3. Color marrón

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Color marrón: Lejos de casa


La pesada puerta de madera con complicados surcos intrincados, golpeó con fuerza cuando fue azotada, creando un horrible sonido que hizo eco hasta en el último rincón del pasillo. Grisha sin embargo, no se inmutó ante el ruido que aún seguía resonando por todo el salón secreto en donde se planeaban batallas y se tomaban decisiones que podrían afectar al reino entero. Sus ojos verdes, fríos, tan carentes de algún sentimiento que evidenciara que era una criatura viva, miraron al otro par de ojos verdes, que había pasado de un verde tan turquesa, puro, a un verde oscuro. Un verde contaminado por la rabia y algo que quizá, había sido roto.

El rey se irguió en toda su altura, mostrando con eso no sólo su estatus de monarca, sino también su implacable autoridad como padre; las siguientes palabras que salieron de su boca, sin embargo, fueron tan predecibles que simplemente perdieron el total sentido en la cabeza desordenada de Eren.

—Un príncipe nunca azota las puertas. Hace evidente su enfado con palabras suaves y ordenadas, lo demás es simplemente innecesario y grosero.

Grisha reprendió con voz firme, había una mordida de algo duro y totalmente decepcionado en su voz que provocó que Eren quisiera vomitar.

Un príncipe— Ahora repitió el elfo menor entre dientes, sintiéndose tan harto de su titulo.— ¿Y supongo que un príncipe debe quedarse callado cuando le han quitado lo que por derecho le pertenece?

—No seas ridículo— El rey hizo un gesto desdeñoso con la mano, como si estuviera calmando el berrinche de un niño pequeño.— No estás calificado para el trono y tu reciente arrebato lo demuestra. No tienes la edad, ni la sabiduría, ni las cualidades que se necesitan para liderar a un reino entero.

Oh.

Bueno, allí tenía esas palabras que durante siglos el rey no se había atrevido a pronunciar, pero que estaban tan latentes que de alguna manera, Eren ya lo sabía. No ayudó en nada a que doliera menos el hecho de que su padre nunca le había otorgado una sola oportunidad, jamás tuvo ni la más mínima posibilidad de ascender al trono. Tal vez, una parte del príncipe se sentía aliviada de no tener más expectativas sobre sus hombros. No obstante, había otra parte de él que se sentía furiosa y peligrosamente herida; siglos esforzándose para un día obtener una mano sobre su hombro y las cálidas palabras de su rey aclamando: "No esperaba menos de un hijo mío". Ahora comprendía que el trono, la corona y esas palabras de orgullo habían estado destinadas desde el inicio para el primogénito del rey.

Eren después de todo, era el último príncipe. Uno mestizo, por cierto; nacido de un matrimonio arreglado. Era un príncipe que prefería la magia y los conocimientos por encima de la gloria que traía consigo empuñar una espada. Un príncipe peculiar que había nacido con la inquietud y la curiosidad insaciable de un humano mortal. Eren era la suma de todas las cosas que el rey de Nórdian rechazaba con todas sus fuerzas.

Ante el prolongado silencio del príncipe, el rey retomó sus palabras, diciendo:

—Pienso que tus... habilidades— Comenzó con tono despectivo, ganándose la atenta mirada de su hijo.— Te convierten en un perfecto regente para tu futuro rey.

A pesar de toda la humillación que sentía incluso hasta en los huesos, el príncipe se irguió, retomando su compostura y con desafiantes ojos que ardían por la rabia y el dolor, respondió con palabras tajantes al que seguía siendo su rey.

—Declino.

Grisha tenía aquella expresión en su rostro, como si lo hubieran abofeteado. Dio un paso más cerca de su hijo, desde luego, Eren ya no se dejó amedrentar porque no tenía nada más que perder. Así que en lugar de agachar la mirada ante los afilados y crueles ojos de su padre, levantó aún más su barbilla en un gesto de obstinación.

Beloved by the green; EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora