Seis.

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Hoy es el día. Hoy es el día en el que la gran Elizabeth Beesley perderá una apuesta y tendrá que dejar el equipo para siempre. Hoy es el día en el que Elle Beesley aprenderá que no se juega con un Carter, y mucho menos si se llama Brian.

El equipo ya está calentando en la cancha, y yo miro a Cam en las gradas con una pancarta que pone “Vamos Carter”. Río ante la ocurrencia de mi amigo y me doy cuenta de que he olvidado mi muñequera de la suerte en el vestuario.

- Entrenador – me dirijo a él – He olvidado una cosa en el vestuario. Ahora mismo vuelvo.

- Tienes cinco minutos, Carter. Como llegues un segundo tarde, comenzarás en el banquillo – dice y vuelve a mirar a la cancha - ¡Salta un poco más, Tyler!

Salgo corriendo hacia los vestuarios y los veo todos vacíos. Claro. Está todo el mundo en las gradas para el primer partido de la temporada. Aflojo el ritmo y veo a alguien sentado en uno de los bancos de los vestuarios principales. Me paro en la puerta y vuelvo a ver la cicatriz que tanto llamó mi atención el primer día que la vi.

- Eh – digo y la chica gira para verme – Deberías de estar en la cancha. Tu padre te espera.

- ¿Qué haces aquí, Carter? – se levanta y se termina de atar las zapatillas.

- He olvidado una cosa – entro y abro mi bolsa, cogiendo mi muñequera y poniéndomela.

- ¿Eres supersticioso? – ríe y sonrío.

- No, muñeca – sonrío de lado – Pero es un regalo que alguien muy especial me dio y prometí llevarlo en todos mis partidos.

- Vamos, que sí que eres supersticioso – sonríe y se dirige a la puerta – Sigue en pie la apuesta.

- Lo sé.

- No debería de decirte esto pero… Mucha mierda – me paro delante de ella.

- ¿Puedes repetirlo? 

- Ni muerta – me aparta a un lado y sale a paso rápido por la puerta.

Vuelvo a salir al terreno de juego y veo a mis amigos, quienes me saludan y me dan un balón para que comience a calentar. Kate y el resto de animadoras corean unos cánticos más que idiotas, mientras que mueven sus bien moldeados cuerpos de animadoras, alegrando la vista a más de uno. El entrenador no para de soltar gritos, y Elle se sienta en el banquillo, viendo todo desde su posición pero sin soltar ni una sola palabra.

- ¿Crees que Beesley tiene razón en que vamos a perder? – Conor se acerca a mí y me giro para ver al equipo contrario. Son buenos. No se puede negar eso - ¿Brian?

- No. No vamos a perder. No volveremos a quedar segundos este año. Me niego – digo y mi amigo sonríe, pegándome en la espalda y yo río, tirando desde mi posición a canasta. Una canasta limpia.

Los dos primeros cuartos se desarrollan con una rapidez que no había visto en ningún otro partido en el que he participado. Vamos sumamente igualados, aunque Elle tenía razón. Ellos son mejores en defensa que nosotros, y sus robos de balón son impresionantes. Elle se ha levantado varias veces para darnos alguna que otra orden, y el equipo las acepta. ¿Se puede saber qué cojones les pasa a estos chicos? Ah claro… Que dos tetas tiran más que dos carretas, aunque estén bien tapadas y disimuladas.

El alero izquierdo del otro equipo viene tocándome las narices desde el inicio del partido. No para de hacerme faltas que el árbitro no ve, o ignora, y me está calentando.

Tiempo muerto (Time-Out)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora