Es de mañana, la noche ha sido totalmente placentera. Bebidas y cena en el restaurante buffet para probar un poco de todas las oferta culinarias locales y foráneas.
El cielo está totalmente despejado, de un azul como sólo en el Caribe.
Completamente depilada a cera caliente, despierta y curiosa; Meira se mira al espejo. Observa su piel trigueña carente de un bronceado uniforme. Mira sus piernas y sus glúteos con más carne de la que le gustaría tener.-Celulitis terca –se dice.
Mira su rostro y observa sus lineas de expresión, unas cejas algo mal depiladas y algunas imperfecciones de su cutis. Baja la mirada y observa sus curvas. Un estómago plano, no por esfuerzo propio sino por genética. Meira, a pesar de no ser delgada se encuentra a sí misma atractiva para sus 39 años.
Hace 2 años se realizó un realzamiento de senos colocando grasa de sus piernas para aumentar el volumen y darles frescura porque después de amamantar a sus hijas, cada una por dos años sus senos estaban marchitos. Así que ahora se perfilan firmes y esbeltos aún sin usar brassier.
Se observa la espalda, los brazos y los muslos y encuentra detalles que le desagradan. Lunares nuevos, lunares viejos que están creciendo. Piel reseca. Sin embargo se alegra de ejercitarse porque a su edad podría no verse tan bien. Meira mira sus brazos que son como almohadas para sus hijas pero que dejan entre ver algo de tonificación. En sí, su figura se ve de alguna manera, en forma.
Se recoge el cabello que se ha tintado unos días antes del viaje para cubrir algunas canas y se da una ducha rápida, se calza un traje de baño entero rojo, y se dispone a pasar las horas que sean necesarias tumbada en la playa, leyendo y sorbiendo cócteles.
Recuerda con nostalgia que cuando vivía en su país al norte de Sudamérica, no había fin de semana que no se bronceara en las arenas que besan el Atlántico. Suspira, pues en aquel entonces, no era sola que iba a la playa. Iba con una bandada de amigas y amigos que hacían que cada vez fuera un encuentro inolvidable.Sacude la cabeza para despejar el pensamiento
— Meira, es tu primer día contigo misma. ¡Disfrútalo como puedas! – dice mientras se mira al espejo y aplica algo de bloqueador en su cara.
Sale de su habitación y se dirige a desayunar en el restaurante general.
Está impresionada de la variedad de opciones que hay. La cantidad de tipos de desayuno es tan alta que no alcanza a probar un poquito de todo y teme que de seguir esta tentación, regrese a casa con más kilos de los que ganó en su último embarazo.Meira pasa toda la mañana visitando la playa y la piscina. Bebiendo más agua que cócteles para combatir el calor. Leyendo sin parar diferentes libros que tenía pendientes de empezar desde hace años o que había comenzado y no había podido continuar. Se siente dichosa y el día apenas comienza.
Como era de esperarse la miradas no tardan en llegar. Tanto huéspedes como personal del hotel notan la presencia solitaria de Meira.
— Buenos días señora. Permítame decirle que tiene usted unos pies muy delicados, dice un mozo en la playa.
— ¡Gracias por notarlo! – contesta mientras desde su silla, le da una sonrisa amable.
El mozo sigue de largo, dando un último vistazo a las frondosas curvas de Meira y verificando que las sillas y los toldos estén en línea horizontal perfecta.
Más tarde, se comienza a escuchar el bullicio de los parlantes que anuncian deportes de playa e invitan a los huéspedes a participar.
Meira se anima pero no se siente lo suficientemente bronceada como para levantarse y jugar ningún deporte en traje de baño.«Tal vez me una a algo, pero en un par de días cuando ya todo el color de mi cuerpo sea uniforme y no tenga que preocuparme por cuanta celulitis se me nota».
Al poco rato se acerca un hombre de unos 38 años, alto fuerte y deportista. Con cabello corto, rubio semi rizado, un short fuscia y hablando español con acento francés.
— ¿Qué tal guapa?
Meira levanta la mirada sin quitarse los lentes.
—Muy buen, ¿qué tal? – contesta con recelo.
—¡Pues de puta madre aquí con este día!
Meira sonríe sin decir palabra.
—¿Como te llamas? Eres de aquí?
—No soy de aquí. Soy huésped como tú. Me llamo Merira.
—Bueno ¡encantado!, soy Antoine vengo de París.
Meira asiente y le contesta con desdén:—Que bien. Espero que disfrutes tu estadía. ¿Qué se te ofrece?
—Pues, he notado que estas sola y me gustaría invitarte a ser mi compañera de juego en el voleibol de playa. Empieza en una hora. Anímate. ¡Te la vas a pasar de puta madre!
—Muchas gracias, pero la verdad es que estoy llegando y no me apetece participar en estos momentos. Quisiera relajarme sola por un tiempo pues vengo de mucho stress. Que pena. Pero de verdad gracias, ¿eh?
—Si, seguro – dice el Francés. Vale, cuando gustes nos tomamos una copa. Estoy en la 384.
—Gracias. Que pases lindo día, Antoine.Así que el francés se aleja y Meira se mira los muslos. Luego voltea a su alrededor. Hay más mujeres tomando el sol pero el francés la ha elegido a ella. ¿Por que habrá sido? ¿Será porque está sola? Pues las otras no se ven muy acompañadas que se diga, pero... ni al caso.
«Parece que alguien no es invisible el día de hoy»... piensa y sonríe mientras retoma el párrafo de su libro.
Ha pasado de conversar con tres hombres sólo durante esta mañana. Realmente está disfrutando el silencio o por lo menos, solo la voz de su cabeza. Meira disfruta de la compañía y atención masculinas pero piensa en voz alta:
—Espero esto no sea cada día o acabaré quedándome en mi habitación sola.
Como muchas mujeres, Meira no es realmente consiente del efecto de su presencia en otras personas. Cuando se mira al espejo reconoce una mujer atractiva pero no con todo el potencial que realmente tiene. Se fija en lo que tiene demás y le gustaría de menos. Se enfoca en lo que tenía y ya no está. Siempre piensa que puede ser mejor y que cómo está no es su mejor presentación. Ella es algo tímida y no le gusta llamar la atención. Se incomoda con las miradas curiosas y su modestia tiende a ocultar la sensualidad que es nata de su ser.
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5 Días a tu Lado (BORRADOR)
RomanceMeira es maestra y ama de casa, una mujer en un matrimonio normal, tranquilo y estable. Tiene dos hijas pequeñas que son su tesoro. Su vida la ha dedicado a su hogar y a su familia pero la monotonía de sus días la llevan a disfrutar de unas merecida...