COINCIDIR

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NOTA: Me pareció importante decirles que los títulos de los capítulos están asociados a canciones, esta es de Mexicanto y les recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo y luego dejarla de fondo para tener todo el ambiente emocional de la pieza. Sin más por el momento los dejo con el capítulo de hoy

***



Había pasado tanto tiempo ya desde la última vez que nos vimos que pensé que tal vez no lo reconocería si nos volvíamos a encontrar, pero me equivoque.

Mi suerte nunca había sido precisamente buena y lo comprobé cuando a metros de distancia, y con algunas canas más, lo distinguí entre una multitud. Él ni siquiera me había visto aún, estaba de espaldas a mí, ordenando algo en ese alto mostrador, mientras buscaba distraídamente en su cartera.

Retiré mi mano de la puerta y dudé por un segundo si acercarme y saludar, o salir corriendo como si en lugar de toparme con alguien de mi pasado, me hubiera encontrado con el mismo demonio.

Mi mano tembló antes de decidirme a empujar el vidrio y caminar con pasos vacilantes hasta el lugar detrás de él. Cada paso fue un reto, porque él estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo, que ni siquiera me sintió aproximarme, así que pude haberme dado la vuelta en cualquier momento para escapar de todas esas cosas que me asustaban: toda la duda, todos los sentimientos incómodos y los recuerdos bochornosos, pero no lo hice.

A veces creo que fue solo porque quería probarme a mí misma que estaba lista para avanzar y dar el siguiente paso, uno que siempre había fallado en dar.

Tapé sus ojos como en aquel antaño y él no dudó en pronunciar mi nombre con seguridad y alegría

-¡Eli!-su voz era la misma de siempre, ese tono agradable y casi aniñado, sus manos iguales a las de antaño, suaves y elegantes, tanto que retiraron las mías con delicadeza.

-¿Cómo estás?-preguntó con una enorme sonrisa, parecía muy feliz de verme y yo también estaba feliz de verlo a él.

-¡B-bien y tú! ¿Qué haces aquí?-separé mis manos de las suyas sin prisa.

-Voy a ver a Gabriel aquí ¿Y tú?-No me sorprendió, Gabriel siempre fue su mejor amigo, un hombre alto, de carácter fuerte, tal vez un poco quejumbroso, pero que le había sido muy leal, me alegraba que aun siguieran siendo mejores amigos después de tanto tiempo.

-También veré a una amiga aquí, pero creo que llegué muy temprano-su sonrisa se ensancho al escuchar eso, era agradable saber que al menos no me odiaba, que los años sin vernos no eran porque no me soportara, aunque no estaba segura entonces de la razón.

-¿Quieres algo? ¡Hoy yo pago! mi tarjeta de cliente preferente tiene 2x1 en frappés-miré un segundo con duda a la chica de la caja que me sonrió, le sonreí de vuelta...

-B-bueno, pero yo pago la siguiente-nunca me había sentido muy cómoda de que otros pagaran mis cuentas, pero con él tenía una conexión extraña que jamás había tenido con alguien más.

No recuerdo exactamente qué ordené, solo recuerdo que era una bebida sumamente dulce, tal vez para recuperar un poco de mi ánimo habitual con el exceso de azúcar y espantar el pequeño nerviosismo que persistía en distraer mi conciencia de su presencia.

Elegimos una mesa ubicada en uno de los rincones al aire libre del café, uno desde el que pudiéramos ver a los que entraran, para así no dejar plantadas a aquellas personas que habíamos citado en aquel pequeño santuario del café.

Eché un vistazo y me sorprendí de lo azul que era el cielo en ese día, casi tan azul como la vez en que él terminó por pronunciar aquellas palabras que dejaron esa persistente cicatriz en mi corazón.

A UNA LETRA DE DISTANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora