capítulo 4. las estrellas me coquetean

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La noche había llegado y salí de mi casa para encontrarme con Bernardo a la hora acordada.

Llegué al antro pero no veía a Bernardo.

- Esta padre la música me dan ganas de bailar pero, ¿dónde está Bernardo?.

- Hola Diego -. Me dijo Bernardo quién apenas había llegado.

- ¡San Bernardo! Cada día te pones más bueno-. Dije con una voz pícara.

- Tan lindo como siempre, qué te parece si vamos a un lugar más privado digo para avanzar más en nuestra "relación".

- Mmm bueno pero antes invitame unos tragos.

- Esta bien, pide lo qué quieras.

Me dirijo al mesero y procedo a pedir mi trago.

- Disculpe me da 2 whiskies

- Pero yo no voy a tomar -. Me respondió Bernardo.

- Lo sé, los tragos son para mi tonto.

- Aquí tiene, señor -. Me dijo el mesero.

- Gracias -. Le respondí.

Luego de terminar mis tragos sentí demasiado calor,  por culpa de la bebida mi temperatura corporal estaba subiendo.



- Como que hace calor aquí, porque mejor no vamos a un lugar mas fresco.

- Eso quería escuchar nene.

Bernardo y yo salimos del antro, él me estaba guiando al lugar donde íbamos a estar solos pero para mi sorpresa me llevo a un hotel.

- Vaya... ya veo a que te referias con un " lugar más privado."

- No te hagas, si bien que quieres.

Mientras miro a mi alrededor a lo lejos veo a Mateo y no sé porque pero de pronto mi estado de animo ya no era el mismo.

- Bien... vamos, entremos al cuarto del hotel -. Le dije a Bernardo con una voz melancólica y acompañada de un largo suspiro.

Al decir esto Bernardo me abrazo por detrás tocando sutilmente mi cintura mientras me besaba el cuello dándome a entender sus deseos.

No sé como pero Mateo logró verme con Bernardo, a decir verdad me sentía un poco incómodo con lo que me estaba haciendo Bernardo pero aún así no puse la más mínima resistencia, sin embargo no sé como sucedio pero Mateo se dió cuenta de lo incómodo que estaba la verdad me sorprendió bastante lo rápido que logró llegar al lugar dónde me encontraba ni siquiera pude poner un pie dentro del hotel. Él realmente es un genio en todo... supongo.

Cuando él logró estar a mi lado sostuvo mi mano con firmeza.

- Diego, ¡Vamonos! -. Me lo dijo con una voz fuerte sin la necesidad de gritar y sostuvo aun mas fuerte mi mano pero no me dolia de como apretaba mi mano a decir verdad me sentía tranquilo sosteniendo su mano.

- Tú, ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en una fiesta? -. Dije confundido,

-Eso no importa ¡Vámonos!.

- ¡No quiero, suéltame!, yo pasare mi tiempo con Bernardo.

- DIEGO...! -. Su tono de voz parecía como si estuviera regañando a un niño pequeño.

- Ya lo escuchaste amigo así que vete, no puedes notar qué queremos tener tiempo a solas.

- Simplemente no puedo quedarme quieto y no hacer nada, tal parece que tú no te haz dado cuenta de que el se siente bastante incómodo.

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