UNO

330 29 8
                                    

La llegada a Corea había sido un lío de proporciones inesperadas, nuestro equipaje se había extraviado y la mudanza ni se diga. Sin embargo, luego de aquellos percances las cosas habían mejorado mucho y ahora Elliot y yo nos hallábamos viviendo en una confortable casa, yo tenía un empleo bastante bien pagado y estábamos en vías de adaptación a un nuevo mundo.

Había pasado un mes desde nuestra llegada y aunque resultara difícil de comprender aquí me sentía segura, hoy tenía mi primer encargo como entrevistadora, cuestión que me tenía un poco molesta, por qué yo no era periodista de espectáculos, sino de política e investigación, sin embargo el trabajo era eso: trabajo y debía cumplirlo a la letra, pues de ello dependía el bienestar de mi hijo y mi permanencia en este país. Según había comentado mi jefe debía entrevistar a un cantante de K-Pop, una renombrada estrella «hallyu» que estaba reapareciendo después de realizar su servicio militar obligatorio y que estaba presentando su tercer álbum como solista después de la separación de su Boy Band SS501, su nombre: Kim Kyu Jong, edad veintisiete años, sus aficiones: escuchar y escribir música, jugar baloncesto, leer y hacer magia, idiomas que hablaba: coreano, japonés, español, chino e inglés. Si, sin duda lo había estudiado a conciencia y sabía casi todo de él. Ahora me encontraba terminando de arreglarme para asistir a la rueda de prensa y a la entrevista en exclusiva que había pactado nuestra editorial.

Como era de esperarse, había llamado a Camila, mi amiga, para pedirle consejos sobre cómo abordar una entrevista de este tipo y ella ni siquiera se había inmutado al sugerirme que llevara un vestido muy sexy y sugerente para la entrevista, decía mi amiga, que una mujer sexy siempre llamaba la atención y que siempre se llevaba el mejor trato y sobretodo conseguía las mejores exclusivas, Cami, era la más experimentada mujer de espectáculos en Chile y seguro seguiría sus consejos para salir triunfante de este nuevo desafío.

Me enfundé en un ceñido y corto vestido rojo de seda y lo completé con unas elegantes zapatillas de color azul rey, ondulé mi cabello en pequeñas ondas y luego maquillé mi rostro con un toque sofisticado y sexy, mis labios lucían un recargado color rojo escarlata, mientras mis ojos lucían un discreto tono neutro —Pensado de ese modo, para no parecer un zorrón verbenero, en vez de alguien sexy—, me miré por última vez en el espejo y bajé al Salón donde ya me esperaban Na Hi Jin, la nana de mi hijo, y Elliot vestido con su pijama favorita de súper héroes, en cuanto mi peque predilecto me vio aparecer se lanzó a mis brazos y yo lo aúpe en voladas, le di un beso en la frente y él me respondió devolviéndome uno en la mejilla, me abrazó colgándose a mi cuello y en inglés le preguntó a Hi Jin:

—¿Verdad que mami está preciosa? —sí, mi hijo era un genio en potencia y aunque apenas tenía tres años hablaba español, inglés bastante fluido y ahora un poco de coreano gracias a su niñera y creciente amiga.

Hi Jin contestó tímida que sí y tomó de entre mis brazos a Elliot, lo acunó entre los suyos y luego la chica me miró y musitó

—Se ve preciosa, agasshi.

Yo asentí con la cabeza y le respondí.

—Gracias, Hi Jin, esa es la idea.

Ambas reímos mientras Elliot nos observaba divertido y se revolvía en el regazo de la chica.

—Mami, ¿volverás pronto?

Dijo mi hermoso bebé, logrando que mis ojos se aguaran con su pregunta.

—Muy pronto, cariño —respondí revolviendo su cabello y dándole otro beso en la mejilla.

—Bien, mami... —exclamó el hombrecito de mi vida esbozando una sonrisa que le llegaba hasta los ojos, luego miró a Hi Jin y en tono serio declaró.

LET'S TALK ABOUT SEX, NOT OF LOVEWhere stories live. Discover now