Eclipse

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La prometió la luna y ni siquiera fue capaz de alcanzar las estrellas.

Y mientras él, con sus amigos, vagaba por las calles en la inmensidad de una noche profunda. Ella le esperaba ilusionada junto a su ventana, demasiado nerviosa como para contener la euforia que se formaba en su interior cuando sabía que tenía todo lo que deseaba.

Sin embargo, con el tiempo, ella comprendió que no volvería y que todo lo que había ocurrido no era más que una fantasía. Que lo que para él no había significado nada, para ella era un mundo.

Ya no se volvieron a encontrar, él salía cuando la luz del alba se mostraba y contribuía iluminando la ciudad. Ella, desolada por lo acontecido, se vio sumida en la oscuridad de una noche eterna que no la dejaba dormir e iluminaba el firmamento al atardecer.

Compartían el mismo cielo sin darse cuenta, compartían la misma luz. Se precedían el uno al otro todos los días como dos completos extraños.

Él sufría en silencio, bajito, añorándola en su intimidad y rayándose la cabeza imaginando que podría haber ocurrido. La cara de ella se tornó áspera, fría. Sus lágrimas resonaban en el quejido de su voz y se depositaban en el cielo creando pequeños puntitos perceptibles desde cualquier lugar. Para que él supiera que estaba ahí, para que ambos lo supieran.

SeptiembreWhere stories live. Discover now