Defective [ KookMin ]

IX

El que existan millares de escenarios diferentes no ayudaba a Jeon a que en su mente apareciera la cita perfecta. Sí, puede que sólo sea una improvisada primera cita, sin embargo, eso no quitaba que el alfa no estuviese entusiasmado. Extrañamente, una sonrisa dibujaba sus labios mientras su pulgar daba ligeras caricias a la pequeña mano que sostenía.

–Creo que este sería un buen lugar para comer. – Dijo el castaño, deteniéndose luego de avanzar un par de cuadras.

El rubio continuó en silencio y aun cuando tenía el ceño fruncido, el contrario podría denotar el rubor en sus esponjosas mejillas.

–Bien, pero si no me gusta la comida iremos a otro lugar. – Decretó.

–Por mí, no hay problema. – Respondió Kook sin soltar al más bajito, arrastrándolo al interior del local con suavidad.

El sitio era acogedor, un típico restaurante familiar donde suponían podrían comer algo delicioso. El aroma de la carne se sentía por doquier, opacando a las personas que se encontraban en las mesas, en general eso era bueno, es decir, así nadie se mareaba por el exceso de olor de cuantos alfas y omegas hubiesen, no obstante, para Jeon eso no había sido muy grato, él quería poder reconocer la fragancia de Jimin en cualquier parte.

Tomaron asiento en un sitio junto a una pared, donde nadie los interrumpiría. Podía parecer una reunión un poco incómoda, pero el más alto casi podía gruñir de júbilo. Una mesera pronto hizo acto de presencia para entregarles los menús antes de volver a desaparecer.

–Bien, Jungkook... – Inició el de doradas hebras. – Antes de que digas cualquier estupidez, te dejaré en claro una cosa. – Su semblante tierno parecía endurecerse conforme pasaban los segundos, aunque aquello sólo enloqueció al alfa. – Yo no soy un jodido omega, sí, tengo un maldito aroma dulce porque me gusta usar perfume, pero no, no soy omega, no me vas a ver con el culo mojado ni llorando porque un alfa me folle. No tendré bebés, ni un lazo ni ninguna de esas cosas, así que si vuelves a llamarme así te dejaré sin descendencia. –

Las palabras del bajito estaban llenas de rabia y honestidad, Jungkook podía notarlo, aunque muy en el fondo no lo comprendía, no cuando su lobo le gritaba que ahí estaba su omega. Pero... si decía que no era omega, era por algo, ¿no? Bien, debía concentrarse en aquello, porque si continuaba prestando atención al vulgar lenguaje del rubio terminaría con una dolorosa erección. Si Jimin decía que era un beta, entonces sería su beta.

–Entendido. – Respondió el de cabellera castaña, encogiéndose de hombros. – Pero de cualquier forma tengo que sigo pensando que eres mío. –

–Ugh. ¿Tú también tienes complejo de alfa? – Un rastro de decepción cruzó el rostro de Park.

–¿Complejo de alfa? – Cuestionó parpadeando un poco antes de fruncir el ceño. – Yo soy un alfa. –

Jimin se mantuvo en silencio, aunque su expresión de incredulidad lo decía todo, y aquello sólo hizo hervir su sangre.

–Definitivamente no eres tú, entonces. – Gruñó el alfa poniéndose de pie con rapidez. – Olvida la cita, no importa. –

El lobo del castaño estaba herido, ¿cómo se suponía que su pareja iba a cuestionar su linaje? Eso no era posible. Claro, continuamente muchos lo confundían con beta, incluso con un omega producto de su aroma pero se suponía que Jimin no debía hacerlo. De seguro la Luna había vuelto a cometer un error con él.

–Mierda...¡espera! –

Jeon pudo escuchar el murmullo de las personas mientras se retiraba del lugar con el alma trisándose.

–¡Jungkook! – La voz de Jimin resonó y sólo pudo suspirar, sin intenciones de detenerse. –¡Maldita sea, Jungkook! – Volvió a gritar el más bajo. – ¡Detente de una vez! ¡Mierda, lo siento! –

Y con sólo escuchar aquellas palabras el alfa interior del nombrado saltó de felicidad. Se sentía traicionado por sus pies y por su interior. Con una fría expresión, volteó para ver como el rubio se paraba frente a él.

–Lo siento, ¿está bien? – Su voz era sincera, a pesar de que su mirada nunca se cruzó. – Sé lo que se siente que no te crean. – Jeon intentó mantenerse firme aun cuando aquellos apetitosos labios eran atrapados por los perlados dientes ajenos. – Supongo que puedes ser un alfa... mierda, no lo sé. – Sus pequeñas manos alborotaron sus claros cabellos para por fin verlo a los ojos. – Yo no soy un omega y tú no eres un beta, no sé si esta mierda va a funcionar pero no puedes jodidamente terminar con esta cita. –

El corazón del alfa martilleaba con fuerza y aguantaba las enormes ganas que tenía de sonreír ante el rubor en el rostro ajeno.

–El puto beso que me diste fue magnífico y puedes apostar a que quiero otro pero...¡ugh! – Bajando sus hombros frunció el ceño.—Hasta hace unos días me gustaba ese bastardo de Yoongi, y no estoy seguro de que esto sea una buena idea. Yo no tengo un lobo que escuchar ni ninguna de esas mierdas, pero algo me dice que no puedes irte ahora. –

No iba a mentir, Jeon se sentía desconcertado, con el entrecejo junto inhaló profundamente intentando ordenar sus pensamientos, no quería emocionarse y tampoco quería arruinarlo, lo cierto es que no tenía la más mínima idea de qué hacer. Su lobo se removía en lo más profundo de su ser, pues su instinto sólo le gritaba que no se apartara, que aceptara a Jimin y lo que éste le ofreciera, por muy insignificante que sonara. Claro, se supone que no debería conformarse con migajas, sin embargo, con el beneficio de la duda siempre podría aspirar a más, y aquello, era lo que movía el corazón del alfa.

Cuestión de orgullo o no, el alfa demostraría su linaje. Sólo un par de pasos y la distancia desapareció, las grandes manos del castaño tomaron con firmeza las caderas del rubio para agachar un poco su postura, y antes de que el contrario pudiese argumentar algo, reclamó sus labios en un ardiente beso, uno que liberaba todas las tensiones, cada una de sus emociones, un beso que planteaba su frustración y su deseo, su amor, su desesperación, un beso capaz de mover el mundo de los dos.