Me apoyo en la pared esperando una respuesta de él, aun sorprendida porque me haya respondido. Vuelvo a limpiar las lágrimas que se me saltan de la emoción, debe de ser que hoy es mi día sensible.
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Tras la pequeña conversación con Nano decido guardar el teléfono y salir del cubículo. Me estoy lavando la cara cuando alguien entra en el baño. Intento evitar hablar con quien sea que haya entrado, pero una mano me sujeta del brazo evitando que salga.
-Heey, ¿estas bien?- es Carla, la amiga de mi hermana.
-Si, claro.¿Por qué no iba a estarlo?- pregunto poniendo la mejor de mis sonrisas.
-Bueno, aquí las noticias vuelan muy rápido. ¿Es verdad? Ya sabes, lo de tu familia y eso.
-Joder, ¿quién te lo ha contado? Bah, da igual. Mejor habla con mi hermana, es la que mejor version de esto os va a dar.
-No quiero hablar con tu hermana, quiero hablar contigo- en ese momento ella se acerca aun más hacia mi, lo que hace que yo ande hacia atrás.
-Ya, bueno, pero lo mío no es hablar. De hecho es todo lo contrario, yo soy más de escuchar.
-Esa no es la impresión que das.
-No, no la doy. Porque si es cierto que se me da bien hablar de cualquier cosa, menos de mi. Si algún día te hablo sobre mi, créeme que te has convertido en una persona muy importante para mi. Eso, o que estoy al borde del abismo.- Me doy la vuelta on intención de salir por segunda vez, pero esta vez nada me lo impide.
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-¿Tanto te costaba mantener la boca cerrada? Solo te pedimos una cosa, y tu vas a y la jodes, como siempre- las palabras de mi padre son como un puñal para mi, pero hago como que no pasa nada, al igual que siempre.
-¿Y ti que te cuesta aceptarme tal y como soy? Joder, que no soy tan mala hija, eh. Al menos dame una oportunidad, una mísera oportunidad, en vez de mandarme a la mierda como lo has hecho siempre.
-Te he dado muchas oportunidades, Olivia, muchas. Y lo único que has traído a esta casa son desgracias.
-¿Desgracias? ¿Qué yo he traído desgracias a esta casa? A tu mierda de casa donde no me has dejado entrar hasta que no te ha quedado otra. A tu mierda de casa, plagada de lujos innecesarios, donde ni si quiera hay indicios de que yo sea otro miembro de la familia. Creo que deberías replantearte los hechos, porque en esta casa la única con la vida jodida soy yo.- Abro la puerta de mi casa para marcharme pero su voz me detiene.
-¿A dónde crees que vas?-me agarra del brazo para evitar que continue avanzando.
-A cualquier sitio donde no se me considere una puta desgracia.- Me suelto de su agarre y continuo con mi camino. Avanzo lo justo para perder de vista mi casa cuando exploto. Exploto de la manera en que no había explotado nunca. La ira me consume y pierdo la razón de lo que hago. Todo se vuelve borroso. No soy consciente del tiempo que ha pasado hasta que unos brazos me rodean.
-¡Déjame! ¡Déjame!- forcejeo para intentar soltarme de los brazos que me rodean, pero no puedo.- ¡Qué me dejes joder!
-¿Se puede saber qué coño haces?- una voz varonil que no llego a reconocer resuena en mis oídos.
-Es un capullo... me odia. Ya no sé que más hacer.
-Escuchame, Olivia, tranquilízate. Inspira, expira, inspira, expira- obedezco las instrucciones que me da.- Vale, ahora mírame,-me giro y no se que me sorprende más, la situación o que el que este delante de mi sea Guzmán.- ¿Quién es un capullo?
-Mi padre- contesto.
-Vale, vamos a ir a mi casa a curarte eso- señala mis manos, y no me había dado cuenta hasta el momento de que las tenía llenas de arañazos sangrantes.- Y si quieres me cuentas que ha pasado.-Yo simplemente asiento.
-¿Por qué me estas ayudando? He sido un poco cabrona contigo antes, aunque tu tampoco te quedas corto- le pregunto cuando estamos de camino a su casa.
-No lo se, la verdad. Simplemente he visto algo de mi hermana reflejado en ti.
-Gracias, supongo- esta vez le dedico una sonrisa verdadera.
-De nada, supongo- responde de la misma manera. Yo solo asiento mientras continuamos hacia su casa. Cuando llegamos, me lleva a lo que parece la sala de estar.-Quédate aquí, voy a buscar algo para curarte.
-De acuerdo- digo mientras asiento y me dedico a pasear por su sala, observando todo lo que hay en ella.
-¿Qué haces aquí?- la voz de la pelirroja irrumpe mis pensamientos.
-Nada... Yo, estaba esperando a Guzmán.- rápidamente escondo mis manos detrás de mi espalda.
-¿A Guzmán?- pregunta extrañada.
-Si, tu hermano. Le he pedido...
-Mis apuntes. Me ha pedido mis apuntes porque no ha estado porque estaba hablando con la directora.- En ese momento aparece Guzmán y me salva de tener que inventarme una excusa.
-Si, necesito sus apuntes. Por cierto, ¿Donde está el baño?- le pregunto a Guzmán.
-Por aquí, sígueme- dice y comienza a avanzar por un pasillo. Yo le sigo, pero antes me despido de Marina.
-Nos vemos mañana- le digo a modo de despedida y ella me responde con un simple "adiós". Continuamos avanzando hasta que entra por una puerta a lo que parece ser su habitación.
-Siéntate- me apoyo en su escritorio y el se situa frente a mi. Empieza a curarme las heridas y yo suelto un pequeño suspiro al sentir el escozor que esto me provoca.
-¿Te gusta la natación?- pregunto para romper el hielo tras ver los trofeos que tiene expuestos en la estanteria frente a mi.
-Desde pequeño me ha apasionado. Mi sueño es llegar a convertirme en competidor profesional. ¿Y tu? ¿Con que sueñas?- su pregunta me pilla por sorpresa.
-Yo... No tengo sueños, solo realidades. Y cada vez tengo la sensacion de que se van oscureciendo mas y mas.
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