Montgomery de la Cruz [o.s.]

one-shot》3

        —The good part of loosing a match.

    —Estoy jodidamente cabreado —dice Monty una vez sale de los vestuarios.
    —Al menos no perdisteis por mucha diferencia.
    —Cinco puntos.

Cabreado, Montgomery patea una piedra mientras caminamos havia fuera del pabellón.

    —Cariño, ya no puedes hacer nada —comienzo a decir.
    —Toda la temporada —dice casi escupiendo cada palabra—. Toda la puta temporada matándonos a entrenar para este pardido y vamos y lo perdemos.

Se cruza de brazos y yo no hago otra cosa que mirarle con compasión.

    —Los rivales eran muy buenos —Monty abre la puerta del pabellón y me deja pasar—. y tú has jugado realmente bien. Creo que es la vez que mejor te he visto jugar. Quédate con eso.

Agarro su mano y hago que pare en seco en medio de la acera. Se gira hacia mí, pero evita mi mirada. Noto en su expresión que no sólo esta cabreado, sino también entristecido.

    —Ey —le digo para que me mire, cosa que hace—. Eres un jugador increible y hoy lo has demostrado en el campo. Quédate con eso. Amor, sólo es un partido. La temporada que viene vendrán más y mejores. Y yo estaré allí para animar a mi chico —digo esto último agarrando sus manos.

Él suspira, pero consecutivamente me sonríe. Con la más tierna de sus sonrisas.

    —Y yo jugaré lo mejor posible para enorgullecer a mi chica.
    —Cariño, juegues mal o juegues bien yo siempre estaré orgullosa de ti—digo mientras juntamos la puntita de nuestras narices.

Monty atrapa mi cadera con sus brazos y me impulsa hacia él, eliminando esa distancia entre nuestras bocas y uniéndolas en un bonito beso.

*****

A pesar de toda la charla ofrecida por mí misma, Monty no logró animarse del todo. Por lo que decidí llevarlo a a tomarse un buen batido.

    —Yo tomaré choco shake —digo, haciendo referencia al batido de chocolate con nata.
    —¿Y usted? —le pregunta el camarero a Monty.
    —Nada, gracias.
    —Compartiremos mi batido —me apresuro a decir, a lo que el camarero asiente y se va.

Miro a mi acompañante, quien se encuentra en mi sillón de enfrente mirando a través de la ventana. Su mente parece tan ausente y lejana. Me sorprende cuando, sin apenas mirarme, coloca su mano sobre la mía.

El camarero no tarda en llegar, y sonrío al ver que no se ha olvidado de poner dos pajitas

Le inclino el batido a Monty y él no tarda en beber un poco de batido y absorber un poco de nata.

    —Hmm la nata está buenísima —dice cediéndome el batido.

En lo que yo acerco el batido a mi cara para poder absorber un poco de nata, Monty empuja el batido hacia arriba, haciendo que mi nariz se manchara de nata.

    —¡Montgomery! —él comienza a reír sin pausa.

Aprovechando que al reir cierra los ojos, unto mis dedos con un poco de nata y se los restriego por la mejilla.

    —¡Alice!

Abre la boca sorprendido, pero luego inclina su moflete hacia mí.

    —Al final ni has probado la nata —dice indirectamente.

Yo río e inclino mi boca hacia su moflete, para chupar la nata que se encuentra ahí y luego dejar un pequeño beso.

    —Muy rica —sigo apretando su mano—. Menos mal que ya te has animado, pensaba decirle al camarero que te regalara otro hipopótamo morado.

Admito,  lo que ambos reímos.

*****

Llegamos a mi habitación y Monty empieza a darme besos ya bastante subidos de tono.

Menos mal que mis padres no están en casa.

Los besos empiezan a llegar a mi cuello, causando suspiros por mi parte.

    —Monty, tienes que ducharte y hay que hacer la cena. Si quiere luego...
    —Ali... —dice separando su boca de mi cuello y mirándome.
    —A la ducha.
    —Me debes una —dice yéndose y acusándome con el dedo.

Entra en el baño y a los cinco minutos oigo como suena el agua caer.

En verdad yo quiero, y él también...

Estamos sólos en casa...

Ni lo pienso más. Me levanto y camino  hacia el baño. Silenciosamente me adentro en él.

A través de la cortina de la ducha, veo el robusto y musculoso cuerpo de Monty.

Rápidamente me deshago de mi ropa, y abro la cortinilla dejando ver un Montgomery con los abdominales mojados.

Creo que no hay imagen que me ponga más que esa.

    —Alicia...
    —Me lo he pensado mejor —le susurro acercándome peligrosamente a él—. y me apetece pasármelo bien.

De la manera más sensual se muerde el labio y alcanza agresivamente mis labios.

Sin capas entre nosotros, con la pasión y el calentón subiendo, Montgomery y yo nos sentíamos unos.

Y en ése momento, los demás daban igual; sólo existíamos él y yo.