The black kingdom [COMPLETA]

Capitulo 10

Geraldine

Hero, me ignoró durante un día entero. Desde que me levante solamente tuve una nota, y el desayuno que había mandado hacer. Pero en cuanto lo veía, no me miraba.

Me estaba odiando por haberme mostrado débil delante de él, todos mis temores se lucieron delante de él, delante de quien tiene que ser mi enemigo.

—¿Qué te inquieta? —la pelirroja llamó mi atención. Tristán, estaba dibujando sobre un papel grande, realmente era buena a la hora de pintar.

—Nada —respondí algo molesta, mi enojo era algo evidente. No estaba enojada con Hero, por sus acciones, estaba enojada conmigo misma por haber sido tan idiota, no debí lanzarme a sus brazos tan fácilmente, ni mucho menos mostrar aún más mi debilidad.

Me tomo de la mano, y yo la seguí. Casi todas estaban acomodándose para dormir. Aunque ninguna dormía a estas horas, solían hacerlo más tarde después de charlas largas.

Me llevo directo a la puerta. ¿Qué está haciendo?. Era de noche, y salir es algo que probablemente no nos dejarían hacer.

Abrió la puerta decidida y la vista nos dio a un soldado. Su piel como el cacao, sus ojos marrones y su cabello con varios rizos. Tristán, le sonrió, como si fuesen amigos de toda la vida. La imagen del oficial ya la tenía en mente, no tarde en recordar que él había sido el tipo que le sonrió, y ella le respondió con ánimo.

—¿Podemos ir hasta la biblioteca? —su pregunta era un rogó, la mire esperando alguna respuesta. ¿Qué estaba haciendo?. La pregunta seguía sonando en mi mente.

—No creo que sea posible, es demasiado tarde —el oficial respondió, a lo cual su respuesta me pareció muy obvio. ¿Qué pretendía?. Tristán, pareció no afectarle su comentario, su cara todavía era de súplica. La tome del brazo, para irnos pero permaneció inmóvil.

—Lennon, por favor —su voz bajo, y sus ojos se centraron en él. Su rostro cambió de repente, con la sola mención de su nombre, su rostro se ablandó. Parecía conocerlo mejor que nadie.

—Está bien, pero solo un rato —Tristán, respondió con una sonrisa. Tomo mi mano nuevamente, y fuimos por detrás del oficial. Mis pies estaban fríos, la alfombra del suelo lograba calmar eso un poco, pero me estaba arrepintiendo de no haberme puesto los zapatos por más molestos que sean.

La biblioteca quedaba a la vuelta de nuestra habitación. La puerta era fina, con un color gris que la cubría. El oficial nos asintió para que entremos, y sin dudarlo lo hicimos. Él oficial se quedó afuera. Los libros cubrían el lugar, los muebles llenos de libros, habían más en el suelo puesto en cajas, la mayoría estaban cubiertos de polvo como si nadie los hubiese tocado en años.

Un pequeño sofá rojo vino, estaba en el centro. Había una ventana que daba la luz de la luna. Tristán no tardo en tomar asiento, y luego yo lo hice a su lado. —Bien, ¿Me dirás que te pasa? —su ceño estaba fruncido, esperaba mi respuesta pero yo no sabía que decir.

—Estoy molesta conmigo misma, nada más —respondí seria. Mi respuesta le causo gracia, su risa hizo eco en el lugar. —¿De qué te ríes? —pregunte algo molesta.

—Eres demasiado tierna Gerlad, incluso cuando te enojas. ¿Quieres hablar de aquello? Debe haber una razón para que te estés odiando tanto —se acomodo aún más en el sillón esperando mi respuesta. Me debatí mentalmente en si contarle o no lo que sucedió con, Hero.

Su mirada fue tan insistente que tendría que darle respuesta alguna, no me iría a dejar si no lo hacía. Empecé a contarle sobre mi noche vergonzosa, cada de talle de incluso cuando la pesadilla me atacó. Su rostro era todo un poema en cuanto mi relato avanzaba —hoy me evitó todo el día, no debí mostrarme de tal forma. Recién lo conozco, y se supone que debo odiarle ¡Que estúpida soy! —mi voz sonó más fuerte, provocando que haga eco sobre la habitación, estaba tan enojada que no me importaba el tono de mi voz.