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— ¡Estoy esperando un bebé tuyo, Roberto Mario Hugo!

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— ¡Estoy esperando un bebé tuyo, Roberto Mario Hugo!... ¿A dónde vas?.

— a comprar cigarros.

Eren veía la telenovela de la tarde, comiendo palomitas y con los ojos empañados ante tanto dramón.

Su prometido, suspiró, que bonito se escuchaba eso, decía, su prometido no tardaba en llegar ya que había ido al super a comprar condimentos y verduras para la cena.

Toca su barriga y suspira con añoranza, por algún motivo le habían dado ganas de una mini combinación de él y su alfa. Y recuerda la novela.

— bebé, estás llorando?.– el pelinegro entró con una rebanada de pie de limón.

— no, estoy sudando por los ojos.– ironiza con un puchero, se para y se aferra a la camisa de su pronto esposo, el mayor sabe lo que viene.— Amor de mi vida, la pepsi de mi cola, el oxígeno y mi hidrógeno, el alfa de mi Omega, la bestia y yo la bella. Dime que tú no irás a comprar cigarros en un futuro. ¡Prométemelo!

Sin saber a qué venía todo eso, sólo asintió.
Eren soltó el aire de alivio total, miró el postre con ojos brillantes.— ¿Es para mi?.

Levi le dió un beso en los labios y se lo entregó. — si.

Justo cuando iba a darle la mordida, al castaño se le revolvió el estómago y corrió al baño para vomitar.
Levi le siguió preocupado y se agachó para sobar su espalda.— shh, ya ya.– sabía que su omega odiaba vomitar.

Cuando vacío todas las chucherías que había comido, miró a Levi con ojos enormes.— ¡Ni te atrevas a ir a comprar cigarros!.

Definitivamente Levi no entendía para nada a su bobito novio.

©OteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora