one-shot》6

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    —Beautiful smile

MI IDEA DEL VERANO IDEAL no consistía inicialmente en pasarme todo el verano como voluntaria en un campamento de niños, pero esa acabó siendo mi realidad

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MI IDEA DEL VERANO IDEAL no consistía inicialmente en pasarme todo el verano como voluntaria en un campamento de niños, pero esa acabó siendo mi realidad.

Mi madre había insistido en que debería hacer algo úntil durante el verano, y en que no me vendría nada mal empezar ya a trabajar. Apenas sin avisarme, me apuntó a los voluntariados del ayuntamiento y me asignaron como monitora de campamento.

Se trataba de un campamento de colegio, a dónde iban niños cuyos padres no podía encargarse de ellos durante el verano debido al trabajo. Los primeros días se me hicieron horribles, pues al tratarse de un colegio pequeño, yo era la única monitora que necesitaban. Y hacerse cargo de 25 niños no era un trabajo nada fácil. Mi mala suerte cambió cuando al tercer día del campamento, me mandaron a otro monitor para ayudarme. Me mandaron nada más y nada menos que a Montgomery de la Cruz; un deportista de mi insituto al cual siempre veía o jugando béisbol o peleándose aceleradamente con alguien.

    —No llego a venir yo, y estarías matándote con todos los niños.
    —No vayas de listo —le dije—. Sabes perfectamente que yo me las habría apañado sin tu ayuda.
    —Quizá. Pero sin mí, el campamente se habría hecho insoportablemente aburrido.
    —¿Insinúas que no sé divertirme?

Nuestras conversaciones se basaban en él haciéndome de rabiar y yo cabreándome. Sé que él siempre lo hacía a posta, y que realmente no era su intención hacerme cabrear, pero a veces llegaba muy lejos con sus bromas.

Un día me cabreé con él de tal manera, que estuve todo el día sin dirigirle la palabra.

Llegó nuestra última hora del campamento, y con ella, el último taller del día.

    —Bien, chicos —comencé  a explicar—. En el taller de hoy vamos a escribir cosas que nos gustan sobre nuestros compañeros del campamento. Monty y yo os vamos a entregar unas cartulinas y la tendréis que cortar en 24 papelitos. En cada papelito debereis escribir el nombre de la persona, y debajo, lo que os gusta de ella y vuestra firma. ¿Entendido? El fin de este taller es dar a mostras nuestros amor y nuestros cariño a la gente de nuestro entorno, cosa que no hacemos lo suficiente.

25 cabecitas asintieron, por lo que Monty comenzó a repartir folios por un lado de la clase, y yo por la otra.

Con el fin de seguir ignorando a Montgomery, me acerqué mesa por mesa para ayudar a los niños. Pasada la media hora, ya todo el mundo había escrito sus dedicatorias, así que nos pusimos a dárselas a cada niño.
Una vez cada niño había recibido sus dedicatorias, me senté en una esquina de la clase a ver como los niños se abrazaban entre ellos y agradecían las bonitas palabras. Una sensación de amor y familiaridad abrazaba la clase, y aunque yo no hubiera formado parte del taller, me sentía querida por todos esos niños.

Sentí que la silla que quedaba atrás de la mía acababa de ser ocupada por alguien, así que me giré para mirarlo.

    —He encontrado una dedicatoria para ti —me dijo el chico al que juré no hablar durante todo el día.

Me entregó un papelito doblado rojo, y lo abrí.

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No dejes que mis tonterías y ganas de picarte borren esa sonrisa preciosa que tienes. Perdóname por lo de antes; no soporto el no poder hablarte.
                        —Monty.
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Releí y releí la carta, sin poder evitar esbozar una sonrisa.

    —Lo siento, Luna. A veces me comporto como un completo imbécil —sentí su mano en mi hombro, y su voz a escasos centimetros de mi oido, cosa que me puso los pelos de punta.
    —No importa.

Me giré para mirarlo. En todos los días que había pasado junto a él, jamás le había visto con una cara tal de preocupación.

    —Déjame empezar de nuevo. Demostrarte que soy más que un deportista al que le gusta picar a las chicas.

Asentí varias veces con la cabeza; estaba dispuesta a empezar de nuevo. El hecho de que él también quisiera, me alegraba incluso enamoraba.

    —¿No soportas no poder hablar conmigo? —pregunté riendo.
    —Qué le hago si mis conversaciones contigo son más interesantes que las que tengo con mis amigos. Además, me gusta escucharte hablar.

Dirigí mi mirada hacia los niños, quienes ya estaban más que preparados para marcharse a sus casas. Los ayudamos a recoger sus bolsas y, todos juntos, salimos del colegio al encuentro con sus padres.

Monty y yo acabamos de recoger y nos dirigimos a salir del colegio tras una jornada larga pero entretenida.

    —¿Te gusta hablar conmigo? Está bien —dije una vez habíamos llegado afuera y nos disponíamos a tomar caminos diferentes hacia nuestras respectivas casas—. Quedemos esta noche para comer.
    —Bien —Monty asintió pícaro—. Te recojo a las 10 en tu casa.
    —Mejor a las 9. Así podemos hablar bien.
    —Me parece bien.

Mantuvo su mirada sobre mí, y por primera vez, pude ver que él era mucho más dr lo que me había mostrado durante estos días. Y la curiosidad y las ganas de conocerlo realmente se apoderó de mí.

    —Está bien.

Nos dedicamos unas últimas sonrisas y cada uno tomó su respectivo camino.

    —¡Espera, Luna! —lo oí gritar desde atrás, por lo que me giré para mirarlo—. Es una cita, ¿no?
    —¿Tú qué crees?

Montgomery de la Cruz  [o.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora