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Lo que más me dolía, era ver cómo podías llevarte mejor con aquellas chicas que conmigo, después de darte tanta confianza, ¿por qué no podías ser conmigo así como eres con ellas? ¿por qué a mí tenías que venderme quella puta mentira si me querías tanto? Ahora, en el tiempo y la distancia, no intento entenderte, ni saber tus malditas razones, ¡ja! Sobra decir que no te veo de la misma forma, hay instantes, en los que imagino todo diferente, imagino que nunca me mentiste, que en realidad valorabas nuestra relación, y que nunca habrías sido capaz de engañarme así y luego utilizar a alguien más para hacerme saber la verdad como si realmente fuera un alivio librarse de mí, esa sensación no se irá, no de mi mente, no de mis recuerdos, por aquellos instantes, solo quiero volver a conocerte, en otras circunstancias, como si de un desconocido se tratase, y duele, duele porque yo me dije aquel momento en el que me confesaste una mentira fugaz, yo pensé y me repetí, todo para llenarme de valor: El es diferente, el no me mentiría, puedo confiar en el, puedo ver todas las cosas hermosas que en el habitan, yo puedo, y todo se debe, a que el es diferente, a que el no me dañará. ¿Cuántas veces me rompí en frente tuyo? ¿En cuántas otras te confesé esa linda, nueva y omnipotente sensación que en mí despertó? Era como haber estado en aquel letardo en el que se debate vivir o morir, es esa sensación de revivir en el cielo, sintiendo la seda en tus dedos, el fino pasto bajo tus empeines, o el dulce olor de las rosas, mi corazón se sentía cálido, felíz, encontrado, vivo de nuevo, tuve tantas expectativas, tantos sueños de lo que serías, que sólo veía la actitud agria por dentro que mostrabas y aquella acción que veía como una salvación, solo me alzaban a falsas ilusiones en lo que sería una clara perdición.





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