Reporte cero: día tres

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Junto con los recuerdos de Zack llegaron otros sobre las irregularidades del trabajo de mis padres. Este edificio aparecía muchas veces, lo conocía casi a la perfección, conocía a las personas que trabajan aquí; me habían visto crecer a lo largo de los años. Recordaba que desde que cumplí trece años me arrastraban a la camilla en la que antes reposaba mientras luchaba por soltarme de las mordazas de las manos, pies y boca.

Luchaba para que no se llevaran mis recuerdos una vez más. Y siempre fallaba. 

Tuve que alejar la imagen particularmente terrorífica, de Zack siendo sedado en contra de su voluntad y puesto en una camilla frente mío, en el fondo de mi memoria para no vomitar ahí mismo.

Ahora me encontraba frente a mis padres, exigiendo una explicación de todo lo que pasaba ahí afuera. Estábamos reunidos en un cuarto de paredes claras y totalmente pulcro; el ambiente seguía oliendo a medicina y a hospital. Mis manos se removían inquietas sobre la mesa en la que nos habíamos instalado, y debajo de esta tenía la ansiosa pierna derecha subiendo y bajando. 

-¿Piensan hablar? -Zack habló; sus progenitores también nos acompañaban. 

Su madre comenzó-: Hace años participamos en un programa que experimentaba con mezclas de virus y enfermedades contagiosas, las cuales...- se aclaró la garganta- eran testeadas en pequeños grupos de la población... - miró a su esposo.

-Sin su conocimiento- terminó de hablar por ella-, eran rociadas por aviones, helicópteros...

-Estaba en en el aire- habló mi madre; tajante. 

Oh Dios.

Definitivamente quería vomitar. 

Han hecho esto a propósito. No es casualidad, no es un error; es premeditado. 

La bilis me estaba quemando la garganta. Moví las piernas lo más rápido que pude y me lancé dentro del primer baño que encontré. Vacié el desayuno que había ingerido horas atrás pero que se sentía como una realidad totalmente lejana. 

Cuando me dispuse a salir, las manos de Zack me envolvieron en un abrazo. 

-Estoy asustado- susurró tan bajo; casi evitando ser escuchado-, estoy asustado y tu eres lo único real y estable que tengo -apretó su agarre.

-Te amo- su cabello oscuro se deslizó entre mis dedos-, vamos a estar bien- su corazón latía tan fuerte que sentía como bombeaba-, vamos a estar bien. Todo va a estar bien. 

Lo último me lo dije a mi misma. 

Cuando regresamos a la habitación, aún tenía miles de dudas e interrogantes que no estaba segura de querer averiguar sus respuestas, pero no tuvo importancia. La actividad y movimiento habían regresado. Todos estaban en marcha, caminaban rápido, temblorosos, sudorosos; frenéticos. 

Lo que sea que este experimento desató no parecía ser nada bueno. Nada real. Nada que conociéramos. 



Apocalipsis Zombie || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora