Mi Querido Instructor. |Thoth.|

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No podía permitirme más faltar a clases por culpa de mi estado, así que Zeus ordenó a Thoth que me diera clases en la enfermería. Sería algo muy vergonzoso.

Las clases fueron incómodas al principio pero con el paso de los días me acostumbré, siempre hablaba de lo mismo: La Mitología, Las Leyendas... Y los temas míticos.

Durante este periodo mis sentimientos se volvieron confusos, el haber sólo una chica con tanto chico no era, definitivamente, bueno. El mínimo piropo, roce, una situación tensa, hacía que me volviese insegura, tímida y nerviosa.

— Vas bastante bien a pesar de tu estado, Kaoru. —Me felicitó cerrando el libro de texto.

— G-Gracias, Thoth... —Agradecí con la cabeza gacha intentando evitar su mirada. Gracias a dios no iba a estar mucho más de 2 días ingresada.

— ¿Te encuentras bien? —Preguntó acercándose a mí. — Tienes la cara roja. ¿No tendrás fiebre de nuevo? —Colocó su mano en mi frente, para luego quitarla y posar su frente con la mía. Estábamos frente a frente y mi temperatura empezaba a subir, pero no era por la fiebre...

Notaba su respiración, los latidos de su corazón, o cualquier movimiento suyo. Eso me inquietaba más. Estuvimos así durante unos 10 segundos, que para mí fueron varios minutos, luego nos separemos.

— Tendré que avisar a la enfermera de que te mire la fiebre, hasta otra, Kaoru. —Se despidió saliendo por la puerta. Por fin se había acabado mi clase por hoy.

Cuando recuperé la calma me puse en pie con unas muletas, que me dieron para empezar a andar sin la escayola, era una tontería, pero era por mi bien. Al principio me caí varias veces, abriendo me las heridas que tenía. Pero ahora las domino.

— Buenas, Kaoru. —Dijo una voz desde la puerta, haciéndome caer sobre la cama.

— ¡Tsukito! Qué sorpresa. —Exclamé con una sonrisa un tanto torcida. — Gracias por visitarme y preocuparte.

— En el libro dice que cuando un conocido está enfermo se le debe traer flores o algún regalo. —Dijo Tsukito sin mostrar alguna emoción en el rostro. Acto seguido fue hacia el escritorio, poniendo en el jarrón las flores que llevaba consigo.

— Aish... —Solté un suspiro. — ¿Qué tal Takeru? —Pregunté cambiando de tema.

— Takeru no le hace mucha gracia venir cada día a clases, pero aún así se esfuerza. —Respondió sentándose en la silla de invitados.

— Al menos lo hace... —Reí.

— ¿Qué tal tu pierna? —Dirigió su vista a esta.

— Cada día mejor. —Hice un gesto de alegría.

La conversación fue breve y muuuuy sosa. Tsukito era una persona muy tranquila, sin mostrar emociones... Era como un robot Dios.

|Al día siguiente.|

— Mañana volverás a tus clases normales. —Dijo Thoth. Era mi última clase con él a solas.

— Lo sé. —Sonreí.

— Me ha dicho la enfermera que te ayude a quitarte la escayola. —Se puso en pie para sentarse en el borde de mi cama.

Coloqué mi pie de forma en que estuviera al alcance de él, posando lo en sus muslos. Sus manos me estuvieron quitando poco a poco las vendas del tobillo izquierdo y la escayola del derecho, aunque fuera algo sin importancia a mí me pareció acaricias. Mientras él lo llevaba acabo yo estaba mirando su rostro, sus movimientos, hasta que su vista y la mía coincidieron.

— ¿Pasa algo? —Me preguntó deteniéndose.

— ¡N-No! N... Nada... —Giré mi cabeza hacia un lado. Ahora sí la había cagado. Mi corazón se fue acelerando y noté como Thoth cambió de posición, colocándose encima de mí, teniéndome acorralada entre la cama y él. — ¿Q-Qué sucede?

— No entiendo muy bien a los humanos, pero tu actitud me parece extraña. —Dijo mi instructor cada vez más cerca de mí.

— ¡Ka-Bara-Bara! —Oí una voz, en un idioma que no podía distinguir, que parecía quejarse. Provenía de un nuevo personaje que apareció en la ventana. Éste era un chico de piel morena, con el pelo negro y escalonado, teniendo por la parte de atrás más corto y según se acercaba al rostro, más largo. A los lados de la cabeza, en el pelo, le sobresalían dos mechones, uno en cada parte, que parecían ser orejas. Thoth era el único que lo entendía.

— Kaoru. —Me llamó Thoth mientras señalaba al recién llegado. — Él es Anubis, el Dios Egipcio de los Muertos. —Lo presentó mientras Anubis se colocaba detrás de mi instructor. — Es tímido, y más con los humanos. Habla un idioma en que sólo él y yo podemos entendernos. —Dio por finalizada su explicación.

— Es muy lindo. —Dije casi embobada. Era como tener a un humano gato, esos mechones hacia arriba, su apariencia... ¡Era tan achuchable!

Viviendo Con Dioses. | Kamigami No Asobi. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora