Mission Complete | James S. Potter

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•°•° CAPÍTULO 6 °•°•

Anna llegó a las instalaciones de MUGGLE al mismo tiempo que lo hacían James y el equipo del agente Mason. Anna no era creyente, pero en ese momento agradeció a Dios haberlo hecho, ya que no tenía ganas de dar explicaciones a sus superiores de por qué dejó de custodiar personalmente a Potter. Saludó con un asentimiento de cabeza a James ya que seguía molesta por lo que había pasado en la universidad y estrechó manos con Mason, aunque el agente quedó casi boquiabierto porque la relación que tenía con la rusa no era de las mejores.

—Mejor que nos apuremos —sentenció ella—. Por el tono de voz de Johnson, esto es algo de extrema importancia y no sería bien visto llegar tarde, menos si tenemos con nosotros a la víctima de las amenazas.

Sin protestar ni una sola vez, Mason asintió y emprendió camino hacia la sala de conferencias seguido de Potter y Anna.

El silencio incómodo predominaba en la comitiva. Anna no tenía nada que hablar con el agente Mason, no desde que se habían distanciado cuando ella comenzó a ascender en MUGGLE. A Mason lo exasperaba la actitud de James, cosa que descubrió en las pocas horas durante las cuales suplantó a Anna en la tarea de niñera. Y James deseaba disculparse con Anna por el beso, pero no encontraba las palabras indicadas. ¿Cómo te disculpas con tu guardaespaldas, a la que besaste solo para darle celos a tu ex-novia? James no sabía la respuesta.

—¿Cómo estuvo el camino hacia aquí? —preguntó Anna al agente Mason, sorprendiendo tanto a su compañero como a sí misma.

—Tranquilo —fue su respuesta—. Al menos nadie intentó asesinarnos.

La rusa lo miró con cara de pocos amigos. Por primera vez en años intentaba ser amable con Mason, y él se burlaba. Se ahorró la molestia de reprenderlo utilizando los niveles dentro de MUGGLE porque sabía que no valdría nada ahora que no había ningún otro agente presente y aceleró el paso.

Rápidamente llegaron a la puerta de la sala de conferencias. Esta, para sorpresa de todos, estaba abierta y había un montón de agentes tratando de ver qué sucedía allí adentro, La chica intentó abrirse paso entre ellos, pero se dio cuenta que no iba a llegar a ninguna parte porque la sala estaba atestada de personas. Por eso recurrió a algo más drástico. Tomó a James del brazo y lo empujó hacia adentro.

—¡Abran paso al amenazado! —exclamó haciendo que los agentes se hicieran a un lado como podían. Anna y Matthew pasaron detrás de él.

—Buenos días agente Ivanovna, agente Mason —saludó un hombre—. Gran forma de hacerse notar, Ivanovna, la felicito.

Los dos agentes recién llegados se quedaron estáticos. Ni en un millón de años se hubieran esperado eso. Un hombre de larga barba y largos cabellos blancos los miraba con una sonrisa por encima de sus anteojos con forma de medialuna. Llevaba un llamativo traje verde esmeralda y celeste y un extraño sombrero del mismo color. Anna estaba más que sorprendida. Delante de ella estaba parado nada más ni nada menos que Albus Dumbledore, el director general de MUGGLE y uno de sus fundadores. Ahora entendía por qué había tantos agentes amontonados en la sala. Todos querían ver al famoso Albus Dumbledore.

—Director Dumbledore —se adelantó rápidamente el agente Mason. Anna rodó los ojos—. Es un placer conocerlo finalmente. Oí tanto acerca de usted, conozco todo su trabajo, lo admiro mucho, director.

La cara de molestia de Anna se veía reflejada a leguas. ¿Era necesario que Mason adulara tanto a Dumbledore? Era verdad, el hombre era una leyenda, pero no había necesidad de tratarlo como si fuera un dios. Probablemente no había tenido ni idea de cuáles eran sus nombres hasta antes de haber entrado a la sala de conferencias.

Al parecer, a Johnson le molestaban los aduladores tanto como a Anna, ya que interrumpió el discurso de Matthew con una fuerte tos.

—Es suficiente, agente Mason —dijo finalmente al ver que este lo ignoraba. El hombre se detuvo avergonzado y tomó asiento donde le indicaba su jefe, visiblemente sonrojado. Anna sonrió con suficiencia al mismo tiempo que se sentaba al lado de su compañero. Por el rabillo del ojo, pudo ver cómo el agente Johnson le sonreía con complicidad.

