Capítulo I

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El mundo está podrido. La ciudad está podrida.

Es imposible vivir bajo el cuidado de un gobierno que promete seguridad pero cede ante la primera moneda que ve.

Muchos creen que los criminales son la plaga, y no se equivocan, pero peor aún son aquellos que se permiten ser controlados por esa plaga, olvidando toda responsabilidad sobre sus hombros y dejando que el pueblo la cargue él mismo sin la fuerza para aguantarla.

Afortunadamente, soy del pueblo y tengo una fuerza mucho mayor: dinero. El dinero lo controla todo, de eso no cabe duda. Mi supuesto padre lo supo bien cuando, cegado por el dinero, se dejó llevar y causó su propia muerte.

¿Quién se creía que era para lastimar a mi madre solo por tener un par de papeles verdes? Nadie. No era nadie; solo un avaro deleznable que no respetaba a su familia.

—Pero tranquila, mamá, ya no volverá a molestarte —dije al pálido cuerpo de mi madre reposado sobre una camilla de hospital—. Ese poco hombre ya no existe. Yo mismo me encargué de él.

Aunque no me gusta llamar a ese hombre como mi padre, lo cierto es que nací a causa de un repugnante apego que él tenía hacia mi madre. Parecía no tener límites en el acoso desconsiderado que podía dar, llamándola día y noche, aún después de mi nacimiento, para hacer todo tipo de actos asquerosos sin consentimiento.

Madre no solo tuvo que aguantar eso, sino también mi parto. No me imagino lo que cuánto habrá sufrido al parirme sola en su habitación, sin ayuda de nadie, ni siquiera de otras criadas, pues era detestada por ser la favorita de padre. Pero todo ese dolor quizás fue bueno, porque hoy puedo ofrecerle todo.

—Descansa... Recupérate sin apuro, pagaré lo que sea necesario para que regreses conmigo —Seguí hablando a mi dormida madre—. Además... Me encargaré de cambiar este sistema corrupto, para que nadie más sufra lo que tú, mamá.

Mi padre tenía un trabajo igual de detestable que él. Al inicio no era más que un empresario multimillonario que ganó su posición en la alta sociedad honestamente, pero cuando ya tenía el prestigio: comenzó a oscurecerse. Patrones de familias pagaban fortunas de dinero deshonesto para que padre utilice su posición y contactos con altos rangos del gobierno en sus negocios. Se dejaba controlar por las ratas.

Su fortuna fue creciendo cada vez más y esta vez su gráfica era exponencial. Gozaba del dinero de sus empresas y también del dinero turbio de sus contactos. Vivía una vida de lujos y placeres, de eso no hay duda.

Más con su muerte, todo eso acabó. Me encargué personalmente de todo candidato a heredar su fortuna; ¡soy el único heredero: Thomas Priecto! Conmigo, esos tratos terminaron. Todos los cómplices de padre son causantes del malestar de mi madre y todos van a pagar las consecuencias: no quedará una sola rata viva.

Llevo años trabajando y financiando un proyecto que pondrá fin a todas esas plagas que atentan contra la paz de los honestos. Lo llamé Terrorist Proyect, abreviado en español: Proyecto T. Y quedan pocos días para poner en marcha su primera fase.

Llegué a la sede de mi proyecto y al entrar me esperaban más de cuatrocientos soldados formados en grupo. Los soldados que limpiarán las calles; todos a mi mando. Más de esos cuatrocientos soldados son solo una pequeña muestra de lo que tengo en mi arsenal.

—¿Todo en orden? —pregunté a la directiva.

—Sí, señor. La producción de los T no ha caído, también nos llegó el nuevo lote de la sede armamentística.

—Perfecto. ¿Los soldados se desempeñan bien con el nuevo modelo?

—La potencia exagerada de tiro y el retroceso que provoca no es problema para los T, pero sin duda un hombre corriente no podría empuñarla; lo probamos con un sujeto de prueba y los tendones de su muñeca no resistieron.

"Proyecto T"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora