Un... ¿Accidente? [CAMUS X MILO]

ESPECIAL ÚNICO.

EN TUS BRAZOS Y EN LOS MIOS.

(CAMUS X MILO)

Habían pasado casi diez meses desde que nació nuestro hijo, Kalhos, una mezcla rara de nuestros nombres Ca-mus (Ka) y Mi-Lo (lhos) Saga y Kanon ahora más que hermanos cuidaban rigurosamente a su hijo, lo llamaron Meles un varón que era el segundo en haber nacido; pude ver que ya podían convivir con más normalidad. Por otro lado DM y Dita llamaron a su hija que fue la primera Rosseta y creo que Dita estaba tratando de chantajear a Atenea para que pudieran volver a tener otro hijo.

Algunos caballeros sabían sobre nuestros hijos aunque no sabían cómo era que éramos padres, los únicos en saber la verdad fueron los dorados restantes, lo de bronce y obviamente los altos mandos, recuerdo que casi me cago del susto o asombro no lo sé, cuando el mismo Zeus bajó al santuario y pidió ver a los más pequeños, Atenea estaba presente pero aun así desconfiaba de él ¿Qué? Los Dioses son tramposos, traicioneros y traviesos las tres "T".

Por mi lado, Camus se tomó muy en serio sobre ser una pareja ¡Le pidió a Atenea que nos casara! Me negué rotundamente, eso era demasiado ¿Este idiota cree que me iba a vestir de blanco y con vestido? ¡No! En cambio a eso pidió por lo menos dos días cada mes estar solos, sin hijo sin amigos, solos.

El cabrón quería tener sexo conmigo cual nunca se lo permití, los primeros meses fue por mi recuperación ya que el parto fue doloroso, los siguientes por que el pequeño Kalhos no se acostumbraba al horario de dormir o despertarse, durante mas meses estuvimos en vela. Ahora ya era mas controlado.

— ¿Milo?

— ¿Qué pasa Camus? – cerré la puerta del cuarto donde duerme nuestro hijo.

— ¿Podemos hablar? – su voz sonaba algo seria por lo que acepte.

Llegamos a nuestra sala y nos sentamos en el sofá, quedamos cara a cara y él nada mas se me quedo viendo, pasaron los minutos y no decía nada.

— ¡Ya dime! ¡No te me quedes viendo como..!

— Me voy –soltó de la nada.

— ¿Qué...? ¿Qué quieres decir con eso? – pregunto de inmediato y todo mi enojo se esfumó.

— Atenea nos mandó a citar ayer por la tarde a Tauro, Virgo, Geminis y a mí. Nos mandará a una misión de un par de meses a Japón, le han llegado informes sobre anomalías, no sabemos si es verdad o no, pudiera ser un Dios con ganas de causar conflicto ya sabes como esto – tomo mi mano.

— ¿Por qué... ¿No puede ir otra persona? Incluso Saga dejando aquí a su bebé... - tartamudeo pero el negó sonriendo.

— Milo, eso es lo que hacemos, cuando recibimos una orden no es pregunta partiré mañana por la mañana, pueda ser que incluso por la madrugada – sobo mi mano nuevamente mientras me veía a los ojos.

— Es verdad, yo... ya es tarde tenemos... que dormir y tú tienes que levantarte temprano – me levante zafando nuestras manos, camine hacia nuestra habitación y me recargue en la cómoda.

¿Por qué me siento así? Esto es lo que hacíamos hasta hace unos meses, unos se iban y regresaban... otros no, otros... otros no. Sentí mis lágrimas caer, las seque rápido, no me gusta llorar. Me hace ver débil, pero... Él regresara ¿Verdad?

— Milo – sentí sus manos tomar mis hombros y me recargaba en su pecho, aunque casi éramos de la misma altura siempre me sentí pequeño cuando hacia eso.

— Vayamos a dormir, estoy cansado – me zafé y me metí al baño para terminar de asearme y luego acostarme.

— Buenas noches mi Milo – dijo cuándo me beso la frente y se giraba para dormir en su lado de la cama.