Epílogo

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La luz era perfecta y le daba a la escena un toque especial, como a las antiguas películas de pocos colores. El ambiente también parecía querer colaborar y el arbusto de follaje verde brillante y pequeñas flores rojas puestas en racimos justo detrás de la banca que compartían mis musas parecían un marco natural que no podía ser mejor.
Debía corregir un par de líneas en mi boceto.
—____, amor, ¿puedes colocar a Emily más de frente? —pedí desde mi lugar sobre el césped, a dos metros de ellas con el pedazo de papel sobre mis rodillas.
—¿Así, Just? —preguntó mi esposa, irguiendo a nuestra hija sobre su regazo. Los rizos de la pequeña Emily centellaron dorados con la luz del sol.
—Exactamente, están hermosas —dije maravillado. _______ sonrió y se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Gracias, papá —habló Emily con su vocecita chillona. Hacía pocos meses había empezado a hablar y ya sabía cómo introducirse en las conversaciones. 
Sus ojos mieles se perdieron en el vuelo de una mariposa que sobrevolaba la escena en el momento en que comencé a corregir líneas con mi carboncillo sobre el papel que había llevado hasta allí.
Era un día precioso en el parque, Emily había cumplido sus dos años, lo que quería decir que era más activa que su madre y yo juntos, no podía quedarse en casa pues ya conocía a fondo cada recoveco. Y, para variar un poco el escenario, decidimos dar un paseo por el parque e inmortalizar a la perfección de mis inspiraciones en otro dibujo. Mamá se ocupó de enmarcar varios de los dibujos que venía haciendo de su nieta desde que ella nació, según ella mis creaciones capturaban más emociones que lo que haría la fotografía.
Perfeccioné la línea de la pequeña nariz de mi hija, borrando la anterior y marcando una menos pronunciada sobre mi trabajo, esfumé la sombra de sus mejillas, redondas y sonrosadas, de esas que te invitaban a pellizcarlas o darle besos, como ella prefería. Emily se mantenía quieta sólo porque __ se lo pedía y peinaba los bucles de su pelo con los dedos. Una escena verdaderamente adorable.
Desde mi puesto no podía evitar quedármele viendo, olvidando por momentos mi bosquejo a medio terminar. 
Al observarlas, a mi esposa tan hermosa y delicada, con su pelo castaño y sus ojos verdes brillando a la luz del sol, su piel morena suave y tersa; y a mi hija, mi niña, mi pequeña Emily Anne, el fruto del enorme amor que profesaba por la mujer más preciosa del universo, sonriendo y haciendo de nuestras vidas un pedacito de cielo cuyo ángel era ella, me sentía más afortunado que aquel que se hubiera sacado la lotería, más afortunado que aquel que hubiera vuelto a ver luego de meses de letargo.

Y yo era más que el indicado para usar analogías como esa. 
Parecía un momento de mi vida tan lejano cuando fijaba mi mirada en ellas, en lo que había logrado, en lo que había ganado en tan poco tiempo, que resultaba casi imposible creer que mi camino había sido tan oscuro, tan opuesto a la escena que se reproducía frente a mí, colorida y llena de alegría.
Pensar que hay personas que pasan décadas antes de sentirse satisfechos con su vida, antes de decir ‘Soy feliz’, pero feliz de verdad, feliz con hechos tangibles. Y muchas otras que nunca habían conocido la felicidad por una u otra razón.
Y yo, simple estudiante de Medicina y paciente completamente recuperado de una operación que me hubo devuelto la vista, podía decirlo con todas las palabras: ‘Soy feliz’ y estaba agradecido por ello
Habían pasado cinco años desde aquel día en que las flores blancas colgadas en una Iglesia me abrían la puerta al mundo del matrimonio y aún sentía las mariposas en mi estómago al fijarme en la mujer que me acompañaba todos los días como la primera vez que la había visto, vestida de blanco al fondo de una habitación pálida de hospital. 
Tres años desde que una noche bastó para convertirme en padre cuando pensaba que jamás tendría ese honor, que un ciego jamás podría encajar en un rol como aquel, una de las tantas noches en las que había bajado las estrellas para mi ____ alcanzó para traer al mundo a una pequeña luz, adicional a la que mi esposa emanaba.

—¿Biebs? —me habló ____ sacándome de mi ensoñación, enfoqué mi mirada en ella y le sonreí —, ¿estás bien?
Mi esposa aún se preocupaba por posibles secuelas, no cambiaba más. Y no quería que lo hiciera.
—No —dije —, estoy más que bien.
Ella sonrió ampliamente y yo continué con mi dibujo. Ya no faltaba nada, sólo un par de líneas por aquí y por allá, un borrón por este lado y…
—Listo —musité dejando mi firma en la esquina inferior de la hoja.
—Quiero verlo —exclamó Emily intentando bajar del regazo de su madre. ____ la bajó con una risita y le tomó la mano hasta llegar juntas a mi lado.
—Te quedó hermoso, amor —habló ____ mirando las figuras estáticas que trataban de emular a las reales y perfectas. A ella sentada sobre la banca blanca del parque, con sus ojos puestos en mí, una sonrisa y sus dedos entre el cabello de Emily, nuestra hija posaba en las piernas de mi esposa, dulce y frágil como cristal, pequeña e inocente como un angelito sin alas—, como siempre —agregó.
—El dibujo no hubiera quedado perfecto de haber tenido otras musas, ustedes lo hacen hermoso —expliqué y ____ se inclinó para besarme.
—¡Papá! ¡Papá! —llamó Emily tirando de mi ropa. _______ y yo nos separamos.
—¿Qué pasa, preciosa? —le hablé reteniendo la mano de mi esposa.
Te quiero —musitó con su vocecita dulce y un apretón en el corazón hizo que derramara una lágrima.
—También yo, Em —afirmé y extendí un brazo para que ella se refugiara en mi pecho.

—¿Acaso estoy pintada yo, señorita? —refunfuñó __ a mi lado con los brazos cruzados y el ceño fruncido con fingido enojo. Emily rió.
—¡También te quiero, mami! —exclamó y se lanzó al cuello de ____ aún riéndose.
Mi esposa la envolvió en sus brazos y le dio un beso en las ondas del pelo de nuestra hija. 
—Gracias —le dije a ____—, sé que lo he dicho muchas veces pero lo cierto es que no sé cómo agradecerte lo que has hecho por mí en todo este tiempo. Me haces tan feliz que aún no creo estar viviendo esto —confesé.
_______ sonrió con los ojos vidriosos.
¿Me amas? —me preguntó y casi me sentí ofendido.
Con toda mi alma —aseguré —, y si es posible, cada día más.
—Con eso basta —susurró y Emily entre los brazos de su madre se cubrió los ojos al vernos besarnos.

Para poder vivir verdaderamente, hay que renacer.Para renacer, primero hay que morir a lo anterior.

Y para poder morir, primero hay que despertar…

FIN.

*** 

FIN CONCHETUMAREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE:-( NO LO SUPERARE :CCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCC DESPUES SUBIRE ALGO EXTRA CON LO QUE LES QUIERO DECIR POR QUE ESTOY DEMASIDO AGRADECIDA DE USTEDES ME HACIAN SENTIR TAN BIEN CON SUS COMENTARIOS WN DFGHJKL IA EZO XAO LHAS AMOH WAWAS<3

Midnight Light.|Justin Bieber| {adaptada}TerminadaWhere stories live. Discover now