4¿Una cita?

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Fueron pasando los días, las semanas, los meses y nuestra amistad volvió a ser la que era, al igual que mis sentimientos por él, pero eso no importaba, era feliz con el simple hecho de estar a su lado.

Solíamos hacer bastantes salidas en grupo, ir al cine, cenar fuera, a veces, ver películas en casa del otro hasta el anochecer y luego salir al jardín para ver las estrellas tumbados en el césped. En una de esas noches me habló de la lluvia de estrellas que habría en unas semanas. Me pidió que le acompañase y acepté encantada la invitación.

Estaba ansiosa por nuestra cita¿Era una cita? Bueno lo que fuese. Había estado tan emocionada imaginando como podría ser, que olvidé algo importante, el problema que a toda chica se le presenta alguna vez en la vida. No sabía que ponerme.

Cansada de mis desastrosos intentos por estar presentable, llamé a Liz pidiéndole ayuda y media hora más tarde se presentó en mi casa, con un vestido floral entre sus manos, un estuche de maquillaje y una sonrisa de oreja a oreja.

Me encontraba sentada en la silla de mi escritorio, mientras me retocaba mi, ahora liso, cabello castaño y resaltó un poco más mis ojos color miel con algunas sombras y un poco de máscara de pestañas.

Cuando iba a levantarme para ver el resultado final, llamaron al timbre.

—Mierda, no estoy lista.

—Tranquila, respira—dijo riendo por mi nerviosismo—Estás preciosa.

—Gracias—dije algo tímida.

—Ahora corre y enamora a tu hombre.

—¡Liz! —grité algo sonrojada, riendo por su atrevimiento.

—¡Mujer, no le hagas esperar!

Asentí y bajé las escaleras corriendo para encontrarme a Andrew detrás de la puerta, vestido con unos vaqueros negros y una camisa blanca remangada hasta los codos, con su cabello despeinado y su sonrisa adorable. Estaba irresistible.

Estrellas fugaces(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora