Tras una noche salvaje me desperté en el suelo de mi cuarto con algo de resaca y las bragas de mi acompañante en la cabeza. Ella yacía con la cabeza en mi vientre. Me fije que estábamos unidas por unas esposas de las muñecas, sin duda una habitual noche salvaje.
-Rebeca....-la llamé para despertarla. Abrió sus ojos, pude ver como se extrañaba ella, también había sido una noche movida para ella.-Tengo cosas que hacer-dije buscando las llaves de las esposas para soltarme, y se las di a ella una vez me libere.
-Umm...-se quejó al despertarse.-Me duele la cabeza...
-Se llama resaca, tómate una aspirina cuando llegues a casa...-la chica se soltó y me abrazó.
-¿No podemos tener un polvo mañanero?-me preguntó riendo inocentemente, en otras circunstancias tal vez sí, pero ahora mismo era molesta...
-Te he dicho que tengo asuntos que arreglar...-dije vistiéndome a prisa.
-¿Y no pueden esperar?-reía Rebeca.
-Prefiero no hacer esperar a alguien que sabe como poner una bomba en mi casa...-conteste rebuscando una falda que me sirviera para salir por la mañana.
-¿Tienes trato con la mafia?-me preguntó vistiéndose ella también.
-Si contestara a eso tendría que matarte...-comenzó a reír.
-¿Harías que pareciera un accidente?-pregunto bromeando. En serio, ¿por que la gente pregunta tanto?-En fin... a ver si repetimos lo de anoche...
-Tal vez si no tengo mucho trabajo....-contesté cuando ya me hube vestido.
-¿Con tu mafia?
-Como prostituta...-le respondi.
-¿Me he follado a una puta?
-Bueno, miralo por donde... soy una profesional... tranquila, cada 3 meses me hago revisiones, la última hace una semana y estoy limpia...-dije sacando un cigarro para fumármelo.- Obviamente puedes contratarme, aunque anoche fue gratis porque follé por gusto, llevaba mucho sin comer coños... a mi solo recurren hombres, generalmente casados...
- Esto es...-vi su cara algo asqueada.
-¿Asqueroso? ¿Grotesco? ¿Desagradable? Es lo que hay en la calle Byron... vete a la calle Polidori si buscas gente pijita... aquí todos somos putas, narcos, drogadictos...-miré el reloj. -En fin, encantada de conocerte, si deseas contratar mis servicios, ten mi número...-le di una tarjeta de visita con mi número.-Aunque soy cara... si no, ya nos veremos por el Hyde...-me fijé en que estaba vestida ya y la eché de casa. Por fin sola.
Me apresuré, necesitaba desayunar algo... miré en la cocina, lo primero que encontré era whisky, no tenía tiempo de seguir buscando, así que mi desayuno consistió en un buen trago de whisky y un par de galletas, ¡viva la dieta sana!
En cuanto desayuné me dirigí lo antes que pude al lugar en el que había quedado con Roberto, ahí estaba, él, con un chico alto al que se le veía fuerte, pero excesivamente tímido... tenía gafas que ocultaban sus ojos, y su forma de vestir era algo anticuada. Todo un contable.
-Muy bien, os presentaré, Leo, esta es mi gran amiga, Liliam...-me presentó Roberto.-Lili, este es mi sobrino Leo.
-Un placer señorita.-dijo el chico tendiendome la mano.
-Encantada...-le correspondí el saludo.
-Muy bien, tengo poco tiempo porque tengo que hacer negocios... veamos, solo quiero que tortureis a cierta persona que no me paga lo que me debe... Si muere, robad todo lo que tenga y traedmelo.-Miro su reloj.-En fin, hora de irme a Malta a solucionar unos asuntos...-nos dio unos papeles.-Tanta informática en pleno 2050 pero lo más seguro son los manuscritos...-dijo riendo-las otras cosas las vigila el Estado. En fin... adiós...
-Adiós tío Robb
-Adiós Valenti.-me despedi y vi como se marchó en un inmenso Ferrari color rubi.-¿Cuantas horas abierta de piernas tendría que echar para tener un coche así? -pregunté cuando ya se hubo ido, aunque cobraba bastante bien, ni de lejos cobraba lo suficiente para tener un carro de esos que siempre me habían gustado en mi puerta.
-Así que es cierto que seas puta...-dijo Leo mirándome, como si nunca antes hubiera visto una prostituta.
-Supongo que tu tío te lo habrá dicho...
- Es que para él todas las mujeres son putas...
- Y para mí todos los hombres unos cabrones, por eso nos llevamos tan bien... - le contesté con sequedad.
-No todos los hombres somos iguales...-dijo él, parecía que intentaba defenderse.
-Solo hay dos tipos de hombres, los cabrones y los que no tienen oportunidad de serlo...
-Supongo que no hay forma de hacerte cambiar de opinión...-dijo suspirando, pero está mal generalizar.
-Lo está... pero hago muchas cosas que estén mal... -mis tripas sonaron algo, recordé que a penas había desayunado.-En fin, ¿quieres ir a comer algo? Solo hay whisky, galletas y zumo de chirla en mis tripas...
-¿chirla?-preguntó extrañado.
-coño, vagina, chichi, chumino...-empecé a enumerarle sinónimos.
-¿Te gustan las mujeres?
-Me gusta follar... ya sea por negocio o porque la persona en cuestión me hace mojar las bragas... en ambos casos, su sexo me es indiferente...-le explique.-Y después de explicarte mi sexualidad, ¿vamos a comer? Me ruge el estomago...