—Agentes, gracias por venir —comenzó Dumbledore—. Como todos saben, tenemos una situación muy importante ocurriendo aquí, en MUGGLE. Para los que no saben —se detuvo un momento, pensativo. Durante los pocos segundos que se mantuvo callado, un silencio sepulcral invadió la sala—, aunque, ahora que lo pienso, seguramente todos están enterados. Las noticias vuelan muy rápido, especialmente los chismes —el hombre rió y un par de agentes, incluído Mason, lo acompañaron—. Bien, hace un par de días, el señor James Potter fue amenazado de muerte —la mayoría de las miradas en la sala se dirigieron al chico, quien se encogió en su asiento—. Tenemos nueva información acerca del caso y eso es por lo que estoy aquí. Agente Johnson, por favor.

El hombre se hizo a un lado y dejó lugar a Charles para que hablara. Este le agradeció y el director fue a sentarse con dificultad. Por una fracción de segundo, Anna se preguntó cómo alguien de tan avanzada edad, que apenas podía caminar, podía ser el director de MUGGLE. Rápidamente descartó esas ideas y prestó atención a Johnson.

—Muchas gracias, director —dijo Johnson y luego se dirigió al resto de los agentes—. No los voy a aburrir con trivialidades y con cosas que probablemente ya hayan escuchado miles de veces en estas juntas o como rumores en los pasillos. Como estarán enterados, hace menos de veinticuatro horas, a la agente Ivanovna le fue asignada la misión de proteger a Potter. Mientras estaban yendo a la casa del sujeto —Anna pudo ver cómo James fruncía el ceño al oír al agente Johnson llamarlo de esa manera y sonrió—, ambos fueron atacados por las personas que amenazaron a Potter. Gracias a la valentía de la agente Ivanovna —Johnson le sonrió ampliamente a la rusa y ella tuvo que reprimir una risa cuando recordó la forma en la que le había gritado y las amenazas que le había hecho—, los dos están bien. Un par de horas después del incidente, recibimos un mensaje directo de los que enviaron las amenazas. El es Ivan Poliakov —encendió la pantalla detrás de él y la foto de un hombre de al menos cincuenta años apareció en ella—. Fue un agente de MUGGLE veinticinco años atrás, pero su mujer y su hija fueron asesinadas, por lo que abandonó la organización y no se supo más de él hasta el día de hoy. Suponemos que huyó a Rusia, su país de origen, Poliakov culpa al padre, o mejor dicho, al abuelo de Potter, de haber sido el culpable de la muerte de su familia.

—No tenemos mucha información acerca de lo ocurrido —intervino Dumbledore—, pero sabemos que Poliakov fue uno de los mejores agentes que tuvo MUGGLE, eso es lo que lo hace tan peligroso.

—Además, se supo que Poliakov está trabajando junto a Igor Karkaroff, un traficante de armas búlgaro. Nuestros informantes los vieron juntos en Rusia, tan solo un par de semanas atrás. Si Poliakov está trabajando con él, el señor Potter está en un grave peligro —concluyó Johnson.

Un murmullo general recorrió la sala de conferencias. Anna nunca había visto a los agentes tan preocupados y conmocionados.

—¿Cómo dijo que se llamaba Poliakov, señor? —preguntó Mason haciendo que las miradas voltearan hacia él.

—Ivan. Ivan Poliakov —respondió Johnson. Matthew agradeció y lo anotó en una libreta. ¿De dónde la había sacado? Anna no tenía idea.

—Aún no sabemos cómo logró Poliakov burlar los sistemas de seguridad de nuestras computadoras y dejar ese mensaje, pero nuestros mejores equipos están trabajando en eso —dijo Dumbledore.

—La asamblea está terminada —dijo Johnson—. Pueden irse —todos en la sala comenzaron a retirarse. Charles sujetó del brazo a Anna antes de que esta pueda salir—. Ten mucho cuidado, le susurró.

Ignorando todos sus instintos, Anna asintió y sonrió genuinamente.

—Te amo —le dijo apenas moviendo sus labios, pero lo suficiente para que Charles sonriera. Anna se deshizo del agarre del hombre y salió de la sala.

—Agente Ivanovna —la llamó el agente Mason una vez que estuvo caminando por los pasillos—. ¿Puedo hablar algo con usted?

Anna asintió y siguió a Matthew Mason a su oficina.