Petricor ||YoonMin|| ||JimSu||

U n o

- ¿Podrías entrar de una maldita vez? -Jimin estaba harto de seguir esperando con un paraguas en sus manos.

Había escuchado que Yoongi estaba demente, pero no creía que tanto, allí estaba bajo la lluvia y sin nada que hacer, simplemente se estaba prácticamente empapando sus ropas y ni siquiera hacía algo, solo se quedaba allí parado en medio de la acera mientras sus manos estaban guardadas dentro de los bolsillos de su pantalón.

Sus cabellos ya estaban pegados a su frente, se percato de que inclusive algunos tiraban algunas gotas de agua, Jimin soltó un suspiro, no podía creer que se haya arriesgado a salir solamente porque Yoongi se encontraba afuera, ni siquiera debería estar allí, él debería estar en su casa disfrutando de un maratón de películas mientras toma un delicioso chocolate caliente y se cubre con una cobija, ese era el plan perfecto para pasar una buena noche, ¡no estar afuera de casa y ver como Min Yoongi se moja mientras él se queda allí parado esperando a que entre!

- Yoongi...

- ¿Saldrías conmigo? -esa pregunta había descolocado a Jimin por unos leves instantes.

- ¿Qué? Yoongi, no hay tiempo para esto, ahora... deberías de entrar y olvidarte de esas estupideces.

- No son estupideces -Yoongi miro hacía el cielo, ahora dejando que la lluvia cayera perfectamente sobre su rostro-, eres tú, quien piensa que lo son.

- Pues claro que lo son, solo mira, ni siquiera me ves a los ojos.

Yoongi soltó el aire que estaba conteniendo, Jimin se percato del vapor que salía de la boca de aquel chico, sabía que eso significaba que estaba enfriándose, no debía permitir eso, seguramente se enfermaría, y eso significaba que posiblemente él sería quien tendría que cuidarlo, después de todo solo ambos vivían en aquella casa.

- Deberíamos salir.

- ¿Por qué? -Jimin se maldecía por seguirle la conversación en lugar de obligarlo a entrar a casa.

- Simplemente solo acepta -Yoongi se encogió de hombros y está vez miro hacía Jimin-, ¿qué te cuesta?

- Nada.

- ¿Entonces?

El silencio que se había formado entre ellos era remplazado por el sonido de las gotas de la lluvia cayendo sobre la acerca, además del tejado, ambos se miraban a los ojos, Jimin pensaba que siempre había sido una mala idea que ambos se quedarán en la misma casa.

No deberían haber quedado solo ellos dos, pero es que así tenía que ser y así fue. Desde que los demás habían decidido que sería una gran idea separarse para buscar nuevas aventuras, Jimin no tenía nada planeado, y por supuesto Yoongi estaba igual que él.

- Si acepto, ¿entrarás? 

- Posiblemente lo haga.

- Entonces..

- Antes de que digas que sí, ten en cuenta que no te estoy poniendo condiciones.

- Ya lo has hecho, solo así entrarás.

- No las puse, fuiste tú, quien lo hizo.

Jimin por fin aparto la mirada, ¿quién diría que sería tan difícil? Pero Yoongi siempre había sido de esa manera, un chico demasiado complicado, y Jimin lo había descubierto, a veces llegaba a molestarse por cualquier cosa, y también podía quedarse dormido por todo un día, a veces Jimin pensaba que estaba siendo amigo de un completo raro.

Pero en sí le agradaba.

- ¿Quieres salir conmigo?

- Sí... -por unos momentos Yoongi supo que aquel tono de voz que Jimin utilizaba había sido casi el de una pregunta, pero sin serlo completamente.

- ¿Por qué lo dudas tanto?

- No lo he dudado -Jimin miro la lluvia-. Será mejor que entres, claro sino quieres pescar un resfriado.

- No me enfermaré, lo digo enserio.

Jimin estaba sintiendo frió, ya no quería seguir parado allí esperando a ver si Yoongi se decidía si entrar o no.

- ¿Por qué haces esto? Pedirme que salga contigo estando bajo la lluvia, eso es un gran chantaje.

- No, no lo es, solo se me ocurrió.

- Pues no tienes tan grandes ideas.

- Claro que las tengo, sino fuera así, entonces no estarías aquí... conmigo.

Bueno, Jimin tenía que darle parte de la razón, ahora se sentía un estúpido por no haber hecho lo que tenía planeado desde un principio.

- ¿Entrarás?

- Sí, pero...

- ¿Ahora si hay condiciones? -Jimin vio como una sonrisa se dibujaba en los labios del pálido.

- Sí, la única que te pido es -hizo una pausa-, que salgas conmigo, así entraré.

- Entonces acepto.

- ¿Ves? No fue tan complicado.