Secuestro trágico

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Esa noche no podía dormir muy bien: me debatía de un lado al otro de la cama, amenazando con caerme de ella en cualquier oportunidad. En un momento determinado escuché al perro ladrando afuera; sin poder hacer nada, solo me desperté y me quedé leyendo en la cama, esperando a que llegara la mañana. Mis planes eran esos, sin embargo, Avellana no me dejó concretarlos con sus histéricos ladridos. Al principio no me preocupé demasiado, después de todo podría estarle ladrando a alguna ardilla o era tan solo que le asustaba el sonido que hacia el reloj al marcar las 12; Aun así, me levanté y fui caminando medio dormida, tocando a tientas las paredes en la oscuridad, cuando me tropecé con uno de los cordones de mi bata de dormir y caí al suelo justo enfrente del cuarto de mis hijos. Desde abajo, pude ver por la rendija de la puerta que la luz de su habitación estaba encendida. "Que extraño" pensé, pero mi extrañeza se convirtió en miedo al escuchar a Avellana ladrando hacia dentro de la alcoba. Cuando fui a poner la mano en el pomo de la puerta con la intención de abrirla, la luz se apagó, luego volvió a encenderse y así continuo en una serie. Entendí el mensaje: en la Marina nos enseñaron el código morse, y aunque hacía más de 7 años que no lo practicaba pude captar lo que querían transmitirme. Decía: "llegaste demasiado tarde, madre afanada, tus tesoros ya fueron reemplazados".

Me desarmé totalmente, y mientras intentaba abrir la puerta con todas mis fuerzas llamaba a mi esposo, que se levantó de un salto de la cama y luego de coger el arma que mantenía bajo ella se unió a mí. Descubrí con horror que la habían trabado desde adentro, y yo, desesperada, retrocedí unos pasos y embestí la puerta, derribándola al instante. Ambos entramos entre jadeos mirando a todas partes, mis bebés no estaban en sus cunas: en su lugar alguien había dejado un par de rocas grandes, pero no fui capaz de reaccionar sino hasta que oí una grabación dejada en el walkie-talkie; eran mis hijos, llorando, seguida de la voz de una mujer que decía: "Esta será una buena manera de regresarte el dolor que me causaste, Tori, el karma cae sobre ti 6 años después". Tori era un sobrenombre que utilizara en mis años en el ejército, pero cuando tantas emociones se interceptaron al mismo tiempo despertaron mi lado más salvaje; tomé el micrófono imaginando por lógica que ella se encontraba en la otra habitación, e intenté comunicarme con ella mientras mi esposo subía las escaleras de nuevo, pero él me hizo una seña para que me asomara por la ventana, y, al hacerlo, vi una sombra corriendo hacia el bosque con un paquete entre los brazos. Mi instinto me indicó que saltara, aunque eran 3 metros de altura, con la intención de seguirla, cuando ella nos fulminó con una fulgurante luz brillante que nos dejó ciegos completamente. Lloré a mis bebes, sin que ya no hubiera más nada que pudiera hacer.

 Lloré a mis bebes, sin que ya no hubiera más nada que pudiera hacer

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