Na JaeMin ¡JaeJun!

16: "-Nana, ¿crees en el amor a primera vista?-"

Desperté mientras acariciaba mi cabello. Anoche no dormí para nada bien, no estaba tan calientito como cuando dormí dos noches con JaeMin.

Suena como si lo extrañara, pero bueno, es mi amigo, supongo que un buen amigo de confianza.

Me levanté y me coloqué las pantuflas, mirando si es que me encontraba alguna novedad en mi celular, y pues si, había un número desconocido me había hablado.

Desconocido
>>¡Hola soy JaeMin!  

    Añadir como “Nana Jaime”

Hola, JaeMin, ¿Cómo conseguiste mi número?

Nana Jaime:
Eres muy despistado con respecto a tus cosas

Barato.

Nana Jaime:
¿Ya vienes?

Si.

Nana Jaime:
Te espero en la puerta de la escuela.

Bueno.

Luego de esa severa conversación con JaeMin me bañé y vestí, fue todo rápido porque Nana me estaba esperando y...

¡Es como si me importara!.

Bufé mientras salía de mi casa. El día no podía empezar más raro, justo cuando desperté estaba matando el sol y ahora que camino a la escuela está la lluvia más fuerte que mis bolas.

Por decisión propia—muy buena decisión a decir verdad—salí chapoteando hasta llegar a el portón de la escuela, encontrándome con un joven sin uniforme.

—Hola, ¿Eres amigo de Dong SiCheng?.— asentí. Este tipo es raro, lo eh visto en algún lado.— ¿Podrías decirle que Nakamoto Yuta está afuera?.

Oh, él era el jovencito lindo del celular. Volví a asentir y me adentré en la escuela.

—SICHENG HERMANO.— grité cuando estuve adentro.

—RENJUN HERMANO.— me respondió justo a el lado de mi oreja.

—Tu novio, esposo, lo que sea está afuera.— observé a SiCheng y él salió corriendo porque JungWoo, DoYoung y TaeIl, al escuchar que el japonés lindo estaba afuera corrieron a toda velocidad por él.

Iba a correr también, si no fuera por el brazo que me detuvo. Na JaeMin.

—Holi, Na.— me puse en puntitas y besé su mejilla, sintiendo como sonreía ante el gesto.

—Holi, Huang.— saqué mi lengua con expresión de asco por mi apellido. ¿Cómo no se da cuenta de que es más feo que Lee Soo Man en calzones?.—¿Qué tal la noche sin mi?.

Realmente mala, casi no pude dormir porque tus brazos son super cálidos, porque tú respiración me tranquiliza, porque me gusta estar contigo...

—Buena, dormí cómodo.

—Ah, la mía fue un poco rara, ya me había acostumbrado a abrazarte.— reí por su comentario y me senté en mi aula, dejando mi mochila en la silla y abrazando la gran mesa que cambiaron.