29. 🎪

316 55 23
                                    

JeongIn sacudió los almohadones del sofá y los acomodó sobre un rincón, retrocediendo unos cuantos pasos para ver si lucía bien antes de continuar con los otros muebles

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JeongIn sacudió los almohadones del sofá y los acomodó sobre un rincón, retrocediendo unos cuantos pasos para ver si lucía bien antes de continuar con los otros muebles. Encontró el abrigo negro de BangChan regado sobre uno de ellos y no pudo evitar sonreír y suspirar al presionarlo contra su pecho, pero un pinchazo le tintineó el corazón cuando recordó lo sucedido con los espaguetis la noche anterior. Solo el hecho de pensar que algo negativo podría sucederle le atemorizaba de sobremanera. Abrió las ventanas de la sala para que el sol de la tarde ingresara con todas sus fuerzas y se relajó ante el pensamiento de que el gran día estaba a pocas horas de llegar. Mañana; mañana sería el día especial.

Su preocupación fue reemplazada por la efervescente emoción y mientras tomaba uno de los adornos para limpiarlos, escuchó el sonido de la puerta abriéndose. Su corazón se aceleró y se volteó con una radiante sonrisa, que se desvaneció de inmediato al ver a la muchacha que se encontraba frente a la puerta, colocándose unas gafas oscuras e ingresando a la sala como si se tratase de su propia casa.

— ¿Está mi novio? ¿No lo has visto?

Se acomodó el largo abrigo blanco, dejando caer su dorada melena y JeongIn pudo sentir sus ojos mirándole a pesar de la oscuridad de sus gafas. Hizo una reverencia e intentó continuar pasando la franela alrededor del adorno.

— Buenas tardes, Chan está en clases ahora.

— Mira tú, qué confianzas, aunque claro... tienes su permiso para tutearlo, porque al fin y al cabo, crees que ya lo engatusaste y le atrapaste el billete, ¿no? Vamos, no tienes que fingir conmigo.

— No entiendo de qué habla...

— ¿No entiendes de qué hablo? Vaya, cariño, aparte de regalado, eres lento. Tú sí que das mucha lástima, deberías darte un vistazo.

El adorno cayó de sus manos y el aire se quedó acorralado en su garganta, incapaz de salir, mientras asimilaba las palabras y elevaba la mirada, encontrándose con los verdes ojos clavándose en los suyos con una expresión que no logró descifrar, pero que le estremeció hasta el último nervio de su cuerpo.

— ¿No me vas a decir nada? ¿No te importa lo que te digo? ¿No te importa un mísero bledo lo que te digo? ¿Quién te crees que eres?

Recogió el adorno con rapidez y lo dejó sobre la mesa de vidrio, haciendo un intento por ignorar las palabras y quedarse callado. Su madre le repetía siempre que cuando una persona estaba enfadada, era mejor no decir nada y evitar poner más leña al fuego. Y eso era lo que sucedía, la muchacha estaba demasiado alterada y si le respondía, eso solo serviría para alterarla más, así que tomó la franela consigo y salió disparado hacia la cocina antes de que la situación empeorase, pero se amilanó al sentir sus rápidos pasos siguiendo los suyos.

— ¡¿A dónde crees que vas?! ¿Me estás ignorando acaso?

Se detuvo y se giró hacia ella, intimidándose ante su imponente presencia que no hacía más que resaltarse con sus ojos centelleando de rabia, y abrió los labios para calmarla, pero la rubia soltó su bolso de un porrazo sobre la mesa.

❝Inocencia pasional.❞ ━ ChanIn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora