035♡:"La visita de Santa"

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Maratón 3/5


Esa noche tuve un sueño muy dulce, uno muy real y que, incluso durmiendo y sabiendo que se trataba de una ilusión, deseé que se cumpliera. ________ y yo caminábamos por un sendero de hojas doradas y secas que caían de los árboles con extraña gracilidad, la imagen era poco nítida producto de mi ya conocida incapacidad para las imágenes pero me bastaba para reconocer ese rostro creado por mi mente y que buscaba por todos los medios emular la real y siempre tierna ____. 
La ________ de mi sueño vestía un sencillo vestido blanco que se ajustaba a sus curvas y una sonrisa remarcando sus mejillas, al verla tan feliz también sonreí, no podía evitarlo. Me detuve a besarla, incliné mi cabeza y luego de contemplarla con adoración uní mis labios a los suyos deseando que nada nos interrumpiera…
Cuando desperté a la mañana siguiente, ayudado por un eco de risas proveniente de alguna parte, sentí mi cama más fría e incluso más grande que de costumbre. Aún confuso tanteé el espacio vacío a mi lado sin encontrar rastro del cálido cuerpo de ____.
Me senté de sopetón preguntándome si la noche anterior había ocurrido o si había sido un sueño, me agarré la cabeza tratando de despejar mi mente y apaciguando el mareo por haber abandonado la almohada de golpe. Noté que estaba desnudo por lo que no podía haber sido producto de mi imaginación cuando no solía dormir en ese estado y mucho menos sabiendo que hacía frío.
La sonrisa se extendió rápidamente por mi rostro al recordar las sensaciones de la mejor noche de mi vida y me puse de pie con entusiasmo buscando mi ropa en el suelo y disponerme a realizar mi rutina de limpieza matutina.
Salí de mi cuarto tarareando una canción alegre luego de calzarme los lentes cuando escuché una melodía parecida mezclada en el aire con el aroma a chocolate y café que nacía en la cocina.
—Buen día, hijo —me saludó mamá—. Feliz Navidad.
—Feliz Navidad, mamá —me apresuré por abrazarla y le di un beso en la cima de la cabeza. No había olvidado que aquella era la primera vez que pasábamos una Navidad sin papá y eso, aunque ella no lo dijera en voz alta, claramente le afectaba.
—Feliz Navidad, Justin —dijo otra voz femenina desde donde sabía estaba la mesa del comedor. Sonreí, si ella seguía aquí, de seguro ____ también.
—Feliz Navidad, Gin —extendí mis brazos y ella me abrazó cariñosamente—. ¿Hay alguien más aquí? —pregunté.
—Yo, yerno —escuché la voz profunda de Greg—. Feliz Navidad. 
Ambos estrechamos las manos y estuve a punto de preguntar por ____. Comenzaba a creer que tenía turno en Urgencias.
—¡¡Feliz Navidad, ‘Justincito’!! —gritó una voz aguda desde alguna parte y Sara se aferró a mis piernas casi de inmediato.
—Feliz Navidad, estrellita —dije entre risas a mi pequeña cuñada.
—¡Ven! Quiero mostrarte lo que me trajo Santa —musitó eufórica y tiró de mi mano hasta el living —____, aquí está Just, quiero mostrarle mis muñecas.
—Feliz, Navidad, Biebs —dijo esa voz impregnada de ternura desde el suelo.
De inmediato, me arrodillé cerca y estiré una mano que ella tomó y la puso en la mejilla. Con los dedos delineé sus labios y me acerqué a saludarla con un suave beso mañanero cargado de significado. Esperaba poder transmitir todo el agradecimiento desde mi interior por haber permanecido, por haberme regalado la mejor de las sensaciones e intentando dibujar un esbozo de cuán grande era lo que sentía por ella.

—Feliz Navidad —susurré sobre su boca —. ¿Cómo has amanecido? —todavía con mis dedos en sus labios los sentí curvarse en una sonrisa.
Supe que estaba recordando las mismas escenas que yo en ese mismo momento.
—Maravillosamente, Santa me regaló lo mejor del mundo.
—¿Qué cosa? —interrogué perspicaz. Ella arrimó sus labios a mi oído izquierdo y susurró:
—A ti —la piel se me puso de gallina con el roce de su aliento.
—Pues, qué generoso es Santa —respondí.
—Qué humilde —dijo ella entre risas antes de volver a besarme.
—¿‘Justincito’? —me llamó Sara tirando de la lana de mi sweater—, ‘Justincito’, siente esto, es el regalo de Santa —a regañadientes me aparté de mi novia, casi había olvidado la presencia de menores en la misma habitación. 
Sara colocó en mis manos su regalo. Ya sabía qué era, yo mismo había comprado esa muñeca el día anterior acompañado por mamá, una Barbie, según ella, obviamente yo no podía precisarlo.
—Es muy bonita —dije—, ¿te gusta?
—Sí, siempre quise una de estas… iré a mostrársela a la tía Pattie —avisó y su voz se fue desvaneciendo hacia mis espaldas.
Me volví a ____ y le regalé otro beso. Era tan feliz y me encantaba tanto poder tenerla que podría pasarme el día entero besándola, en tan poco tiempo se había convertido en mi oxígeno.
—¿Abrirás tus regalos? —me preguntó ella en algún momento.

—¿Tengo regalos? —inquirí sorprendido, no recordaba la última Navidad en la que hubiera recibido presentes, más bien solía ir a dormir temprano para evitar escuchar las repetidas discusiones entre mis padres.
—Claro que sí —dijo ella alejándose de mí—. Ten, este es de Sara —me explicó mientras escuchaba el rasgar del papel frente a mí y depositó una cajita en la palma de mi mano.
Encontré la tapa y la abrí hasta sacar de ella algo esponjoso, incluso peludo que tenía una cadena corta colgando de un extremo.
—¿Qué es? —quise saber acariciando aquello con el ceño fruncido. ¿Acaso tenía orejas?
—Es un osito o eso creo, tiene cara de perro — dijo entre risas—, pero básicamente es un llavero, ella misma lo escogió para ti.
—Ah, sí, me hacía falta uno —musité y lo guardé en mi bolsillo.
—Este es de papá y mamá —dijo poniendo otra caja en mis manos—, y antes de que protestes por alguna razón, he de decirte que no se gastaron ni un centavo. Más bien hicieron algo así como reciclado de uno de mis intentos.
—Ok —acepté.
Esta caja era más grande y plana que la del regalo de Sara, la destapé y dentro sentí algo suave, parecido a la lana de mi sweater, cuando lo saqué y desenrollé supe que era una bufanda.
—La tejió mamá personalmente, yo lo intenté pero no salió nada bueno —se rió entre dientes. Por mi parte la sonrisa no me la borraba nadie.
—Es genial —musité envolviendo el tejido a mi cuello —, ¿de qué color es? —pregunté para hacerme una idea.

—Azul, fue mi recomendación —aceptó—, ¿recuerdas cuando te dije que te quedaba precioso ese color?
—Claro que lo recuerdo, esa noche estuve a punto de sufrir un infarto, no podía pedirme que sintiera tu ropa y luego decirte que estabas hermosa —le reprendí—, estuve a punto de mandar todo al demonio y confesarlo todo.
—¿Y por qué no lo hiciste?
—Tenía miedo a que me dejaras —susurré avergonzado.
—Ahora sabes que eso no iba a pasar —dijo acariciándome la mejilla con sus dedos cálidos.
—Sí, fui un tonto. Lo peor es que estaba al tanto de mis sentimientos desde mucho antes, desde la noche en la que me quitaste los yesos. Recuerdo que quería irme por las tuberías —acepté.
—Yo hubiera saltado tras de ti —dijo muy segura y me dio un beso corto—, pero no importa cuándo nos hubiéramos dado cuenta de esto, lo importante es que estamos juntos —concluyó ella sobre mis labios.
—Y que no pienso ser tan ******* como para echarlo todo a perder —agregué.
—Sé que no —murmuró antes de empezar otro beso—. Ahora falta mi regalo—dijo y un segundo después colocó una pequeña bolsa de tela en mi mano, me dio un beso en ella y la abrí.
Del interior saqué una cinta que tenía un ligero peso en un extremo. Deslicé mi dedo por la cinta y descubrí que el peso era producto de dos corazones unidos que, a juzgar por la temperatura, eran de metal.

—Es una pulsera, la cinta es roja. La hice yo, bueno, el dije no pero pensaba que sería una buena representación y para que me recordaras cuando no estoy contigo —explicó mientras anudaba la cinta a mi muñeca izquierda.
—Gracias —susurré emocionado buscando su rostro con la otra mano, pronto lo hallé y le besé los labios con tanta suavidad como el roce de las alas de una mariposa—. Entonces, sólo falta mi regalo —dije con mi frente unida a la de ella—, supongo que está bajo el árbol.
____ me dio un pequeño beso y la sentí alejarse. Esperé a que terminara de romper el envoltorio.
—¡Ay, Just! Me encanta —exclamó.
—¿De verdad? Mamá dijo que era bonito…
—Claro, amor, debiste de haber gastado mucho dinero —me regañó.
—Prácticamente no tengo gastos, __ y esto es sólo una parte de lo que te mereces —expliqué recordando la gargantilla de plata del que colgaba un dije con forma de estrella y al que había hecho grabar las palabras ‘Te amo’ al reverso.
No me había costado tanto en realidad, así y gastara miles de dólares en ella seguiría debiéndole todo lo que soy.
Eres la luz de mi medianoche, ¿lo recuerdas? —le dije colocando una mano bajo su oreja.
—¿Sabes qué? —me preguntó ella cruzando sus manos en mi nuca y acariciando mi nariz con la suya.
—¿Qué?
—También te amo —susurró y el beso siguiente me dejó sin aliento.
—¿Chicos? Uh, perdonen —dijo la voz de mamá desde atrás. 
________ se separó de mí y ambos tomamos asiento en el sillón levantándonos del suelo.

—Les traje chocolate caliente —avisó tomando mis manos y colocando una taza entre ellas, el vapor me acarició el rostro.
Sin embargo el chocolate era lo de menos, la voz de mamá sonaba triste.
—¿Estás bien, mamá? 
Mamá guardó silencio por bastante tiempo y eso no me gustó nada.

*** 

Holaaa cccc8 lo sé soy bipolar a veces subo capítulo como a las dos de la mañana y a veces que hora es las nueve? dfghj ñe

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