yoongi, un torpe impulso que desea asegurarse de que sigue a un lado suyo cuando los militares avanzan hacia la manifestación.
reconocerá mi rostro en la trinchera.
Yoongi lo mira también, tirado por un hilo invisible que siempre lo lleva a buscar a Hoseok en la multitud, aun si está a un lado suyo o si le separan los metros, los garrotes, el gas o la sangre.
Toma la mano que Hoseok le ha extendido y, volviendo la vista al frente, siguen avanzando.
Rodilla en tierra me amará,
El primer golpe llega, pero es Hoseok quien lo recibe adelantándose al ataque; hace una mueca ante el dolor que se extiende en su hombro derecho y Yoongi se aferra al agarre de sus manos, jalando de él hacia atrás para poder arremeter una patada contra el militar frente a ellos. Hoseok le ayuda, empuja hacia el frente y otra patada de su compañero termina haciendo al hombre caer de espaldas.
mientras los dos disparamos juntos contra el enemigo.
Corren después de eso. Llevan los rostros cubiertos, aunque el delgado paliacate no es suficiente para salvarlos del ardor que el gas lacrimógeno les provoca. A duras penas logran colarse en una de las calles laterales y siguen corriendo, con militares pisándoles los talones. Una mujer, al fondo, ha abierto la puerta trasera de su establecimiento y agita el brazo en alto, dejando entrar a tantos estudiantes como son posibles.
Hoseok tira de la mano de Yoongi y lo hace cruzar primero, entrando de inmediato. Ayuda a la mujer y dos compañeros más a sostener la puerta hasta que es cerrada. La dueña hace correr una cortina metálica y el espacio se siente más seguro. La mujer les da un regaño acerca de ser revoltosos, pero ninguno de ellos la escucha.
Yoongi, contra todo pronóstico, sólo sonríe.
- ¿Estás bien?
Hoseok mira hacia abajo, ha perdido un zapato en algún punto de la persecución, pero no importa realmente, ni siquiera el dolor en su hombro, pues la mano de Yoongi sigue sujeta a la suya y es todo lo que necesita en tiempos de guerra.
