No importa realmente la época, siempre que existan las personas habrá alguien que esperará algo de otra, creando expectativas con pocas o muchas bases, anhelando que se cumpla algo que no necesariamente tiene que ver con lo que ésta desee. ¿Tendría que ver con los deseos frustrados de uno mismo? Quizás.
Para Jeon Jungkook eso era pan de cada día, algo con lo que debía convivir hasta el último de sus alientos. Como hijo de una familia reconocida por su linaje alfa, se suponía que debía hacer honor a aquello, pues el que sea el segundo hijo del matrimonio no debía interesar en lo más mínimo, no cuando su nacimiento había sido prácticamente planeado por sus padres. Iba a nacer a finales de agosto, se iba a educar en las mejores escuelas para entrar a una excelente universidad y graduarse en finanzas con tal de seguir en el negocio familiar, desde joven interactuaría con Kim Jisoo, hija de sus amigos y socios, los Kim, construirían una relación y terminarían casados, formando una familia de la que obviamente saldrían herederos alfas. Y luego, la historia se repetiría.
Los Jeon habían calculado absolutamente cada segundo de la vida de su hijo, quien era muy inocente para negarse.
Cumplir los deseos ajenos era algo complicado y Jungkook supo que no podría llenar esas expectativas a sus cortos cinco años, cuando descubrió que las mariposas en su estómago no aparecían cuando jugaba con Jisoo, sino cuando veía a un niño de cabellos negros a la salida de su jardín de infantes. Ese niño era algo gordito aunque algo más alto que él, siempre de pie esperando a uno de sus compañeros de clase, Park Jihyun, para irse con él de la mano. ¿Serían amigos? ¿Sería su omega? Inconscientemente fruncía el ceño cada vez que veía a Jihyun, lo detestaba y no entendía por qué.
Incluso a sabiendas que a sus progenitores no les gustaría la idea, al pequeño Jeon realmente le ilusionaba enlazarse con un omega varón, con ese omega bonito que procuraría arrancar de las horrendas manos de su compañero de jardín. ¿Por qué sus padres se enfadaban tanto cuando hablaba de querer marcar a un chico y que éste tenga sus cachorros? Era normal, o eso decía su maestra. Los adultos eran extraños.
El menor de los Jeon debió suponer que algo pasaba por la mente de sus mayores en cuanto decidieron que iría a la escuela primaria más alejada de su hogar, un sitio enorme que no le permitió volver a encontrarse con el chico bonito, quedando nada más que como un recuerdo guardado que fue olvidado a medida que se desarrollaba. Claro que la táctica de sus padres había funcionado, los niños suelen perder el interés con rapidez, centrándose en otras cosas, como lo serían nuevos amigos y nuevos retos, ¿no? La exagerada competitividad de Jungkook desató su amor por la perfección, volviendo a alinear su futuro con las metas de sus padres sin siquiera notarlo.
Todo marchó relativamente bien, o esperable, hasta su tan ansiado cumpleaños número quince. La noche del treinta y uno de agosto, Jungkook se acostó con una sonrisa en su rostro, después de todo a la mañana siguiente podría ser capaz de escuchar a su lobo interior, tendría cambios en su contextura y por sobre todo tendría un aroma definido para poder atraer a más de algún buen omega que quisiera experimentar con él. Pensando en las mil y un opciones de todo eso, es que cayó en un profundo y agradable sueño.
Decían que las presentaciones de los alfas podían ser ruidosas, pues su cuerpo entraba en un calor casi inmediato y sus lobos se desesperaban por ser capaces de encontrar a su omega, solían tornarse violentos durante la noche y las feromonas que soltaban podían ser realmente concentradas, sin embargo, para Jeon no hubo nada de eso, abriendo sus ojos en cuanto la alarma de su teléfono comenzó a sonar.
¿Sentirse diferente? Un poco quizás. Se apresuró a ponerse de pie y contemplarse en su espejo de pie, en efecto, se veía más alto, con mayor contextura e incluso más varonil, el color de sus ojos aun tenía vestigios de tonos rojizos y desde el interior de su pecho era capaz de sentir a su compañero lobo aullando con fuerza. Era un alfa.
–¡¿Qué mierda, Jungkook?! – La voz de su padre resonó en su habitación con furia.
–¡Papá soy un...! –
–¡Hueles a un puto omega! – Gruñó el jefe de familia.
¿Qué?
El menor no tembló ni se inmutó, su lobo era orgulloso y no se dejaría pisotear ni por su propio padre.
Jungkook frunció el ceño y un gruñido salió desde lo más profundo de su garganta. Un momento. Inhaló con profundidad y entonces lo notó, él no olía a madera, café o tierra, no poseía un aroma fuerte o masculino, no, él olía dulce, justo como el algodón de azúcar, justo como debían oler los omegas.
–¿Qué...? – Las palabras quedaron atoradas en su garganta y sólo pudo mantener su mirada fija en los orbes iracundos de su padre, tratando de buscar una respuesta.
–Eres un puto alfa defectuoso. –
Jeon Jungkook supo a sus quince años que definitivamente sería incapaz de cumplir con las expectativas de sus padres, no cuando había nacido a inicios de septiembre, no cuando se sentía atraído hacia los hombres en lugar de las mujeres y por, sobre todo, no cuando olía como un omega a pesar de ser un alfa.
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Hi, hi.~
¿Qué tal personitas bellas?
Como yo no aprendo,
traigo una nueva historia kookmin,
una a la que le apuesto todo lo que tengo
-que no es mucho en realidad-
hahahahaha.~☆
Si se interesan en leer
este omegaverse
¡se los agradezco con mi corazón de mochi!
En serio, espero que les guste♡
Cuídense mucho, ¿sí?
Beban agua, coman apropiadamente
y escuchen No More Dream de BTS.~♫
♥Yonassi♥(Cold Mochi)
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Defective [ KookMin ]
Romance« Un alfa que huele a algodón de azúcar. Un beta que posee aroma. Jungkook es defectuoso, Jimin es defectuoso y por eso ambos estaban destinados a estar juntos. » ♡ Fanfic KookMin ♡ Omegaverse ♡ Capítulos cortos ♡ Mención de otras shipps