4

195 34 6
                                    

¿Ya habías herido a alguien antes?— la voz de Nathan me distrae por completo. Aún estoy mirándome las manos ensangrentadas y no puedo pensar en nada más. Creo que lo que contemplo es una obra de arte y quizá podría ser más bonita de lo que ya es.

—Excelente pregunta— digo con voz tranquila. Ver sangre en mis manos solo hace que la grieta de la locura en mi mente se haga más grande y se que eso puede ocasionar un daño profundo en mis planes y no quiero arriesgarme a nada.

—Por si no lo sabes los asesinos verdaderos no se asustan con la sangre— su voz resuena entre los pequeños gemidos de las chicas y por alguna razón me causa una especie de tranquilidad escuchar su voz, pero no lo suficiente como para soltarlo y dejar que se vaya.

—Por si no lo sabes— digo mientras tomo un par de agujas que están sobre una charola de plata y me acerco hasta donde se encuentra Cris—. Los asesinos saben cómo ocasionar miedo a los demás.

—No te tengo miedo— me dice con seguridad, pero su mirada lo delata.

—¿De verdad? Porque pareces aterrorizado— acaricio la mejilla de Cris y la miro directamente a los ojos. Sus bonitos ojos marrones que ocultan un destello extraño en ellos—. Eres muy fácil de usar, Nathan.

Coloco una de las agujas en el brazo de Cris y esta suelta un llanto más fuerte que es como música para mis oídos. En realidad escucharía su llanto aterrorizado durante toda la noche sin cansarme. Es que es un sonido perfecto. Esta chica es perfecta.

—Tranquila, Cris— digo en murmullo. Necesito más agujas, así que me apresuro a conseguirlas—. Escuché hablar sobre una técnica con agujas que hace que la gente se relaje por completo. No sé si es China, Japonesa o Coreana, pero es muy efectiva.

Cris sigue llorando y la sangre aún resbala por el rostro de Mary y ella no parece estar del todo bien y pienso que sí sigue así, ni siquiera pasará la noche y no puedo permitir eso. Debo actuar rápido.

Dejo unas agujas más por los brazos de Cris y procedo a empezar con mi verdadero plan. La razón por la que están todos aquí es por sus ojos. Sus preciados ojos que me han vuelto loca desde que los vi por primera vez.

—Empiezo contigo Mary— digo que la nada y ella trata de negar con la cabeza, pero no es algo que funcione porque ya no tiene escapatoria. Tomo mi pequeña navaja rápidamente y me acerco a ella; está muy bonita así, su piel manchada de sangre es otra obra de arte que merece ser contemplada—. No creas que te haré más daño del necesario, solo quiero esos ojos celestes que se tornan oscuros cuando te burlas de mí.

—Por favor...— susurra, pero para entonces ya ha iniciado mi juego. Llevo la pequeña navaja afilada hasta la altura de sus ojos y sin pensarlo dos veces la introduzco en la parte baja de su ojo. Suelta un grito encantador y la sangre empieza a manchar mi mano.
Se siente tan bien que no puedo creer que esté haciéndolo. Sabía que algo iba mal en mi, pero no estaba muy segura en sí debía aceptar mi naturaleza, pero ahora todo es diferente. Me gusta tener el control de las personas.

—¡Ya basta!— grita Nathan y yo continuo con mi trabajo que es extraer los ojos de Mary. Ella ha dejado de gritar y su garganta solo emite un extraño murmullo de dolor. No me siento mal, se lo merece.
Obtengo su primer ojo y lo dejo en un recipiente de metal que yace sobre mi mesa y procedo a sacar el otro. Los gritos de Cris y Nathan no me dejan en paz y quiero matarlos de una vez, pero aún no puedo hacerlo. Tengo que esperar.

Observo ambos ojos en el recipiente de metal y por último dirijo mis ojos hasta Mary que ha perdido bastante sangre y casi no se mueve. Creo que está en shock y ya no quiero causarle más sufrimiento, así que por último le doy un corte en su garganta y la observo desangrarse lentamente.

Observo a Nate y él solo me mira aterrorizado y dice lo siguiente:

—Ya estamos muertos ¿verdad?

Asiento lentamente y sonrío. Tendré tres pares de ojos esta noche.

Coleccionista de ojos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora