Capítulo 18

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Nada más entrar Rober oyó voces en la cocina así que se dirigió hacia allí. Cuando me vio con Sam, se acercó a darme un casto beso en la mejilla, después saludó a mi amiga también y subió las bolsas con lo que había comprado al cuarto del bebé. Siendo sincera tenía curiosidad por ver todo lo que había comprado y empezar a colocarlo ya, cuanto más se acercaba la fecha más nerviosa me ponía. Tengo muchísimas ganas de recibir a este bebé y descubrir la maternidad y todo lo que eso conlleva; se que no va a ser algo fácil pero estoy dispuesta a luchar por él o ella hasta mi último aliento si fuera necesario. Me quedaban unas cuatro semanas para salir de cuentas y ya casi tenía todo preparado para su llegada.

Veo que va todo genial con Rob y me alegro mucho por vosotros – me dijo con una expresión de alegría.

La verdad es que sí, estoy muy feliz de habernos dado una oportunidad – le contesté con una amplia sonrisa.

Me alegra verte tan feliz amiga, te lo mereces. Y se está haciendo tarde así que creo que debería irme a casa

Nos despedimos con dos besos no sin antes recordarme que si hubiese cualquier novedad la avisase de inmediato. Con una respuesta afirmativa por mi parte salió por la puerta y como la curiosidad me estaba matando decidí subir al cuarto del bebé y nada más entrar me encontré con una grata sorpresa, las paredes de la habitación estaban llenas de estrellas y una pequeña luna que brillaban en la oscuridad. Además, todos los muebles estaban perfectamente colocados y la habitación había quedado preciosa. La pared enfrente de la cuna estaba vacía lo que me dio una idea que creo quedará muy bonita; todavía tenía que hablarlo con Robert, pero me pareció una buena idea poner el nombre del bebé en esa misma pared. Salí de la habitación en su busca para hablarlo con él y dió la casualidad de que cuando entré a su cuarto salía de darse una ducha con solo una toalla atada en la cintura; me quedé unos segundos mirándole embobada pero rápidamente me giré y me tapé los ojos, puede que fueran las hormonas pero de repente empecé a sentirme acalorada y como si me sobraran tres capas de ropa...para disipar el silencio que se había instalado en la habitación le dije que necesitaba hablar con él y que le esperaba fuera a que se cambiase.

Bajé al salón y me senté en el sofá a esperarle, en menos de quince minutos ya le tenía en frente vestido con algo cómodo y con gotas de agua resbalandole desde el pelo, pasando por la cara y el cuello hasta llegar a la zona que me acababa de dejar muda hace unos minutos. Le pedí que se sentara y empecé a contarle mi idea

— Verás, había pensado que como la pared de enfrente de la cuna está vacía podríamos, una vez que hayamos elegido el nombre, pintar su nombre en esa pared. Por eso quería hablar contigo antes, ya que no hemos decidido ningún nombre todavía y además queda muy poco para que llegue

— Me parece perfecto y creo que quedará muy bonito. Y respecto a lo de los nombres podemos hablarlo ahora mismo si te apetece – me encanta la sonrisa que se le pone al hablar de este tema.

Por mi genial y pues si quieres empiezo yo y luego tú me dices los que has pensado. Si es chica me gusta mucho Emma y si es chico Samuel.

Yo había pensado en Sarah para chica y Matt para chico. Aunque los tuyos también son bonitos.

— ¿Entonces como vamos a decirlo? ¿Quedaría demasiado raro que lo hicieramos al azar? Porque a mi también me han gustado los tuyos – intenté bromear un poco sobre el asunto porque realmente no tenía ni idea de cómo íbamos a elegir solo uno.

¿Qué te parece si dejamos el tema por hoy y lo consultamos con la almohada? A lo mejor mañana se nos ocurre alguna forma sobre cómo elegir.

— Vale, buenas noches y que descanses – le di un beso en la mejilla antes de subir a mi habitación y una sonrisa se quedó plasmada en mi cara.

Todavia no entiendo como puede ponerme tan nerviosa estar a su alrededor, si para concebir a este bebé hicimos cosas del todo indecentes. Pero aún así yo seguía poniéndome como un flan con cada sonrisa o simplemente por verle sin camiseta. Me fui a dormir pensando en él y los sueños que tuve esa noche todavía hacen que mis mejillas se ruboricen.

Me desperté a la mañana siguiente con más energía de la que esperaba así que decidí dar un pequeño paseo por el parque que había cerca a mi casa. Antes de salir pasé por el cuarto de Robert para ver si estaba despierto pero no le encontré por ningún lado así que bajé a la cocina para ver si estaba allí y para mi suerte allí estaba; preparando lo que parecía un rico y variado desayuno. Reconozco que al oler todo eso mi estómago comenzó a gruñir como si no hubiera comido en cuatro años, al oírlo dirigió su mirada hacia mi y me dio los buenos días con una sonrisa.

Veo que hoy teníamos ganas de madrugar, espero que hayas dormido bien – mis mejillas adquirieron un color carmesí al recordar los sueños que había tenido esta noche.

Digamos que hoy me levanté con energías para pasear un rato y espero que tú también hayas descansado bien – contesté sentandome en una de las sillas de la isla de la cocina.

Pues entonces debes desayunar muy bien para recargar más energías aún – me puso delante un plato con tanta comida que incluso pensé que no podría acabarmela toda.

Se sentó a mi lado con otro plato casi igual de lleno y comimos en completo silencio, pero no un silencio incómodo sino todo lo contrario. Tras terminar con los platos los dejamos en el fregadero y decidí salir ya a dar el paseo prometido; cogí las llaves junto con mi móvil y tras despedirme de él con un beso en la mejilla salí por la puerta camino al parque. Reconozco que ese parque había sido uno de mis lugares favoritos desde que me mudé aquí, siempre que necesitaba respirar aire fresco, pensar o simplemente distraerme de la rutina venía aquí. Al llegar me senté en un banco cercano a unos columpios y llené mis pulmones del aire limpio de ese lugar cerrando los ojos por un momento. Ese parque me trajo a la memoria un recuerdo de infancia que creía perdido; a mi madre le gustaba mucho llevarme a un parque que había cerca de nuestra casa, allí me divertía con prácticamente cualquier cosa y un día jugando en la arena tropecé y me caí haciéndome una herida en la rodilla. Recuerdo que intentaba no llorar demasiado para demostrar que era una niña fuerte y fui hacia mi madre con un puchero en la cara pero sin prácticamente lágrimas, ella se preocupó mucho al principio pero no fue nada que una tirita no pudiera solucionar, aunque me quedó la marca cuando gracias a mis ganas de descubrir decidí arrancarme la costra. Me toqué la rodilla instintivamente y una sonrisa se instaló en mis labios; esas vivencias son las que a mi me tocará vivir dentro de unas semanas y sinceramente lo estaba deseando.

Cuando me di cuenta de la hora decidí volver a casa, nada más entrar no vi a Rober por ningún lado así que decidí darme un corto baño. Al acabar me vestí con un vestido largo de color azul y bajé al salón, me serví un vaso de agua y me dispuse a hacer zapping por todos los canales de la televisión. Estaba tan ensimismada con una serie que no me di ni cuenta de que Rober se acercaba sigilosamente por detrás...

Vidas entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora