Victims Of Desire

Capítulo 3

Durante ese día y los siguientes me dediqué a hacerle conocer la mansión, le hablé de algunas personas en particular y di consejos. A la mañana y mediodía estaba con él pero más tarde tenia que salir a hacer los trabajos para Golzine, como fue el trato. Estos consistieron, principalmente, en amenazar a deudores, espionaje y uno que otro asesinato. Tenía la suerte que la mayoría ocurrieron de noche en lugares en donde podía escabullirme y no dejar ningún indicio de mi presencia, ya que mi manera de trabajar es matar de cerca, dada mi puntería de francotirador poco trabajada y la falta de profesionalismo de la misma.

Además de esas labores, debía acudir a la habitación del viejo y cumplir la otra parte del acuerdo.

En esos pocos días, Aslan se mostraba más tranquilo con mi compañía pero incómodo cuando alguien más se le acercaba, aún le faltaba conocer a las personas que eran peligrosas, las que no lo eran, y a las que ladraban pero no mordían. Sin embargo, pude notar que ese chico era distinto a los demás, no tanto por su actitud hosca y mirada fría, sino por su manera de entender rápido las cosas y de analizar situaciones. Era increíblemente inteligente para alguien de su edad y, extrañamente, maduro.

Por desgracia, ya curado y acoplado al ambiente, tuvo que volver a manos de Golzine. Y también yo debía cumplir con mis responsabilidades, ya no podía estar encima del niño.

Con mis libros en brazos y ropa cómoda, me dirigía hacia la habitación que tenía destinada para estudiar. Toqué la puerta con cuatro golpes y, pasados unos pocos segundos, me abrió un hombre con la bata blanca desprendida, vistiendo un buzo marrón con una camisa abajo, pantalón azul y zapatos negros. Casi siempre lucía así mi profesor. Si bien esa ropa lo hacía parecer un poco mayor, con cincuenta y cinco años y todo el pelo color castaño aún en su cabeza, era un tipo que mantenía el estilo.

-¿Necesitas más días para recuperar horas de sueño embellecedor o ya podemos continuar con los estudios?- dijo con un toque de sarcasmo que, por supuesto, conocía desde hace tiempo.

-¿Crees entonces que me puedo poner más linda?- contesté en tono de broma y pasé directamente a la silla.

-Para que fueses más linda deberías ser más simpática y amable.- se sentó frente a mi y tomó uno de los libros, mientras yo sacaba mi cuaderno y un lápiz.

-¿Pero qué dices? Si soy una persona que sólo sabe dar amor-

-Claro, como la vez que le tiraste una tijera a uno de los guardias.-

-¡Oye! Lo hice porque buscaba pelea y no estaba de humor.- reclamé cruzando los brazos.

-Un simple "vete de aquí" era suficiente, cardenal. Ahora, deja de pelearme y nos pongamos a trabajar.- ese apodo me lo puso apenas me conoció, debido al color de mi pelo y que, según él, parezco un ave por lo inquieta que puedo llegar a ser.

Me acerqué un poco más al escritorio viendo el tomo II de Sistema Cardiovascular que dejamos pendiente, ya que le había avisado que, durante unos días, no iba a poder asistir.

-Tu...- bajando la mirada hacia la hoja blanca, que esperaba ser completada con mis apuntes, continué. – sabes... que aquí las cosas no funcionan así.

Como respuesta liberó un suspiro, que denotaba más bien pena, y se colocó los anteojos.

-Lo sé.- sólo con decir eso, como ignorando lo que realmente significaba esa frase, abrió el libro en la hoja 136 y empezó a explicarme.

Desde los 14 años que estudio junto con Andrew. Él es un hombre totalmente ajeno a este mundo en el que vivo, y con eso me refiero que no fue contaminado por la mugre de la gente de este lugar. Es un increíble doctor que, por desgracia para este tipo, tuvo una buena oportunidad de ganar dinero por sólo dar clases particulares. Por eso, por más que quisiera, nunca pudo ayudarme porque sabía que, si abría la boca, la mafia de Dino le abriría la cabeza de un disparo. Andrew tenía una familia a la cual proteger, yo no valía tanto como para arriesgarla. Sin embargo, siempre hizo lo que estaba a su alcance por mí, y es por ello que le tengo aprecio; no se si se le puede llamar "amigo" pero si es un aliado en el cual puedo confiar.