La pequeña Maggie, acompañada de sus padres, se hizo paso entre la curiosa multitud de turistas para poder ver más de cerca uno de los cuadros que colgaban en las paredes de la galería. A unos tres días de terminar sus vacaciones en el algún día glorioso Egipto, la joven pareja decidió visitar con su hija unas antiquísimas mastabas abiertas al público con fines turísticos. La familia se divertía disfrutando de la actividad sin temor nada más que a quedarse sin más espacio para tomar fotografías.
En un momento determinado, Fiona, la madre de la pequeña, se acercó con la misma a una habitación que representaba la cámara mortuoria de la pequeña pirámide. Maggie se encontrada muy excitada viendo los jeroglíficos que cubrían las paredes; corría de un lado al otro, risueña, observando aquella enigmática escritura con una envidiable energía infantil. Fiona la tomo de la mano, y luego de explicarle que debían subir para reunirse con su padre, que seguía en el nivel superior, se dirigieron al rudimentario elevador que se había añadido recientemente a la arquitectura para facilitar el ascenso y descenso a ella para los visitantes. Maggie la precedía con la energía que se espera de una niña de 6 años, y entró al elevador antes que su madre mientras ella era abordaba por una pareja de turistas. Al quedarse ellos 3 solos en la habitación y dando por sentado la presencia de la niña, arrinconaron a la mujer y le descargaron una brutal paliza. Justo frente a sus ojos, la pobre Maggie contemplaba cómo golpeaban sin piedad a su madre, y gruesas lágrimas empezaban a trazar surcos en sus mejillas. Uno de los criminales advirtió su presencia y, atemorizado, corrió aproximándose al elevador, pero justo en el momento en el que llegó a la puerta del mismo éste se cerró, creando una barrera protectora entre la asustada criatura y su atacante desconocido. Maggie ya no podía ver, pero si escuchar los sollozos y clamores de piedad de su madre, y los constantes golpes que eran descargados ante la puerta aunado con los gritos y amenazas dirigidas hacia ella en un idioma que no entendía la habían dejado en un estado de shock, incapaz de reaccionar por más de un minuto. Cuando por fin pudo responder empezó a llorar a gritos llamando a sus padres que le viniesen a ayudar. Su atacante se asustó por la posibilidad de ser descubierto, y la pequeña Maggie, presa del pánico, escuchó la discusión entre los dos hombres, que aunque no pudo entender lo que decían, tuvo un terrible presentimiento de lo que pasaría de ahora en adelante. En el segundo siguiente se escucharon susurros breves y los pasos de personas trotando en las escaleras; sin embargo, ya no escuchaba la voz de su mamá. Maggie golpeaba las puertas y paredes con un histérico frenesí, desesperada, llamando a sus padres y pidiendo ser liberada, pero no obtuvo respuestas. Empezó a escuchar gritos de personas en el piso superior, seguidos de una serie de sonidos sordos y veloces, que le recordaron el ruido que hacían las armas en las películas de guerra de su abuelo. Fueron tantos y tan seguidos, que retumbaban fuertemente, provocando que el corazón de la niña latiese de tal manera que pareciese que estallaría en cualquier momento; no pudo evitar hacerse una imagen mental de lo que estaba ocurriendo unos metros sobre su cabeza, y ésta le dio las fuerzas que necesitaba para gritar por ayuda. Cada segundo caían al suelo objetos que provocaban un tintineante sonido metálico, mientras los gritos de la gente disminuían cada vez más. La niña se debatía fuertemente contra la pared sin dejar de gritar; las puertas no eran demasiados gruesas, sin embargo se habían sellado herméticamente y no sería fácil abrirla a la primera.
El infierno de Maggie dentro de aquel elevador terminó una hora después. Los atacantes les habían disparado a todas las personas que se encontraban dentro del lugar, incluyendo turistas, trabajadores, y a sus amados padres. Maggie estuvo protegida dentro de los 4 padres del elevador, totalmente separada de la masacre que se estaba llevando a cabo a un piso de altura. De tanto embestir la puerta, logró finalmente derribarla y salir de ahí. Contempló con sus fríos y ahora hinchados ojos grises todo el espectáculo frente a sus ojos; caminó entre los jarrones y antigüedades desparramados en el suelo y encontró el cuerpo sin vida de su madre, golpeado, y con una expresión horrible en el rostro. La pequeña se arrodilló a su lado y, sin tocarla, se postró a su lado y cerró los ojos, agotada de tanto luchar.
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Cuentos trágicos
Mystery / ThrillerEste libro contiene doce (12) historias cortas de una pagina o menos, la mayoría narrados en primera persona ya que es una obra bastante dedicada. Están disponibles versiones en español e ingles, cada una con ilustraciones visuales para hacer de la...