ASILO ARKHAM

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Soy necesario como el aire para los iracundos, hijo del disgusto, padre de todas las guerras. Y siempre estoy a un paso de mi contrario ¿Qué puedo ser?

El escándalo y la agitación de los internos adornaron el bullicio que Ed no conseguía procesar, de igual forma, poco significaba sentir que lo llevaban, que arrastraran su cuerpo sin voluntad para dejarlo en la celda.

Una parte de Nygma, en un lugar muy profundo de los confines de su prácticamente extinta consciencia, creía haber gritado, exigido e implorado que se detuvieran, que necesitaba hablar con ellos y que todo había sido un error. Pero el recuerdo estaba confuso y en su mente prevaleció la imagen del silencioso sufrimiento en los ojos verdes, que se clavaban en los suyos como estacas en su corazón. En cuanto se perdió el contacto visual, la realidad se quebró en su de por sí, frágil consciencia.

La brillante mente de Edward Nygma quedó reducida a un mero receptor de la estática en su cerebro, una complicación del mecanismo de defensa empleado para protegerse de la realidad que no podía afrontar. Convirtiéndolo en un mueble más de la habitación, fundiéndolo en la abulia y apatía (como les gustaba decir a los psiquiatras) rayando incluso en la catatonía.

El histriónico hombre no tenía posibilidad de reaccionar a su entorno, estando en completa negación para formar parte de la realidad que aborrecía, donde no podía cambiar lo que no podía aceptar.

Su mente se había marchado al territorio truculento de la psicosis, dejando atrás un envase vacío que veía sin mirar, oía sin escuchar y dormía sin soñar.

"Síndrome catatónico" fue como bautizaron su desconexión con el mundo y contrario a lo que se esperaba por el espectáculo del juicio, el personal del asilo se encontró con un Ed Nygma tan amenazante como una silla, a la que se tenía que arrastrar de un lugar a otro según los horarios de los internos. Obteniendo ninguna respuesta para las preguntas realizadas en las horas de terapia, tal como se esperaría si uno gustara de charlar con los muebles.

Los días trascurrieron, convirtiéndose en semanas, que a su vez, se volvieron meses. En cada hora distorsionada, Edward permaneció en su estado de fuga sin remedio.

Por lo anterior, el enfermero Williams se desconcertó con la llamada que involucraba al Acertijo en un atentado contra la penitenciaría de Blackgate. Miraba confundido la ubicación actual de uno de los dos vegetales más famosos en el asilo, sentados en sus respectivas sillas, mirando a la nada.

Uno de ellos, producto del traumático accidente en químicos Ace, el otro, era el recién acusado del crimen que involucraba su fijación conocida. Por increíble que sonara la situación que exponía el oficial Dougherty, resultaba imposible que fuera correcta, puesto que Williams fue un testigo confiable de los cuidados que requerían los pacientes en tal estado. Solicitando al personal de enfermería que alimentaran a las cascaras que quedaban de esos peligrosos hombres porque no eran capaces de hacerlo por sí mismos.

La urgencia en la voz del oficial Dougherty amplió sus nervios y terminó explicando la situación al psiquiatra que acaba de acercarse para solicitar que llevaran a Ed a su sesión de terapia.

—Aquí está el señor Nygma— anunció su compañero al margen de las rejas que dividían el control de enfermería, llevando la silla de ruedas en la que descansaba el cuerpo de Ed sin voluntad.

Mientras empujaban a Ed, fuera del área de recreación, el psiquiatra se acercó a Williams para tomar la llamada —¿quieren hablar con él? ¿Les explicaste en qué estado se encuentra?

—No me lo permitió.

—Lo tomo yo— dijo extendiendo la mano —es inútil, no va a responder, él no está en condiciones de cualquier for...—en el intercambio el teléfono se resbaló de sus manos, golpeando sin querer, la cara del castaño, tirando los lentes maltratados en el proceso. El médico apenado por el incidente, intentó recuperar la bocina prontamente sin extrañarse por los gruñidos quejosos de Ed, ya que era la única y vaga respuesta que podía obtener de él en las raras ocasiones que el paciente se sometía a un estímulo doloroso o sorpresivo.

UNA DÉCADA (Gotham/Nygmobblepot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora