Capítulo 8

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Tres años, nueve meses y dieciséis días después.

Bien Cara. Estás lista. No dudes de tí. Eres asombrosa, eres capaz de todo. Solo relájate y confía. Tú puedes. 

Cara salió del departamento con porte firme y decidida. Tenía una entrevista de trabajo, ella quería el puesto de secretaria en un centro de terapia física

. Caminó hasta la estación de trenes y rápidamente tomó el que le correspondía. Ya sentada se puso sus audífonos y su mente se concentró en las letras de Sunburn de Diamond Youth. 

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Zarec estaba haciendo su maleta. Por fin saldría de rehabilitación. Cuando terminó de empacar y llenó el formulario de egreso, después de una cálida despedida del personal, salió de aquel hospital que le devolvió la vida.

No puedo creerlo. Ya soy libre; libre de esa maldita porquería.

Zarec se sentía increíble, como una vez se había sentido. Aquella vez cuando se enamoró de Cara, en esos minutos se enamoró de su mirada, de su voz, de su llanto, de sus labios y de su alma. La buscó y muchas veces, demasiadas, la tuvo en frente, sonriendo, o en la estación de trenes, un par de veces la vio haciendo ejercicio, otras haciendo compras. La vio muchas veces pero nunca se mostró ante ella por una sola cosa; no quería que ella sufriera por un drogadicto. Pero ya no lo era. Y había cambiado solo por ella.

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-Me agradas Cara, si me permites tutearte...

-Claro que si. 

-El trabajo es tuyo, puedes empezar cuando quieras.

-Cuando usted diga, hasta mañana mismo. -dijo entusiasmada.

-Pues nos vemos mañana Cara. Espero que te adaptes rápido a nuestro sistema. Y yo estaré aquí para cualquier duda. 

-Muchísimas gracias. De verdad no se arrepentirá de haberme contratado. 

-Eso espero. Adiós señorita, ande con cuidado.

-Pase buena noche, de nuevo gracias por todo. Gracias. Nos vemos entonces.

Es increíble lo que siento en estos momentos. Me siento realizada y viva. Por fin, logré algo de lo que estoy orgullosa. Y no lo hecharé a perder.

Después de media hora Cara estaba en la puerta de su edificio. Tarareaba mientras bailaba por los pasillos. Tomó el ascensor y llegó a su piso. Salió de éste brincando de felicidad, caminó por el pasillo y al doblar en una esquina se congeló. 

-Hola Cara. -Zarec estaba en el umbral de su puerta. Había llegado el momento. 

Él esta aquí, en mi puerta. ¿Qué demonios hace aqui? Después de haberme abandonado y haberme hecho sufrir por tanto tiempo. Ahora, precisamente ahora, él está aquí.

-¿Qué diablos haces aqui? -dijo con voz temblorosa y pero firme. Su corazón se contrajo en cuanto lo vió pero no se rendiría ante él.

-Vengo por ti.

-¿Por mi? -dijo burlona. -Escucha Zarec, soy feliz, tengo trabajo, estoy estable, superé mi depresión y lo mejor, es que tengo a alguien en mi vida que no me va a lastimar nunca. 

-¿Qué? ¿Quién?  

- Encontré a Dios, Zarec. Él me ayudó a superar todo mi pasado. Y tú estabas en el, por ende ya te superé. Así que no tienes nada que hacer aquí. -Cara llamó al ascensor y le abrió el paso.

-Dejé las drogas Cara. -y eso fue como un balde de agua fría para ella. 

-¿Estás hablando en serio?

-No estaría aquí si no fuera verdad.

Cara corrió a abrazarlo y él la abrazó como había querido hacerlo durante tres años, la abrazó para protegerla, para amarla y para hacerle saber que el es entero de ella y en que en esos tres años no faltó un día en el que él no la extrañara. 

-Estoy muy orgullosa de tí. Hiciste lo que hace uno en un millón. 

-Hoy salí de rehabilitación. Y me prometí que cuando llegara este día te buscaría. Solo espero que me aceptes otra vez, por que nunca te pude olvidar. 

-Yo nunca te olvidé Zarec. -Con el rostro de él en sus manos ella se inclinó y lo besó. 


Y así fue como lo conocí...


Fin.

Como lo conocí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora