4. Fourth month

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Si había algo que Chuya consideraba positivo acerca del embarazo, era que ahora era enviado a un número de misiones mucho menor que antes. El pelirrojo nunca se quejaba de hacer su trabajo, incluso diría que no había nadie más dedicado que él. Sin embargo, descubrió uno de los beneficios de estar en su estado actual: tenía mucho más tiempo libre para relejarse y disfrutar de sus hobbies, tiempo que obviamente no solía tener.

Chuya aún sufría por su privación a la cafeína y el tabaco, aún más por su privación al vino, algo que le llevó a compensarlo con otro de sus vicios; el azúcar. Chuya comía tantos dulces que incluso Kouyou le había regañado en más de una ocasión, sosteniendo que su nuevo hábito alimenticio no era nada sano y que terminaría rodando como una bola. Él solía ignorar el tema afirmando que la mujer sólo se preocupaba demasiado, pero le avergonzaba reconocer que de hecho si había ganado algunas libras en las últimas semanas.

Chuya ya tenía tres meses de embarazo. Una no muy grande pero visible protuberancia había crecido en su estómago, un bulto que aún podía ocultar bajo sus ropas con facilidad. Las vómitos ahora eran cosas del pasado, algo por lo que el pelirrojo estaba sumamente agradecido. Sin embargo, algunas veces aún sufría un poco de náuseas por las mañanas, nada que no pudiera manejar.

Una vez terminados los turbulentos primeros meses, su rutina lentamente volvió a ser la misma con la excepción de su reducción de trabajo. Eso también incluía seguir conduciendo su motocicleta, algo que casi había infartado a Kouyou puesto que lo consideraba muy peligroso. En su defensa, todo era peligroso para Kouyou, y sin importar cuando regaños le dijera, jamás podría abandonar su muy preciada motocicleta. Había sido lo primero que Chuya había comprado con su propio dinero y por ende le tenía un apego especial, incluso la había personalizado a su gusto.

Por su parte, el castaño ocupaba su tiempo yendo a misión tras misión sin descanso. Aparentemente había tenido una gran discusión con el jefe de la mafia no mucho tiempo atrás, por razones que el pelirrojo desconocía.

Desde aquel entonces Dazai evitaba estar allí lo máximo posible, aceptando cualquier misión que se presentara sin importarle que tan pequeña o peligrosa fuera. Su comportamiento era incluso desconcertante para el pelirrojo, quien más de una vez le había visto regresar tarde por las noches cubierto con todo tipo de heridas, desde golpes y magulladuras hasta heridas de balas. La cantidad de vendas en su cuerpo solo aumentaban con cada misión.

Algunas veces, Chuya incluso le había visto regresar con su ropa hecha un desastre y cubierta de sangre, que dudaba fuera solamente suya. El mes pasado, había oído de Kouyou que el castaño había intentado suicidarse, una vez más, ahorcándose.

No era la primera vez que algo como aquello sucedía ni sería la última, pero que como muchas otras, había fallado.

Ninguno había sido enviado a una misión con el otro, no desde aquella vez. Chuya no era su amigo y no podía importarle menos lo que sucedía con él, pero aún así no pudo evitar preguntarse qué demonios pasaba por su cabeza últimamente, arriesgando su vida de tal forma como si no hubiera un mañana.

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D.N.A [Soukoku; Mpreg] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora