Los síntomas son claros, pero para Do KyungSoo es la primera vez. Nunca se ha enfermado al punto de tener que interrumpir su trabajo, porque esta rara enfermedad le hace fallar en sus tareas.
Cuando el virus llega a su cuerpo, él está todo menos pr...
Fue un lunes cuando lo vio caminar por los pasillos de la compañía. Nunca antes lo había visto, podía asegurar que era una de las nuevas admisiones de la empresa, pero... ¿En qué departamento estaría?
Do KyungSoo llevaba cinco años en el área de contabilidad, conocía a todos los empleados, y había visto partir a muchos otros. Se llevaba bien con sus compañeros, de hecho, varios acudían a él para obtener un buen consejo, y por qué no, también un "préstamo"; después de todo, Do KyungSoo no podía decirle que no a nadie aunque no volviera a ver en esta vida su dinero.
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Todo parecía ser igual que siempre hasta que decidió ir por una taza de café, y entonces lo encontró. Aquel joven estaba de espaldas hacia él, intentando descifrar cómo se utilizaba aquella monumental impresora con miles de botones y diferentes funciones en la pantalla. Quiso acercarse para ayudarle, pero otra persona fue más rápida que él y le enseñó. Era bastante simple, un click aquí y allá bastaba para que la máquina funcionara. Agradecido por la explicación, el muchacho le brindó una gran sonrisa a su salvador. KyungSoo solo pudo ver su perfil y un poco de aquella expresión, y eso fue suficiente para que obtuviera el virus de una agridulce enfermedad. Retrocedió lentamente con el fin de abandonar la sala y volver a su tranquilo escritorio. La misma sonrisa lo siguió durante unos cuantos días, cuando de casualidad lo encontraba teniendo una charla muy amena con algún compañero.
Había algo en él que lo hacía sentir diferente, una cosa molesta y extraña que no le dejó concentrarse en sus tareas durante aquella primera semana del mes.
—Oye KyungSoo, ¿te pasa algo? —le había preguntado su amigo JongDae en el refrigerio mientras se decidía entre el sándwich de queso o el de pollo.
—Nada —respondió calmado—. ¿Por qué lo dices?
Su compañero se alzó de hombros. —Te noto algo diferente últimamente, pero si tú dices que estás bien entonces lo estás.
JongDae no insistió con el tema y se dedicaron a almorzar tranquilos, como siempre, conversando sobre la entrega de los reportes financieros para esa semana.
Luego del almorzar volvieron a sus lugares para continuar con su trabajo. Debía admitir que aquella semana no le estaba yendo de lo mejor. El día viernes el balance financiero no le cuadró, lo cual lo puso de muy mal humor durante las próximas cuatro horas laborales que le quedaban. Todo era muy extraño, en sus cinco años jamás había fallado en hacer los estados contables ni mucho menos se había demorado casi medio día para terminar uno de ellos.
Algo no andaba bien con él esa semana, pero decidió dejarlo pasar.
—¿Ya te vas? —le preguntó su sunbae, Kim MinSeok, llamando su atención, a lo cual KyungSoo respondió con un leve asentamiento de cabeza—. ¿Quisieras venir con nosotros a comer piel de cerdo frito y a beber unas cuantas copas de Soju? Hace mucho que no vamos donde la señora Kang.
Estuvo a punto de aceptar, pero vio a JongDae haciéndole señas para declinar la oferta, y aunque no lo entendió a la primera, decidió seguirle el juego.
—Lo siento sunbae, hoy estoy muy cansado —se excusó de forma respetuosa.
—Está bien, te vi batallando todo el día con tu reporte así que deberías ir a descansar. Nos vemos el lunes.
KyungSoo se despidió de ellos muy agradecido por dejarlo en libertad para gozar de una tranquila noche en su cálido hogar.
De camino a casa, una fuerte lluvia le hizo compañía, viéndola a través de la ventana del bus. Esperaba que cuando tuviera que bajar ya se hubiera detenido porque no traía paraguas, ya que no se suponía que ese día lloviera. Cosas fuera de lo común estaban pasado, y lo dejaban cada vez más incómodo. Afortunadamente, quedaban unos cuarenta minutos para llegar, contaba con eso para despedir a la lluvia mientras tanto.
Y así sucedió, la fastidiosa nube llorona no lo siguió hasta su pequeño departamento. Subió las escaleras del edificio, contando cada peldaño, mientras iba hacia arriba, una costumbre que había adoptado desde que era niño. Le encantaba contabilizar todo, por eso, no pudo escoger mejor carrera.
—Cincuenta y uno, cincuenta y dos, cincuen-
El timbre de su celular lo interrumpió. Cuando miró la pantalla se dio cuenta que era un número desconocido, pero aun así decidió responder.
—¿Diga?
—¡Oh! Ah... Creo que me he equivocado —dijo la persona en la otra línea y colgó. Se trataba de un muchacho, parecía joven por el tono de su voz.
KyungSoo miró confundido la pantalla de su celular, pero no pudo hacer nada más que guardarlo y seguir con su camino.
—¿En dónde me había quedado?
¡Genial! Hasta contar las gradas le iba a salir mal.
Cuando estuvo en su acogedor hogar, tomó una ducha como todas las noches, encendió una vela aromática y ambientó la habitación con uno de los perfumes que había comprado para usarlo como "aromaterapia". Era una especie de ritual antes de ir a dormir.
—La próxima semana todo irá bien —se dijo.
Y se fue a la cama con ese pensamiento, aunque la verdad su cuerpo estaba por sufrir un cambio debido al virus adquirido el lunes por la mañana.
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🦄 +++ Holi! Bien... Venía de camino a casa cuando en el reproductor se puso mi canción favorita de SHINee, la cual escribió mi adorado Jonghyun: Symptoms. Entonces esta historia vino a mi mente de golpe y no me pude resistir a escribirla 🙈 Es una temática ya usada pero quería contar mi versión.
Espero que les guste💕 si es así, deja un comentario y una estrellita aquí 🙆🏻♀️
