Capitulo 4

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Geraldine.

Un dolor punzante estaba en mi cabeza. Abrí mis párpados con dificultad, sentí mi boca seca. Me dolía incluso pestañear. Rápidamente me di cuenta de que estaba en un sitio extraño; era un lugar inmenso lleno de camas, y un montón de chicas rubias como yo, algunas pelirrojas. Todas llevaban vestidos negros, que resaltaban con el color blanco de su piel.

—¡Se despertó! —habló una chica con el cabello rojo como el fuego, largo pero no tanto como el mío.

No pude responder, apenas mi conciencia estaba despertando. Las chicas se reunieron a mi alrededor mirándome como si fuese una especie de bicho raro.

—¡Tristán, no la abrumes mucho! La pobre no debe entender nada —una rubia, como yo , pero su cabello demasiado corto, llegando solamente hasta su cuello. Regañó a la chica que estaba a mi lado. Al parecer su nombre es Tristán.

—¿Dónde estoy? —fueron las primeras palabras que salieron de mis labios. La mayoría se miraban entre sí, debatiendo quién sería la primera en responderme.

—Estás en el palacio —respondió Tristán, dulcemente —nos dijeron que te desmayaste, cuando estuviste frente al rey, y el príncipe Hero —finalizó Tristán. Aquello me trajo a memoria todo. Mi familia. La promesa de Félix. Y me reencuentro con aquel chico que había salvado mi vida.

—¿Por qué estoy aquí? —hablé conteniendo un nudo en mi garganta. Dolía no tener respuesta a las miles de preguntas que pasaban por mi cabeza. Estaba confundida, la preocupación era lo que más sobraba en mi.

—Trataré de explicarte un poco esto —habló nuevamente Tristán, mientras las demás seguían a mi alrededor expectantes.

Tristán me contó un poco. Hero, el príncipe, está próximo a casarse, y nosotras estamos acá obligadas, algunas no, a que Hero se decida por una amante. La mayoría fue reclutada de su familia en la isla de los esclavos una vez cumplieron diecisiete, otras vinieron voluntariamente. Para algunas era una bendición, las mantenía alejadas del trabajo duro y les darían privilegios a su familia, una vez Hero escoja una —Eso es todo. No es tan malo como parece, el príncipe no es malo con nosotras, nunca intento hacernos algo aunque su maldito padre le insiste. Creemos que él es nuestra única esperanza de libertad, una vez consiga el trono. Pero no podemos estar tan segura, no lo conocemos bien —finalizó Tristán.

Solamente asentí en respuesta, poco a poco chicas de mi edad se empezaron a acercar, me hicieron algunas preguntas. A pesar de que aún seguía abrumada, me sentí cómoda junto a ellas. Llevaba tiempo sin ver a alguien como yo, todas eran dulces y cálidas, la mayoría estaba rota al igual que yo, extrañando a su familia. Algunas habían venido voluntariamente, como un sacrificio para poder ayudar a su familia. Me contaron un poco como era su vida en la isla de los esclavos, el trabajo duro y estresante que sus padres cargaban a diario. Aquello trajo más tristeza en mi interior, mi familia se encontraba allí, soportando aquello. Pero se que mi padre conseguirá lo que quiere: La rebelión.

—Tienes un hermoso cabello —Tristán habló tocando algunos mechones, sonreí ante el elogio.

—Tu también. Tu rojizo me recuerda a alguien —Sonreí al recordar a Jeremy. El color me era tan familiar. Tristán realmente era bonita, su piel era tan blanca como la mía, algunas pecas resaltaban en sus mejillas, sus ojos eran verdes esmeraldas.

—Gracias. Mira te han traído un vestido como el que tenemos nosotras, ¿Quieres ponértelo? —Tristán acercó el vestido en mi mano —Usa de los baños, si quieres —asentí algo tímida. Me levanté temiendo por el temblor de mis piernas, pero estaba recuperada. Había logrado pararme perfectamente. Tomé el vestido y fui directo a uno de los baños.

The black kingdom [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora