Me alegra.
Tu mirada de café,
me alegra las mañanas.
Tus labios rosados,
me alegra los días.
Tu risa contagiosa,
me alegra las tardes.
Tus sonrisas,
me alegran las noches.
Sos tan perfecto,
que todo de ti me alegra.
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Todo por ti.
Si fuera por ti,
te entregaría mi vida y mi alma.
Si fuera por ti,
te daría la luna entera.
Si fuera por ti,
arriesgaría mi vida con tal de sólo protegerte.
Yo,
solamente haría todo por ti.
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Dulce como la miel.
Eres tan dulce,
que te comería a besos.
Eres tan dulce,
que te entregaría todo mi cariño.
Eres tan dulce,
que me encantas.
Eres tan dulce como la miel.
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Amarillo.
Mira las estrellas.
Mira como brillan por ti.
Todas eran amarillo.
Yo vine.
Te escribí un poema.
Y se llamaba;
Amarillo.
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Señor Sol.
Mis ojos se abren,
dejando ver sus brillos mañaneros.
Mis manos van hacia mi boca,
dando un largo bostezo.
Mi mirada se dirige a la ventana,
sus cortinas de azul marino están desplegadas torpemente.
Los rayos del Sol
entran por la ventana fácilmente.
Señor Sol, ¿me he portado bien?
Señor Sol, ¿usted si me quiere?
Señor Sol, ¿por qué mí papá nunca viene a casa?
Señor Sol, ¿siempre estará conmigo?
Los rayos del Sol besan mi frente,
dándome todas las respuestas de mí preguntas.
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Agua.
El agua corre por el lluvero.
El agua corre por mi cuerpo.
El agua corre por mis cabellos.
El agua corre por la tina.
El agua corre dentro de mí.
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Mí fantasma.
La luz ámbar acaricia mis cabellos,
mi mirada recorre por todo el cementerio,
viendo la gran cantidad de tumbas que hay.
Pero mí mirada rápidamente capta la de otra,
la de él.
Se acerca a dónde estoy yo,
¿me has extrañado?
¿Has pensado en mí?
¿Me has deseado junto a ti?
Porque yo sí lo he hecho,
desde el accidente no dejo de pensar en ti.
Mí fantasma añora estar a tu lado.
Mí corazón extraña despertar a tu lado.
Mí alma extraña tus cariños.
Y verte aquí,
en frente de mí tumba,
es lo mejor que me haya sucedido.
Ya que no puedo ser un fantasma si no estás aquí.
No puedo ser nada si no estás aquí,
junto a mí,
junto a mí fantasma.
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¿Por qué?
Miro a la hoja, mientras sostengo mi lápiz,
lágrimas salen de mis ojos,
cayendo sobre la hoja, manchándola.
Me duermo, mientras las lágrimas no paraban de salir.
A la mañana siguiente me encuentro durmiendo encima de mis poemas,
mientras las lágrimas aún seguían saliendo.
Mis sollozos nunca paraban, parecían infinitos,
aún con lágrimas en mis ojos, arrojo el lápiz hacia la pared.
Me tiro a la cama y escondo mi rostro en la almohada, aún con lágrimas en mis ojos.
¿Por qué aún pienso en ti?
¿Por qué lo que siento por ti no acaba?
¿Por qué tú me haces sentir así?
¿Por qué?
