2.Suerte

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Estaba seguro de que no debí tentar mi suerte... Por que después de que mi nuevo amigo me abandonara a mi suerte para irse a su salón, me caí de boca al menos unas quince veces... Si que el suelo era resbaloso o había piedras invisibles en el suelo, que otra explicación había a menos que no sepa caminar, podría ser una opción... En fin, solo restaba ir al salón de clases, pero adivinen que... Como idiota me perdí, ahora me arrepentía de no haberle preguntado donde diablos estaba el salón... Llegué tarde y para colmar mi paciencia ahí estaba el grupito de chicos que se burló de mi, cuando llegué inmediatamente empezaron a murmuran entre ellos, no escuché lo que decían por el simple hecho de que estaba a tres metros de ellos, amar a alguien es difícil... Pero odiarlo, era la más fácil del mundo, cualquiera aprobaba el examen de: " Como odiar gente " . Y no estoy exagerando, tengo razón ¿O no...?.

- ¿Puedo pasar...? - pregunté casi en un susurró, cómo que el profesor se veía muy... No sé, ¿Intimidante? Apresar de solo traer puesto un suéter de lana marrón y el pelo recorrido hacia atrás con gel, incluso tenía lentes...

- Claro pasa... Eres él nuevo ¿Verdad?- cuestionó a lo que yo simplemente pude sacar un sí muy bajo y débil de mis entrañas - Pero antes preséntate a la clase - yo asentí, y entre después.

¡Ooh! ¡Dios! Creo que estoy temblando... Caminaba lentamente con la mirada en el suelo, mis manos sudaban y moría de los nervios, los cuales trataba de ahuyentar jugando con los dedos de mis manos. No estaba funcionando, tragué saliva y dejé de caminar cuando al fin ya habia llegado al frente de la clase, con el profesor detrás de mi. Por esto odiaba tanto las presentaciones en grupo... No sé por qué o la razón, pero siempre me entra un pánico horrible.

Fijé mi vista en el grupo, al fin había conseguido levantar la mirada, pero a consecuencia mi corazón latía tan rápido que pensaba que en cualquier momento dejaría de funcionar. Mis ojos, ellos... ¿A caso se han humedecido? ¡Hay no! No llores, por favor no llores Kim SeokJin.

- Hola... Yo so-y Seok KimJin... - espera un segundo ¿Que fue lo que dije? ¡OMG! Alta pena, ¿Alguien me puede prestar un palo? Le voy a pagar a alguien para que me golpé con él. - ¡Kim SeokJin! - corregí lo más rápido que pude. - Mi nombre es Kim SeokJin... - repetí cabizbajo y con la cara roja. Seguro quedé como un tonto...

La clase se rió, se estaban riendo... ¡De mí! ¡Oh dios mío! ¡Se están burlando de mí! Ahora... Enserio ¿Quien me presta un palo?.

- ¡Silenció! - exclamó él profesor haciendo que se silenciara el salón y asustando me a mí. - puedes proseguir - lo miré por un momento y él me sonrió.

Volví a mirar al frente, no quería ni parpadear, ya que si lo hacía segura y realmente lloraría. Y no quería... suspiré profundo tratando de calmarme, no estaba funcionando.

- Estoy aquí por qué... Eh... me expulsaron por mal comportamiento... - al menos no estaba tartamudeando. - tengo 22... Y... Nada, ¡Gracias! - dí una reverencia, aún que parecía un rama que se había roto por la mitad. ¡Estúpidos primeros días de clase! Estúpido yo...

- Puede sentarse - me concedió el profesor, ¡Por fin! Yo solo asentí y me fui rápidamente aún asiento desocupado.

Por suerte para mí, estaba del otro lado de aquellos chicos, suspiré aliviado, ya que por fin estaba en mi lugar y por suerte nadie me estaba mirando. A excepción de él, ese chico moreno solo me seguía mirando fijamente, me incómodo así que me reincorpore en mi asiento volviendo la vista al frente.

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Al término de las primeras clases, por fin pude salir al receso, estaba tan ansioso y muriendo de hambre que prácticamente salí corriendo del salón sin siquiera guardar antes mis cosas en la mochila.

Al llegar a la cafetería y pedir mi comida, comencé buscando un lugar para sentarme, después de un tiempo encontré uno vacío en su totalidad, así que decidí que ahí me sentaría.

Comencé a comer, estaba en paz y tranquilidad, nadie me veía, nadie me molestaba, pero todo se fue por el caño cuando sentí la presencia de alguien frente a mi, levanté la vista de mi plato y ahí estaba, aquel chico moreno de ojos avellana.

No me importa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora