Capitulo uno.

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Una joven adolescente, con una capa roja que llegaba hasta el suelo y tapaba gran parte de su cuerpo, pero aún así le permitía movilidad, saltaba de árbol en árbol con gran agilidad y velocidad, sin dejar ningún tipo de indicio de que alguien pasó por allí.

La luna era su guía y quien la acompañaba en aquella oscura y fría noche.

Escuchó el sonido de una cascada, y decidió parar. Reviso con una mirada rápida a su alrededor, antes de comenzar a caminar hacia el lugar de donde provenía el sonido del agua chocando contra el agua.

Arrimó varios arbustos y malezas, dejando ver un gran lago con agua cristalina. Había una cascada al final del lago y algunos animales habían tenido la misma idea de tomar agua en aquella cascada.

A pesar de ser una humana, no intentaron huir de ella y simplemente la vieron con curiosidad. Su aura era cálida y le daba calma a los animales cerca de ella, de los cuales algunos quisieron acercarse un poco más.

La adolescente se agacho en la orilla, ahuecando sus manos y tomando un poco del agua entre ellas, llevándola a su boca y disfrutando del exquisito sabor del agua.

Tomo otro pequeño sorbo cuando algo interrumpió su pequeño rato de calma. Sintió un chakra, extrañamente débil y, sin embargo, familiar.

Después de unos minutos, algo, grande y pesado, había caído desde la cascada, asustando a los animales y haciendo que huyeran, escondiéndose en las fauces del bosque.

La joven sacó de debajo de su capa un kunai, preparándose para lo que fuera que había caído en el agua.

Podía huir, irse simplemente y abandonar a quien sea o lo que sea que haya caído en el agua, pero la curiosidad era algo contra lo que no podía luchar.

Lo que sea que estuviese en el agua, no parecía querer salir o no tenía la posibilidad de salir. Vio algunas burbujas salir de debajo del agua antes de que el agua volviera a su estado de tranquilidad.

Sea lo que fuera, podía ser un animal marítimo o alguien que posiblemente se estuviese ahogando en ese momento.

Esperaba que no fuese la segunda opción, pero nunca esta de más revisar.

Volvió a guardar el kunai y saltó al agua. Allí, debajo, podía ver a una persona, con lo que parecía ser ropa naranja que hacia mucho más fácil localizarlo.

Quien quiera que sea, debería de darle gracias a su ropa llamativa.

Nadó hasta esa persona, notando que era mucho más pequeño que ella. Parecía mas bien un niño.

Había sangre, podía notarlo por el agua pintándose de un tono rojo.

El niño no parecía estar respirando, aunque no tenía idea de si era por el agua que había entrado en sus pulmones o por las heridas que había sufrido.

Lo tomo de los brazos y comenzó a llevarlo a la superficie, sin notar como la banda ninja que tenía en su frente se desataba y caía al fondo del lago, siendo llevada por la corriente.

Salió a la superficie, tomando una gran bocanada de aire. La capucha que traía se había caído, revelando su cabello rojizo como la sangre. Tosió un poco y sintió bastante dolor en el costado de su estómago, pero no le tomo importancia.

Colocó al niño en el suelo y abrió su chaqueta, que por alguna razón tenía algún tipo de hoyo en forma circular en el lugar del pecho. Comenzó a hacer RCP, para luego ir a su boca darle aire, en un intento de que sus pulmones expulsaran el agua que había dentro de ellos.

Lo hizo unas cuantas veces, sin recibir ningún tipo de reacción, pero no se iba a rendir.

No dejaría que ningún niño volviera a morir frente a ella.

Volvió a darle respiración boca a boca, y el niño comenzó a toser y expulsar el agua que había entrado en su sistema.

La peli-roja suspiro de alivio, alejándose un poco para darle su espacio al menor.

El rubio miró a la mayor con ojos confusos y opacos, seguramente a punto de caer en la inconsciencia.

—¿Quién...eres?— fue lo único que pudo preguntar.

La mayor lo sujeto, evitando que su cara cayera contra el suelo.

Fue entonces cuando pudo ver el símbolo que se encontraba en su chamarra, al igual que en su playera.

Era un remolino rojo.

Sus ojos se abrieron como platos. Quizá aquel niño era un Uzumaki, quizá sólo tenía una chamarra con ese símbolo. En Konoha era común llevarlo como símbolo de alianza entre ambas aldeas.

Pero, fuese lo que fuese, no tendría ninguna respuesta si el niño moría.

Lo subió a su espalda, acomodandolo para que le fuese menos pesado el llevarlo.

Aunque prácticamente era igual que cargar una pluma.

Comenzó a caminar, dejando atrás aquel lago.

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